El biye o biguie’, la resistencia de un pueblo zapoteca que celebra antes a sus muertos
En Juchitán y pueblos del Istmo de Tehuantepec la tradición de Día de Muertos no son el 1 y 2 de noviembre. El pueblo zapoteca tenía la creencia que del 25 al 30 de octubre se abría el inframundo para que llegaran las almas de sus familiares difuntos
Texto y fotos: Diana Manzo / IstmoPress
JUCHITÁN.- El biye’ o biguie’ es el culto a los muertos que resiste y vive entre los pueblos zapotecas de Oaxaca para reencontrarse con sus seres queridos; en Juchitán se celebra el 30 y 31 de octubre y no el 1 y 2 de noviembre, y lo hacen en sus hogares y no en los panteones, por eso es una tradición única.
En Juchitán y los pueblos zapotecas se tiene la creencia que las almas regresan a convivir con los vivos y por eso la muerte en esta región de Oaxaca no se teme, se celebra, porque se considera parte del ciclo cosmogónico y celebran poder convivir con sus familiares fallecidos en estos días sublimes.
Los familiares elaboran el bedxe’ (jaguar), que tiene una cruz indígena y se presenta mediante un retablo de madera adornado con flores de cempasúchil y cresta de gallo, así frutas de la temporada y panes tradicionales.
También hay familiares que elaboran altares de 7 pisos que, aunque es una tradición más españolizada, sigue siendo indígena, pues conserva todos los elementos del bedxe’.
Esta ofrenda cuesta a los zapotecos entre 15 y 20 mil pesos, y se elabora con pencas (tiras de madera de coco o carrizo). Comienza a adornarse a muy temprana hora del día de la celebración (30 y 31 de octubre), los hombres amigos de la familia llegan a colgarle flores y frutas, mientras que las mujeres elaboran tamales y atoles que compartirán con sus visitantes.
Se le colocan velas, un petate, alimentos y bebidas favoritas del difunto: la intención es que el alma que regresa se alegre durante su estancia, durante ese día y toda la noche; las velas quedarán prendidas hasta el 2 de noviembre a las 15:00 horas, cuando cree que las almas regresan al inframundo.
El reencuentro
“Cada año diosito le da permiso a todos los difuntos para que vengan a visitarnos, y nosotros ya estamos esperando a mi hermana Micaela para que conviva con nosotros”, dice José Morales.
El biguié o biye’ se dedica a una persona que murió hace más de seis meses, antes no se puede, los zapotecas consideran que aún no tienen el permiso para que sus almas se reencuentran con ellos en la tierra.
En el hogar de Micaela todo está listo para recibirla, sus vecinas prepararon tamales de pollo y mole negro y sus hermanos colocaron su altar; a ella le gustaba beber yoghurt, comer manzanas y disfrutar de bebidas gaseosas.
Micaela de 78 años murió de un paro respiratorio el pasado 8 de febrero y sus hermanos se consuelan al saber que a partir de este día y hasta el 2 de noviembre convivirán con su espíritu.
Irma también le llora a su esposo Cándido Toledo, y aunque da órdenes a sus hijos y nietos para que terminen de elaborar el bedxe’ es más su tristeza porque lo extraña.
“El saber que vendrá a verme y que lo tendré cerquita de mí es un consuelo grande, nos vamos a reencontrar, eso es lo que significa esta tradición, un reencuentro con los que se nos adelantaron”.
Cándido de oficio carpintero murió el 27 de noviembre del año pasado, y este reencuentro del biguie’ es añorado por su hijo Víctor Manuel Toledo Santiago, quién asegura que volver a sentir la presencia de su padre y que disfrute de sus alimentos y bebidas, le dan paz y tranquilidad.
“La partida nunca se olvida, es un reencuentro añorado”, explica Isidro Salinas Aquino, quién le dedicó una ofrenda a su esposa Laura León Blas de 38 años de edad, quién falleció en agosto del año pasado.
La ayuda mutua o el guendaracanee siempre está presente en este tipo de celebración reconoce Isidro, quién contó con la ayuda de sus hermanas, familiares y amigos para poder elaborar la ofrenda dedicada a su esposa.
“El que regrese a la casa después de enterrarla es para nosotros una purificación, porque vamos a convivir de nuevo, es una purificación para nosotros y para ella, estos días son consuelo y también son de alegría en medio de la tristeza que provoca su ausencia”, agrega.
Los rezos y el incienso de copal acompañan este culto a la muerte, donde se le canta, se le llora y se le celebra desde los hogares, donde un día su cuerpo partió para el panteón pero que este 30 y 31 de octubre regresó para convivir con los suyos a través del biguie’ o biye’.
Juchitán resiste en el culto a la muerte
En Juchitán tras la llegada de los españoles, la mayor parte del pueblo se catolizó, sin embargo algunos indígenas del sur de la población se resistieron a los altares de nueve escalones como lo impuso la religión católica y en la actualidad conservan sus ofrendas, el bedxe’.
Tomás Chiñas Santiago, historiador zapoteca, concluyó que la palabra Xhandu’, que algunas personas usan para nombrar esta época, es un vocablo castellano zapotequizado proveniente de “Santo”; y que el biguie’ se le conoce a la época del año que corresponde precisamente el fin del calendario religioso de los antiguos zapotecas que se conoce como Biguie’; por ello sugiere que en vez de decir “celebramos el todosantos o xhandu’”, lo ideal es “ celebramos el biguie’ ”.
Según Chiñas Santiago, los zapotecas tenían un calendario religioso que comenzaba el 8 de febrero al inicio del ciclo agrícola y culmina el 25 de octubre al inicio del Gusibaa; y es a partir del fin de este calendario, cuando le rendían culto a sus muertos y lo llamaban “Biguie’”.
Del 25 al 30 de octubre, los zapotecas tenían la creencia que se abría el inframundo, uno de los tres segmentos del universo indígena -“el cielo, la tierra y el inframundo”-, para que llegaran las almas de sus familiares difuntos; por ello los recibían con entusiasmo y compartían con ellos sus cosechas.
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