«Hay una delgada línea entre las buenas intenciones que terminan en la apropiación cultural”
¿Qué es la apropiación cultural? ¿cómo se expresa? ¿qué daños genera? Y más importante aún: ¿cómo podemos combatirla? Necesitamos ecualizar la mirada, sin folklorizar ni discriminar, dice en entrevista la lingüista Daniela Leyva
Texto: Alejandro Ruiz
El debate se genera cuando el colectivo Hijo del maíz fue denunciado por usar una capa elaborada a partir del trabajo de Feliciana Hernández, una artesana michoacana. La capa la usó el actor Tenoch Huerta en la Fashion Week de Milán. Y es que cuando salió en venta se atribuyó su elaboración a Hijos del maíz y se atribuyó el diseño a Diana Buendía. Jamás se mencionó a Feliciana.
Les acusaron de no haber dado el crédito a la artesana, ni el pago justo, además de apropiarse de su trabajo. La polémica creció cuando el colectivo Poder Prieto respondió a las críticas en redes.
A partir de ahí, la polémica escaló, pero se abonó poco a diseccionar una discusión pendiente de nuestros días: la acción del colectivo Hijos del maíz ¿fue un acto de apropiación cultural?
La lingüista e investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Daniela Leyva, aproxima algunas respuestas.
La apropiación cultural es tomar elementos de una cultura, y usarlos desde otra cultura, o por miembros de otra cultura. Es una relación de desigualdad, pues la cultura que toma, generalmente, pertenece a la cultura dominante, y lo tomado a la cultura no dominante”.
¿Apropiación, coexistencia o intercambio?
Daniela Leyva reconoce que la historia de la humanidad está construida, en su mayoría, por los intercambios entre diversos pueblos y comunidades. Un intercambio que ha posibilitado la formación de nuevas identidades y culturas. Por ende, delimitar el concepto de apropiación cultural se muestra urgente ante las relaciones estructurales que vivimos en nuestra época.
– ¿Apropiación cultural, homenaje, o reinvención de la cultura?
–El intercambio cultural, el uso de elementos de una cultura por gente de otra cultura, ha estado presente en nuestra existencia. La humanidad se desarrolla, principalmente, por estos intercambios y saberes y tecnologías que de una cultura se fueron comunicando, y tomando a otras, y reapropiándose, adaptándose y transformándose.
«A lo que llamamos apropiación cultural en la actualidad se refiera este uso desde relaciones de desigualdad. Relaciones donde una cultura domina sobre la otra, o hay una relación de poder. Es una manifestación de la invisibilidad, o de la falta de valoración que se tiene sobre los otros, generalmente, en este caso, centrado en las culturas originarias o indígenas de nuestro país. Es una manifestación más de una ideología racista, y claro: colonial; y me parece que también tiene que ver mucho con una lógica de consumo capitalista, y una globalización donde todo el mundo tiene acceso a los productos, imágenes, simbolismos y conocimientos de los otros.
«Hay una delgada línea entre las buenas intenciones que terminan en la apropiación cultural. Mucha gente dice que lo hace como una forma de honrar a los indígenas que habitan estas tierras. Pero, ese honrar representa también una ganancia económica para los productores. Entonces ¿qué tan inocente es este homenaje?”
«Mucho de la apropiación tiene que ver con lo económico, con la mercantilización. Esta mercantilización tiene que ver con formas de producción y de consumo”.
El caso mexicano
Los ejemplos abundan en el mundo, y en México, donde hasta nuestros días existen relaciones profundamente racistas y desiguales marcadas por el colonialismo y el capitalismo, la apropiación cultural se manifiesta de diversas formas.
El caso de Poder Prieto es uno de muchos.
– ¿En México cómo se expresa la apropiación cultural?
– En nuestro país hay muchos ejemplos de apropiación cultural. Uno de los casos más sonados son los textiles, uno de los que causan mayor impacto en medios. Pero yo he visto mucha joyería también, donde retoman elementos del hilar, o tejidos wixárika o rarámuri. De repente he visto algunas obras donde están tejidos de pulseras o cinturones, que incluso me parece que están solamente enmarcados, puestos sobre algo metálico, y luego los hacen una joyería distinta, bastante cara, por cierto.
