Caravana migrante rompe el cerco de México
Miles de migrantes hondureños saltaron este viernes la valla del control fronterizo entre Guatemala y México en Tecún Umán, con la intención de continuar su viaje hacia Estados Unidos. Sin embargo, el camino aún es largo
Texto Rodrigo Soberanes
Fotos y videos: Javier García
TECÚN, UMÁN.- Y cuando abrió los ojos, creyó que ahí estaba México. Cuando la jovencita hondureña desmayada abrió los ojos, México ya estaba a su alcance porque la Caravana de Migrantes estaba rompiendo el cerco del Puente Internacional colocado por la Policía de Guatemala y se estaba formando la estampida de miles de personas. Se recuperó y se unió al grupo que acababa de forzar las rejas del puente y desapareció entre la multitud.
Era el fin de la llamada Caravana del Migrante que, tras salir de San Pedro Sula, Honduras, el sábado pasado, llegó a reunir a más de 3 mil personas en la frontera norte de Guatemala con la firme intención de llegar a Estados Unidos y hoy se sometió a los trámites migratorios del gobierno mexicano.
Durante tres días fueron llegando sin parar a Tecún Umán pequeños contingentes de la Caravana que se había dispersado a la entrada de Guatemala cuando enfrentaron un numeroso cerco policial. De esta manera fue tomando forma de nuevo el gran contingente, pero resultó que ya no eran 2 mil, sino muchos cientos más.
Muy temprano sostuvieron una reunión, como era ya su costumbre, y como ya por fin se había reunificado la caravana, decidieron tomar sus mochilas y marchar hacia el puente a pesar de que sabían que la policía lo había cerrado y lo resguardaba con armas y tanquetas artilladas del Ejército.
Un primer grupo de unas 50 personas se había formado de manera ordenada porque, contó un migrante llamado Joel Carrillo, autoridades mexicanas habían cruzado el puente para decirles que entrarían en grupos de 50 personas, lo cual no era verdad.
Representantes de las Naciones Unidas dialogaban con mandos policiales de Guatemala para asegurarse que no reprimieran al contingente migrante mientras la caravana avanzaba con la firme intención de cruzar por el puente.
Era muy visible la presencia de bebés y niños soportando una sensación térmica superior a los 36 grados centígrados.
Esta vez, los gritos al unísono eran para agradecer a los ciudadanos de Guatemala la ayuda que les permitió transitar, comer, dormir y asearse sin mayores problemas en su tránsito por el país. Después llegaron las arengas para exigir paso libre hacia México.
«De aquí no nos movemos hasta que nos abran», gritaba un líder de la caravana que se subió a la reja del puente para ser escuchado, y la gente le respondía con gritos y euforia. Pero los minutos se hacían largos por el intenso calor tropical de Tecún Umán y las personas comenzaban a resentirlo.
Los más vulnerables eran los bebés y niños atrapados en el calor que se tentaba dentro del grupo y decidieron comenzar a pasarlos hacia adelante con sus mamás. Fueron segundos en que las familias debían decidir si se separaban para reencontrarse más tarde, o no.
De inmediato la primera línea de la Caravana estuvo conformada por niñas y niños asustados que no sabían lo que estaba pasando. Sus caras sudorosas estaban a la altura de los escudos antimotines de la Policía. Sus palabras y quejidos no se escuchaban por el intenso ruido de la multitud.
Uno de los líderes ordenó: «¡vámonos por el río!», pero fue rechazado. «Cruzamos por el puente», le respondieron decenas de migrantes.
El calor apretaba. Una niña sufrió un conato de desmayo en su carreola y fue atendida por un policía que consiguió agua para atenderla. No había servicios médicos cerca. Un minuto después cayó desmayada otra mujer y enseguida otra más.
La euforia ya estaba desatada y la caravana forzó las rejas para comenzar la estampida, con todo y que estaban los niños en primera fila. Pasaron por un lado y por encima de las tanquetas artilladas. La niña de la carreola y las mujeres desmayadas desaparecieron enseguida. La policía y los soldados no opusieron resistencia.
Tanto la jovencita desmayada que recién abrió los ojos, como miles de personas más, pensaban que estaban entrando a México. Muchos gritaban de felicidad, pero la alegría duró casi nada porque enfrente estaba el camino cerrado.
La policía mexicana había coloca unas vallas para controlar la caravana; los migrantes, forzaron una reja y se enfrentaron a un primer cerco de antimotines de la Policía Federal y después estalló una bomba lacrimógena que hizo retroceder al contingente. Los más afectados fueron menores de edad y mujeres. (Algunas versiones indicaron que los policías reaccionaron a las pedradas que aventaron los migrantes que ya estaban en territorio mexicano).
Después de la convulsionada llegada, comenzó la entrada de menores de edad y mujeres que fueron quedando bajo resguardo de más autoridades migratorias. Como lo habían anunciado las autoridades migratorias de México, se inició la recepción de todas las personas bajo un estricto control migratorio, priorizando a los menores de edad, con lo cual, buena parte de la caravana quedó varada sobre el río Suchiate. Además, quedó establecido que la caravana entrará solo bajo la supervisión del INM y en este caso, de la policía.
Este sábado los migrantes serán trasladados en autobuses a diversos albergues de la ciudad de Tapachula, en Chiapas.
Pero el camino para Estados Unidos es aún largo. Y la caravana todavía no está en México.
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