El viacrucis migrante que desafió a todos
Parecía uno más de los viacrucis que año con año realizan los migrantes centroamericanos para exigir condiciones de seguridad en su paso por el país. Pero en pocos días se convirtió en uno de los mayores desafíos a la política del cierre de fronteras de México. Más de 200 migrantes encabezados por el Padre Solalinde empujaron fronteras con un amparo. Sin embargo, su caminata no termina, es un paso más ante la insistencia del gobierno de impedir un cruce seguro, digno y respetuoso de sus derechos.
Ximena Natera | En el camino
El viernes 4 de abril entró a la ciudad de Ixtepec en Oaxaca, el Viacrucis Migrantes 2015, formado por casi 200 personas. La procesión, que había iniciado 11 días antes en el Río Suchiate, con cinco personas, dos defensores de derechos humanos y tres migrantes, sumó integrantes mientras recorría, a pie, los 446 kilómetros desde Ciudad Hidalgo, en la frontera con Guatemala.
Como cada año, la consigna era llamar la atención de autoridades y población sobre la precaria situación que viven los migrantes que cruzan México para llegar a Estados Unidos.
Sin embargo ahora el contexto era diferente. El Plan Frontera Sur Segura, un programa del gobierno federal implementado el 26 de agosto pasado, que refuerza la presencia policiaca y militar en la frontera sur para reducir el ingreso de centroamericanos al país. En ocho meses, el plan había disparado la violencia contra migrantes en un 90 por ciento, según organizaciones defensoras y había impedido que miles de migrantes suban al tren, orillándolos a buscar alternativas peligrosas y fuera de la ruta de refugios.
En Ixtepec, luego de atravesar los casi 500 kilómetros desde la frontera sur y sus 8 garitas de migración sobre la carretera, el pequeño grupo de activistas y defensores que habían guiado al Viacrucis, se sentaron a la mesa a discutir con el sacerdote Alejandro Solalinde, director del albergue.
Cuando se inició el recorrido, Irineo Mujica, activista y organizador del viacrucis, planteó que el viaje terminaría en Ixtepec. Sin embargo, durante los 11 días de caminata el INM había ido cercando al grupo, deteniendo a los migrantes que se separaban.
Solalinde, quien con otros sacerdotes se había distanciado del viacrucis de este año, por considerar que el largo y duro camino ponía en peligro a los migrantes y activistas, se dio cuenta que no había opción.
“Dejarlos aquí es como dejarlos libres para la caza”, dijo en la reunión en Ixtepec Armando Medina, el Colocho, un joven activista hondureño.
Solalinde, quien con otros sacerdotes se había distanciado del viacrucis de este año, por considerar que el largo y duro camino ponía en peligro a los migrantes y activistas, se dio cuenta que no había opción. El viacrucis debía seguir, esta vez con un nuevo propósito, atacar la razón por la que estaban atrapados, el Plan Frontera Sur.
El Viacrucis Migrante 2015, fue diferente a los anteriores. La ruta original desde Guatemala hasta Coatzacoalcos que se repite año con año fue cambiada por una que inició en Río Suchiate hasta Ciudad Ixtepec, en Oaxaca con el fin de denunciar el aumento de violencia que se disparó en la zona a partir de agosto pasado cuando el Programa Frontera Sur Segura entró en vigor.
Este año, la demanda se concentró en hacer el camino de los migrantes un asunto público, en un momento en donde la política migratoria apuesta a la invisibilización.
Hay una canción que durante el viacrucis resonó una y otra y otra y otra vez. En la radio, en la televisión, en los perifoneos, en los celulares de los migrantes. Es de Calibre 50 y habla sobre la hazaña de migrar y ser migrante, una dedicatoria, dice, a todos aquellos que pasaron por lo mismo.
Apenas tenía 16 cuando crucé la frontera
Se lo prometí a mi viejecita, sacarla de la pobreza,
me quemaba en las noches de frío,
por poquito me ahogaba en el río,
y aquellos que sufrieron lo mismo,
les dedico este corrido.
Bryan en particular está encariñado con la canción. La reproduce en el celular mientras camina, canta y baila. Tiene más resistencia al cansancio que cualquier otra persona no acostumbrada al ritmo del paso migrante. El sol de las 2 de la tarde en Chiapas es una maldición, debajo del sudor la piel se chamusca más con cada segundo y la sal del sudor se cristaliza en la ropa.