«Existe la apropiación cultural en gran cantidad de elementos, que van desde textiles, diseños de la cestería, diseños de las manifestaciones de ornamento, vestimenta; pero también de la lengua, elementos léxicos, siendo apropiados sin permiso, sin un conocimiento informado hacia los usuarios de esta cultura.
«Ha habido reacciones de miembros de las comunidades hacia esto, diciendo que esto es apropiación cultural y que están usando sus elementos sagrados. En estos casos han alzado su voz contra estas manifestaciones folklóricas de su cultura, cuando a ellos no se les pregunta, o se le pregunta a un solo miembro, cuando un solo miembro no es representante de la voz de todo un pueblo o una comunidad.
«Otro ejemplo es el uso de la imagen de los indígenas para generar estas visiones desde los gobiernos estatales o municipales como iconos de la tradición y la cultura de los lugares, y entonces se los pone también en las imágenes del turismo.
«El asunto es que tampoco hay programas de estos mismos gobiernos estatales, municipales o federales que generen mejores condiciones de vida. El problema, me parece, está en que se toman elementos simbólicos, rituales, cotidianos de estas culturas para tener beneficios económicos, y los miembros de las culturas siguen viviendo en situaciones vulnerables. Aunque no todos están en condiciones de pobreza, también han mejorado las condiciones de vida de muchas comunidades, pero tampoco estamos en igualdad de condiciones. Sigue habiendo mucha desventaja y precarización. Falta muchísimo trabajo para que de entrada se respeten los derechos humanos de los miembros de los pueblos indígenas”.
La salida: ecualizar la mirada, mirarnos como iguales
En el imaginario institucional y social parecen prevalecer dos discursos entorno a este problema: un discurso que racializa y discrimina, y otro que folkloriza y exotisa. Para Leyva, ninguno de ellos es una solución efectiva a evitar la apropiación cultural.
–¿Se puede evitar la apropiación cultural? ¿Cómo hacerlo?
– Institucionalmente está esta ley de protección al patrimonio cultural de los pueblos indignas y afromexicanos que salió el año pasado. Pero es una ley que también tiene sus cosas. Por un lado, trata justo esto, proteger la autoría, o este legado simbólico y también material de los pueblos, patrimonio cultural inmaterial le llaman. Pero finalmente, después de un análisis que hicimos en un comité de patrimonio cultural inmaterial del INAH, donde discutimos esta ley, veíamos que esta ley por un lado trata de proteger, pero por otro lado termina también mercantilizando el conocimiento de los pueblos indígenas.
«El intercambio cultural suena lindo, y visibilizar a los otros suena lindo, la cosa es que necesitamos generar estrategias en la sociedad, y como individuos, para tener, todos, el suelo más parejo. Para tener, finalmente, una sociedad mucho más equilibrada, donde no haya diferencias, y las oportunidades sean más parejas para todos. Desde ahí el intercambio es entre iguales, pero estos intercambios de elementos culturales no son entre iguales«.
«En el intercambio -insiste- la creatividad, la creación, la innovación, la investigación, en todo esto que va surgiendo: la intertextualidad está presente en todo lo que hacemos. No hay nada nuevo bajo el sol: todo, como seres humanos, lo estamos tomando, readaptando, reinterpretando. Me parece que, en un diálogo horizontal, verdadero, respetuoso con los miembros de las comunidades, se pueden hacer estos intercambios donde no haya este colmillo capitalista tratando de sacar beneficio de estos intercambios, y el cambiar espejitos tratando al otro desde una visión de falsa superioridad, desde la ignorancia que el racismo genera.
«Tenemos que compartir desde el respeto, desde lo humano, desde un equilibrio: tratar de ecualizar la mirada, ni ver hacia arriba, ni ver hacia abajo. El racismo ha generado ver a los miembros de las comunidades indígenas hacia abajo, y de repente hay un cambio de paradigma donde se ve al indígena hacia arriba, donde se le folkloriza, se le exotisa, pero tampoco lo estamos viendo como un igual. Es desde la mirada ecualizada, la mirada directo a los ojos, al mismo nivel, a todos, desde ahí podemos compartir y hacerle frente a esto».
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