“Espejismo” de trabajo temporal atrapa a guatemaltecas
Por Lizbeth Ortiz Acevedo
Ante la violencia y abusos que implica la ruta migratoria tradicional, indígenas mayas guatemaltecas denuncian explotación y violencia por parte de granjeros y empresas canadienses, que las contratan de forma temporal para luego despedirlas injustificadamente.
La ONU, en su informe “Violencia contra las trabajadoras migratorias”, señaló que en 2013 la mayoría de las mujeres emigraron a consecuencia de la violencia de género, la discriminación y la desigualdad en la que viven.
Recientemente la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en su documento “Mujeres indígenas en América Latina. Dinámicas demográficas y sociales en el marco de los Derechos Humanos”, llamó a los países de la región a poner en práctica políticas basadas en estándares humanitarios y en los principios para mitigar la desigualdad que afrontan estas mujeres.
Así lo reconoció José Sicajau, representante legal de la asociación guatemalteca Unidos por Nuestros Derechos, al afirmar que esta forma de migración documentada se vislumbra como una oportunidad laboral para las indígenas, pero están sufriendo abusos ya que son encerradas en las granjas de trabajo y se les impide cualquier acercamiento con otras personas.
Esta situación que se vive en la provincia canadiense de Quebec, explicó Sicajau, también deriva en el despido injustificado de las mujeres jornaleras y su eliminación de la lista como trabajadoras temporales, lo que para muchas de ellas les genera una deuda impagable ya al obtener el empleo adquirieron créditos para comprar casas o terrenos.
La Encuesta sobre Remesas 2010, elaborada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), estima que en 2013 unas 389 mil guatemaltecas residían en el exterior y enviaban remesas a su país.
Según Jacobo Vargas, responsable del Proyecto de Estudios Internacionales en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Guatemala, dijo a Cimacnoticias que si bien estos contratos yendo a Canadá les pueden durar hasta 15 años –de cuatro a 10 meses por año– “son muy inestables” porque hay mujeres que son excluidas del programa de visas temporales aunque hayan cumplido con su trabajo.
El especialista explicó que Canadá abrió un programa piloto con Guatemala en 2003 en el que intervino la OIM, para ubicar a jornaleras que conocieran el manejo de la uva, lechuga o brócoli, y emplearlas en el país del norte, pero después esta forma de empleo que benefició a las guatemaltecas se hizo “totalmente privada”, por lo que los gobiernos dejaron de intervenir.
Asimismo dijo que en el país centroamericano hay tres movimientos de migración temporal a España, Estados Unidos y Canadá. A esta última nación se dirigen las mujeres que carecen de estudios y que “no tienen el sueño americano”.
Alba Quel, de 42 años, se fue en 2003 a Canadá porque quería dar una vida de mayores oportunidades para sus dos hijas. Emigró como jornalera y durante tres meses trabajó la siembra y cosecha de la fresa, pero fue eliminada del programa por “abandono de empleo”, lo cual fue desmentido por la mujer, quien aseguró que cumplió con lo que se le exigía.
Desde las seis de mañana, Alba trabajaba 14 horas en los campos canadienses. Relató que al llegar la noche los granjeros encendían las luces de los tractores y de la maquinaria para que las mujeres continuaran su labor.
Por tres meses de trabajo ella obtuvo 23 mil quetzales (poco más de 38 mil pesos mexicanos, según el tipo de cambio actual), cifra que nunca antes había obtenido en Guatemala por tareas domésticas, ya que como máximo percibió mil 400 quetzales (2 mil 300 pesos mexicanos).
Sin embargo, al regresar de Canadá tuvo que costear una cirugía que le practicaron a su hija y por la que pagó 5 mil quetzales (8 mil 300 pesos mexicanos), ya que ni ella ni su familia cuentan con un seguro médico.
Al preguntarle si pensó en algún momento emigrar a EU de manera irregular, dijo que sí, pero ante las advertencias sobre la violencia sexual que sufriría en la ruta por México optó por trabajar en Canadá.
Jacabo Vargas advirtió que el flujo migratorio es imparable e irreversible, ya que los países centroamericanos viven en un estancamiento social y cultural “muy fuerte”, y la gente del campo carece de oportunidades.
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