En torno a Ayotzinapa se extiende la lucha de mujeres y jóvenes
Dos filas paralelas formadas por siete mujeres cada una encabezaban el resto de los contingentes. Eran 14 jóvenes estudiantes de una Normal rural del estado de Chihuahua, quienes –dijeron– vinieron de “a raite” en apoyo a sus compañeros desaparecidos.
Su lucha y planteamientos es distinto, ellas, además de mantener un buen promedio escolar tienen que enfrentar la resistencia de los gobiernos locales para que les asignen más recursos para ampliar dormitorios y baños en las escuelas.
Aseguraron que para ellas es muy importante seguir formándose porque necesitan enseñar a las adolescentes de su entidad que pueden desarrollar proyectos de vida diferentes al matrimonio o tener hijas e hijos.
Atrás de ellas, más de 600 mujeres estudiantes de escuelas Normales rurales de los estados de México, Puebla, Oaxaca y Tlaxcala también protestaron.
Una de ellas, procedente de la Escuela Normal Rural “Carmen Serdán”, en el municipio poblano de Teteles de Ávila Castillo, señaló en entrevista que la desaparición de sus compañeros demuestra cómo el gobierno está evadiendo por todos los medios seguir apoyando a estas escuelas, ya que existe la creencia de que en ellas “se forman guerrilleros”.
“No quieren que seamos conscientes de nuestra realidad, que defendamos nuestros derechos y que eduquemos a otras personas bajo esos principios”, apuntó la estudiante de 20 años de edad.
Otra normalista, de 19 años, de la Normal Rural “Vanguardia Tamazulapa”, del estado de Oaxaca, dijo estar preocupada por la situación, ya que quiere romper la cadena de pobreza de su familia y su estado.
“Las Normales rurales deben existir porque aceptan a hijos de campesinos, de gente que no puede pagar una educación, y nos mandan a comunidades rurales a enseñar a niñas y niños”, puntualizó.
Marchan las mujeres
A la par, un contingente feminista conformado por integrantes de la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos (Ddeser), Equidad de Género, Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad, Ipas-México y otros grupos, marcharon en apoyo al pueblo de Guerrero.
Las activistas sostuvieron una manta con el lema “Vivos se los llevaron, vivos los queremos. Feministas con Ayotzinapa”. También portaron tres títeres gigantes que representaban a Peña Nieto, titular del Ejecutivo federal, a Jesús Murillo Karam, procurador general de la República, y a Ángel Aguirre, gobernador de Guerrero, quienes fueron vituperados durante la movilización.
Una de las integrantes del movimiento amplio de mujeres señaló que las feministas tienen que estar con todas las luchas sociales, sobre todo en este momento, ya que se suma a las demandas de muchas mujeres que son madres y estudiantes.
Entre los últimos contingentes de la marcha, miles de estudiantes tomaron mantas y pancartas para expresar solidaridad con sus compañeros normalistas, ya que –como señaló una joven de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)– “este país nos criminaliza e impide nuestra educación”.
Una activista cubierta del rostro con un paliacate morado se montó en árboles, botes de basura o bancas para pegar en postes y edificios estampas con caricaturas que ridiculizaban y pedían la destitución del gobernador de Guerrero. En otras, llamaba a la solidaridad de la sociedad para luchar junto a Ayotzinapa.
Sobre Paseo de la Reforma, la marcha llegó a la sede del Senado –en la esquina con avenida Insurgentes– a las siete de la noche. Dispuestos a un recorrido largo, las y los manifestantes prendieron velas y antorchas y continuaron su andar en medio de un silencio de varios minutos por los tres jóvenes asesinados el 26 de septiembre.
Lucha global
Académicas, periodistas y activistas de otras luchas sociales (como las madres de mujeres asesinadas y desaparecidas en Ciudad Juárez, Chihuahua, y las trabajadoras del hogar) también marcharon para pedir justicia.
Recordaron que tampoco debe haber impunidad en casos como “Campo Algodonero” (predio de Ciudad Juárez donde fueron encontrados 11 restos de mujeres desaparecidas en 2001); la Guardería ABC (donde murieron 49 niñas y niños por un incendio en Hermosillo, Sonora, en 2009), y San Salvador Atenco, en el Estado de México, cuyo movimiento contra la construcción de un aeropuerto fue reprimido con saldo de al menos 26 mujeres torturadas y violentadas sexualmente en 2006.
Cerca del Hemiciclo a Juárez y el Palacio de Bellas Artes, una estudiante del Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM dedicó unas palabras a las familias, y detalló la importancia de que las y los estudiantes se mantengan organizados para fortalecer una lucha global por ampliar la educación a todos los sectores del país.
El primer contingente llegó al Zócalo a las ocho de la noche mientras sonaban las campanas de la Catedral Metropolitana. Cuarenta y tres sillas sobre un templete esperaban a las familias.
Como parte del mitin frente a Palacio Nacional, una madre agradeció el apoyo de la sociedad civil. El nombre de “Ayotzinapa” quedó escrito con velas sobre el piso de la plancha capitalina.
Mientras la megamarcha paralizaba el centro del país, la Procuraduría General de la República (PGR) confirmaba que el alcalde de Iguala, José Luis Abarca, y su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa, fueron los autores intelectuales del ataque contra los normalistas.
Tras 17 días de investigación y pese a la detención del líder del grupo criminal (“Guerreros Unidos”) que presuntamente ejecutó el ataque, no hay información para dar con el paradero de los normalistas. En cambio, fueron encontradas en Guerrero varias fosas clandestinas y cientos de cuerpos sin identificar.
Al borde de las 10 de la noche y al término del mitin, la confluencia en el Zócalo lejos de disiparse se duplicó con la llegada de más contingentes. Se calculó que al menos 50 mil personas participaron en la movilización.
Las madres y padres de los desaparecidos dieron a las autoridades un plazo de 48 horas para encontrar a sus hijos; de lo contrario, según advirtieron, “México va a explotar”.
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