Quince años, cara infantil, “piel morada”, cigarro en la boca, descaro y energía inagotable. Es la primera vez que recorre México y está emocionado. Se topó con el Viacrucis en Huixtla, a 43 Km de Tapachula, desde donde había caminado sólo. Curioso, decidió sumarse. En su familia migrar es tradición, ambos padres se marcharon rumbo al norte, aunque si llegaron o no, nunca lo supo. Su hermana es lo único que extrañará de Honduras.
“Bueno, ¡y las baleadas! Bato, que me han dicho que aquí son muy malas” dice sobre la comida típica catracha: tortilla de harina al comal con frijoles negros refritos y queso fresco.
Su plan es llegar a Estados Unidos y vivirla en grande. Trabajar, ganar dinero para sus gustos y los de su hermana, ir a un concierto de Calibre 50, a quienes considera la definición de “éxito”.
“En Honduras trabajo que trabajo, pero de qué va a servirte si te van a matar. Allá (E.U) trabajas y ganas dinero y luego lo usas.”
El hermano de un amigo suyo en el departamento de Sula, ha vivido 5 años en Indiana donde, le han dicho, no hace mucho frío. Indiana es una opción, pero primero tiene que cruzar México.
“No me gusta mucho, pero la mexicanas son bonitas, con una buena esposa sí me quedaba en México”
Como su otra hermana Nely, la más grande, que desde hace 10 años partió rumbo a E.U, pero paró en Puebla y a quien conoce principalmente por los mensajes de voz que intercambian por whatsapp de vez en vez.
“Me dijo que me quede con ella, que en Puebla hay trabajo y que pues me extraña; ¿Puebla queda muy lejos de la frontera?”
Igual que Bryan, Iván, de 26 años, recorrió México por primera vez cuando era un niño, salió de su natal Honduras a los 14 con destino a Estados Unidos. Igual que Bryan, encontró en el viacrucis una manera segura de viajar ya que esta vez su familia camina con él: Oneida, de 58, Celia, de 19 años, Ever, de 18, Marco de 14, Rachel de 3 y Alexander, de 1.
En Honduras se queda su hermana María de 24 años, mamá de Rachel. Su destino, esta vez no es Estados Unidos, sino Monterrey, donde Iván vivió los últimos 10 meses, después de cumplir una sentencia de 6 años por posesión de marihuana en una cárcel estatal de California. Había vivido menos de un año en Los Ángeles.
Cruzaron todos juntos la frontera de Guatemala en enero pasado, pero ante la prohibición del tren y sin suficiente dinero para pagar los abusivos precios que los choferes de las combis cobran a los migrantes, (cuarenta pesos por tramo, cuando la taza normal es de siete) decidieron instalarse en un cuarto en Tapachula. Con su mamá, afectada del corazón, Celia embarazada y dos niños, Ever, Marco e Iván trabajaron los tres meses en construcción para pagar las cuentas. Se unieron al viacrucis en el segundo día.
Aunque cada uno de los 500 kilómetros recorridos pesa sobre el cuerpo, el viacrucis significó para la familia Sánchez su seguridad. Al cruzar Mapastepec y Pijijiapan a través de la carretera costera del Sur de Chiapas, recibieron intimidaciones de elementos de migración (“Camínenle, hay mucho territorio pa agarrarlos”) pero evitaron a las pandillas de Maras y Barrio 18 que desde agosto pasado encontraron en estos dos municipios una fuente interminable de presas fáciles para asaltos, violaciones y secuestros cobijados por la inacción de la autoridad.
Al caminar los 24 kilómetros sobre la carretera entre Arriaga y Corazones, la caravana evadió la zona de la Chatarrera y la Tembladera, donde miembros de las comunidades se han unido en grupos para instalar puntos estratégicos de asaltos.
“Son puntos ciegos, totalmente solos, sin seguridad. Los migrantes, siguiendo las vías del tren o bordeando la carretera, llegan a una trampa preparada por personas que conocen perfectamente las zonas, porque les pertenecen”, dice Jessica Cárdenas, trabajadora social del albergue de Ixtepec. “Los migrantes los identifican como grupos de 4 o cinco, probablemente familias que encontraron una manera fácil de ganar dinero.”
Empezaron como puntos de robo común pero la violencia se ha disparado, rápido y sin detenerse.
“Ahora les roban hasta la ropa, los desnudan y los humillan. Hombres y mujeres están siendo violados; golpeados y macheteados”.
La respuesta de la Fiscalía para la Protección al Migrante es lenta e ineficaz. En un caso, donde un hombre de Guatemala había sido macheteado en los brazos y cara por los asaltantes de la Tembladera, tardaron 4 meses en hacer una inspección ocular del territorio donde atraparon a un hombre que cumplía con las características de la denuncia, sin embargo tuvieron que liberarlo ya que la víctima, tras una espera inútil, había seguido su camino.
