Chiapanecos en Quintana Roo, huyen de la marginación y la pobreza
Playa del Carmen, Q. Roo; 14 de septiembre.- La pobreza, la marginación, la falta de empleo y de vivienda digna, ha orillado a miles de chiapanecos a emigrar al estado de Quintana Roo, sobre todo los indígenas, tzotziles, tzeltales y tojolabales, en la búsqueda de “mejores oportunidades de vida”.
Cancún, Playa de Carmen, Cozumel, Tulum y la Riviera Maya, son los lugares preferidos por los migrantes chiapanecos, que prácticamente han invadido estos centros turísticos, donde laboran en diversos sectores del turismo, (cocineros, lavaplatos, meseros, recepcionistas y otros) o en la construcción de hoteles, complejos residenciales,
Otros le han apostado al comercio informal, para vender paletas, raspados, aguas, tamales, frutas y artesanías.
Alonso Gómez, originario de Teopisca, emigró con su familia a Playa del Carmen, para vender cocos en las calles de Playa de Carmen.
Alonso es uno de los miles de chiapanecos, que trabajan en la economía informal en la Península. Salió de su municipio, porque no encontraba los medios para proveer de alimento y vestido a su esposa e hijos.
Salieron de Simojovel
Pedro Díaz y Mariano Ramírez, originarios del municipio de Simojovel, hace dos semanas planearon junto con un grupo de indígenas tzotziles abandonar a su familia, para buscar oportunidades de trabajo en este destino turístico.
Ambos coincidieron en señalar que ante la falta de apoyo gubernamental en el campo, los orilló a trasladarse hasta Playa del Carmen. “Nuestras milpas ya no alcanzan para alimentar a nuestras familias”, justifican.
Estos tzotziles trabajan como franeleros en una plaza comercial de este centro turístico.
A dos semanas de su arribo a este lugar, Pedro y Mariano parados bajo los intensos rayos del sol, se mostraban preocupados y decepcionados, pues para su mala fortuna las constantes lluvias que han caído en éste paradisíaco lugar, no les ha permitido obtener buen dinero para enviarle a sus familiares, ya que lo que ganan sólo les alcanza para comer.
“Sólo he podido mandar 400 pesos para la comida de mi familia; las lluvias no nos dejan que tengamos buenas ganancias, muy poco de dinero hemos ganado, sólo para nuestra comida. Es poco que hemos mandado a Simojovel”, aceptó el indígena Mariano.
Mariano cuenta: “Tengo cuatro hijos pequeños, pero en la milpa allá en Chiapas, solamente ganaba 50 pesos al día, desde las cinco de la mañana a las cuatro de la tarde; el dinero nos servía para los frijoles y verduritas, no más para eso”.
Chiapas marginado
El raquítico sistema económico de los chiapanecos, la pésima y amañada distribución de los recursos para las comunidades, la corrupción de los funcionarios que mantienen a la entidad como una de las que tienen más alta marginación en el país, ha sido el punto de partida que permite comprender el fenómeno migratorio, sostienen varios investigadores.
De acuerdo al Consejo Nacional de Población (Conapo), Chiapas es una de la entidades federativas, donde la población no tiene acceso a la educación, vivienda y la falta de empleo les restringe tener ingresos monetarios para el vestido, calzado, educación y alimentación.
A través del Índice de Marginación (IM), se han efectuado comparaciones al conjunto de entidades federativas del país, en las que observa una desigualdad de las oportunidades sociales, en donde se aprecia que en 1990 tres entidades tenían un grado de marginación muy alto, Guerrero, Chiapas y Oaxaca, pero una década después se mantuvo en esa misma condición.
La migración no es exclusiva de los hombres, puesto que las mujeres indígenas y campesinas han emprendido el viaje en la búsqueda de mejores oportunidades de vida, tal es el caso de Lorena Maldonado, de 29 años, que llegó del municipio serrano de Motozintla, para trabajar como vendedora ambulante de dulces y churros.
Lorena es una joven mujer optimista, asegura estar separada de su cónyuge en Motozintla y por eso dejó su hogar, ubicado a más de mil kilómetros de distancia, porque allá no tenía un “empleo sólido para mantener a mis tres hijos y por eso decidí venir aquí”.