Como Corazones, La Tembladera y La Chatarrera, está Tapanatepec, Unión Hidalgo, Tonalá y Chahuites en donde Romero Toledo, secretario general del presidente municipal dijo que su municipio no era “una puerta del infierno para migrantes, sino una de solidaridad”. Chahuites, definitivamente una puerta al infierno para los migrantes, ocupa el primer lugar en asaltos violentos y violaciones.
René ha dedicado los dos últimos años de su vida a intentar llegar a Estados Unidos. Hasta ahora ha fallado. Tiene 24 años, es alto, atlético y tiene la habilidad de mantener el ceño permanentemente fruncido, incluso cuando sonríe. La caminata con el Viacrucis marca su octavo intento, el segundo en lo que va del mes.
Con él viene Melvin, su primo de 27 años, con semblante dulce y la habilidad de leer un libro por noche en la completa oscuridad del albergue. Fue deportado hace un año después de pasar 10 meses trabajando en un restaurante japonés y otros 10 en un centro de detención migratoria en Nueva York.
Ambos se unieron al Viacrucis en Arriaga, después de haber sido deportados el 25 de febrero pasado.
“Lo siento por ustedes pero este es nuestro jale”, les dijo un policía federal luego de pedirles 400 pesos por persona para no llamar a migración. Los primos dieron el dinero. El federal llamó a migración.
“Y vete caminando para tras” dice Melvin.
René es, por lo general, el último en la caravana, incluso la patrulla lo rebasa a ratos. Su pie está jodido, dice él. Y lo está. En uno de sus otros intentos, cuarto o quinto, no recuerda, migración lo detuvo junto a otros 8 centroamericanos al bajarse del tren en Lechería durante un retén.
“Fui al primero que agarraron” dice, “Me metieron a una camioneta-patrulla, de esas que vos llaman combis. Nos metieron a casi todos, pero la poli se le echó a uno solo, que no se dejaba… Pues me agarro del techo y que suelto un patadón a la ventana. Se rompió y salimos todos por ahí.”
Del susto, los policías soltaron al octavo migrante en el suelo y todos huyeron, aunque René no llegó muy lejos. Los vidrios rotos habían hecho una abertura en su pie derecho que iba de los dedos de los pies a la espinilla, rebanando todos los tendones a su paso.
“Me pusieron una venda y me mandaron a El Salvador”. El viaje fue lo suficientemente largo como para arruinar cualquier chance de sanar correctamente sus tendones, dejando su pie algo rígido y con dolores internos que no tienen mucha solución.
Caminar tanto tiempo es literalmente una tortura para René, sigue el paso del Viacrucis como puede, pues sabe que con el estado de su pie, las oportunidades de llegar a Ixtepec siguiendo las vías del tren, las veredas o huir en caso de encontrar agentes de migración es casi nula. La mira de René está enfocada hacia el norte, con la determinación de un pitbull. Los siete fracasos, un pie jodido, las eternas caminatas, la rapiña de las autoridades y las medidas del PFSS, no son suficientes para disuadirlo. En el Salvador no lo espera nada de nada.
“Es feo que te crían para amar a tu país y luego te sacan a la verga”, dice René pelando los dientes mientras frunce el ceño. “Feo, feo”, acuerda Melvin mientras asiente con la cabeza.
Aún con incertidumbre y después de romper el cerco policiaco que el INM mantuvo por dos semanas alrededor de los migrantes en el albergue Hermanos en el Camino, el viacrucis pudo seguir, por autobuses, su camino hacia el Distrito Federal en un acto de desobediencia civil.
“La causa es mayor que avanzar, es para obligar un cambio en una política que pisotea los derechos humanos, que permite y defiende que cada uno de ustedes sea pisoteado. Es para asegurarnos que los que vienen detrás de nosotros no sufran lo que estamos este acoso y violencia” dijo Wilson Alexi, activista Hondureño de 26 años, refugiado en el país, a los integrantes del viacrucis antes de subir a los cuatro autobuses contratados.
Antes de llegar a Oaxaca, la Secretaría de Gobernación emitió un comunicado donde declaraba que levantaría todos los retenes en el camino del Viacrucis hacia el D.F para evitar posible violencia y como muestra de buena fe del Plan Frontera; que sostendría una junta con el Padre Alejandro Solalinde y miembros de la caravana para discutir los beneficios y opciones de regularización que ofrece el Plan.
Con un chasquido de lengua de Solalinde, el convoy formado por los cuatro camiones, cinco coches de activistas y observadores de derechos humanos y escoltado por policías estatales, viajó durante 21 horas a la capital, doce horas más de lo planeado, pues el padre Solalinde ofreció una conferencia de prensa en Oaxaca, dos de los camiones se quedaron sin gasolina antes llegar a Tehuacán y otro se descompuso en Puebla.
A las 3 de la mañana del sábado 18, la procesión fue recibida por miembros de la Comisión de Derechos Humanos del DF, DHDF, en un albergue provisional montado en la colonia Ajusco en Coyoacán. Horas después, a las 10 de la mañana los miembros del viacrucis cumplieron la meta que se habían propuesto dos semanas antes, cuando Solalinde, Irineo Mujica y los otros activistas, se sentaron a la mesa a discutir opciones. Llegaron al DF.
El domingo por la mañana Solalinde, miembros de la procesión y activistas se reunieron con representantes de gobernación para discutir el PFSS, pero la discusión llevó a nada. Al atardecer, en reunión con la CDHDF, presentaron los amparos de los 293 migrantes miembros de la caravana, aprobados por el juez 6 de Distrito de Salina Cruz, que impide su deportación inmediata por parte del INM.
Antes del anochecer, el albergue de Coyoacán estaba ya a la mitad de su capacidad. Cada hora más y más migrantes abandonaban el gimnasio para seguir con su camino. Sin más planes por delante el viacrucis había llegado a su fin.
Iván, con Rachel dormida en sus brazos, piensa en sus alternativas: aquellos que se quedaron en el albergue podrán instalarse en el Albergue CAFEMIN, al norte de la ciudad por un par de días. Pero luego tendrán que seguir su camino hacia una frontera que aumenta su blindaje día con día.
“¿Y ahora qué?” se pregunta.
El lunes 19 de abril al medio día, 8 miembros del Viacrucis fueron detenidos por migración mientras viajaban por autobús rumbo a Querétaro. Los agentes les informaron que el amparo no fue tomado en cuenta durante su detención debido a que solo portaban fotocopias.
Ever, José Eliseo, Alexander, Issac, Armen, Kevin, Jari, Pedro, Raul y otros de 22 centroamericanos son detenidos bajo custodia. Mientras tanto, 80 migrantes, defensores y activistas se presentaron ayer a las oficinas del Instituto Nacional de Migración para protestar por su detención a pesar de las medidas precautorias implementadas por la CNDH y el amparo autorizado por el Juez 6 de distrito en Salina Cruz, Oaxaca.
Pasadas la media noche, los policías que resguardan el edificio los obligaron a levantar las colchonetas que la CDHDF les había entregado a su llega a la Ciudad de México, pues de noche, la entrada debe quedar libre.
“Hemos estado aquí parados, no nos dejaron dormir, a cada rato hacían ruido para despertarnos” dice Axel de Guatemala.
Junto a Axel, otras 40 permanecen todavía fuera de las oficinas, mientras que otros regresaron al albergue CAFEMIN a descansar antes de relevarlos. La huelga de hambre suma hasta ahora 30 horas.
“Yo soy abogado y a mí nadie me va a decir nada, ese amparo es válido solo para mexicanos, no ilegales.” Fue la respuesta de un funcionario del Instituto quien ayer por la tarde recibió a una pequeña comisión dentro de las oficinas para discutir el caso de los 30 miembros del viacrucis detenidos en centros migratorios en Querétaro y Guanajuato.
Sin embargo y “de buena fe”, dijo el funcionario, podría sacar a todos los detenidos e incluso entregar un pase de salida de 30 días con el que los migrantes podrían trasladarse libremente por el país. Por otra parte ofreció el mismo permiso de circulación a los otros 80 migrantes que ayer se sumaron a la protesta, a cambio de que se entreguen en las próximas horas al INM para ser procesados y detenidos por un mínimo de 48 horas.
“He caminado mucho, he dormido en la calle, he soportado abusos y robos de la policía, sabes, esto que él pide es feo, se siente como otra manera de humillarnos. Sin nos entregamos nos quedamos solos otra vez” dice Axel que como los demás integrantes del viacrucis repasa una y otra vez sus opciones, entre ellas la de entregarse, a una autoridad de la que desconfía totalmente.
Este permiso de salida fue el mismo que resultó en las negociaciones entre activistas y funcionarios públicos en el viacrucis de 2014. La diferencia es que este año hay una condición para obtener el paso libre: entregarse al INM para su detención.
Sin comentarios aún.