“Deje a mis hijitos con mis papás, no podía sostenerlos allá, les prometí que si encontraba un buen trabajo que me permitiera mantenerlos egresaría por ellos para que estemos unidos como familia, y así fue, después de algunos meses de estar lejos de mis niños, regresé por ellos; ahora estamos todos juntos, tienen estudio y yo un trabajo que me permite darles lo necesario”, cuenta Lorena mientras prepara los churros que ofrece con los turistas.
Leticia de19 años, es originaria de Raudales Malpaso, que decidió probar surte en Quintana Roo, ante la falta de empleo en su lugar de origen.
Con una sonrisa tímida, Lety como le gusta que la llamen, asegura consiguió empleo en una tienda de ropa que se ubica en una plaza comercial de este municipio, donde percibe un salario de mil 500 pesos quincenales.
Los ex gobernadores Pablo Salazar Mendiguchía y Juan Sabines Guerrero no pudieron combatir la pobreza, a pesar de que instrumentaron programas avalados por la Organización de Naciones Unidas (ONU).
La falta de empleo y la pauperización del campo, ha provocado que miles de chiapanecos emigren hacia los Estados Unidos y los estados de Quintana Roo, Baja California, Sonora, Chihuahua, Jalisco, Sinaloa y otro.
De acuerdo al Centro de Investigaciones Económicas y Políticas Comunitarias (CIEPAC), calcula que cada día unas 200 personas, dejan Chiapas porque no encuentran trabajo.
De 73 años emigró
La edad no lo detuvo a don Primitivo Pérez, nativo del municipio de Belisario Domínguez, ubicado en la Sierra Madre de Chiapas, quien narró que a sus 73 años de edad, aún tiene fuerzas para trabajar y por eso dejó su pueblo y decidió buscar trabajo en Playa del Carmen.
“Allá en donde vivo no hay trabajo, nadie me da chamba, aquí me dedico a limpiar autos en las plazas comerciales, los dueños me dan una propina que me sirve para comer y mandar un poquito para mi mujer que la deje”, dice el septuagenario.
Con un rostro visiblemente cansado, Primitivo se cubre de los rayos del sol bajo las ramas de un arbusto que apenas alcanza hacerle sombra, pero eso no es impedimento para que todos los días, como hace más de una año, cumpla con su trabajo.
El arribo de chiapenecos a Quintana Roo, es cada día más numeroso, dicen los primos Ángel y Ofelio Martínez originarios del barrio Jerusalén, municipio de Ocosingo, quienes llegaron hace apenas 30 días para ser contratados como peones de una obra.
Dicen que al llegar a este lugar decidieron buscar otras opciones de trabajo, y encontraron triciclos disponibles para vender raspados y frituras que ofrecen por las calles más concurridas, “nos queda buena ganancia, porqué a pesar de la lluvia, el clima es caluros y vendemos nuestro producto”.
“Los 200 pesos que ganamos aquí diarios son buenos, y con eso nos alcanza para la renta de un cuarto y la comida; allá en Chiapas no hay trabajo, sólo para el campo pero no es suficiente para poder mantener a nuestra familia”, explicó Ofelio.
Chiapanecos se hacen notar
De acuerdo al departamento de Comunicación Social del ayuntamiento de Solidaridad, refiere que la presencia de chiapanecos “es cada día más notable”, ya que “podemos observar a los chiapanecos emplearse como meseros, recepcionistas y recamareras en los hoteles, (trabajar) de albañiles en las construcciones de grandes hoteles, policías, maestros, como seguridad privada, bueno… en fin donde quiera hay chiapanecos, todos se caracterizan por lo regular por ser personas nobles, trabajadoras, las cuales han aportado mucho para la economía del estado”.
“Los responsables de las construcciones, se van a los pueblos de Chiapas a buscar jóvenes para el trabajo de albañilería, y para ello les pagan el transporte”, detalla el área de Comunicación Social del ayuntamiento.
No todos han corrido con la misma suerte al llegar a Quintana Roo y encontrar un trabajo seguro y digno para ellos, ya que muchas mujeres son engañadas, como es el caso de Perla, originaria de Yajalón, que la contrataron para niñera, pero sólo un par de meses laboró.
La única opción, dice ella, fue de mesera en un bar que se localiza sobre la Quinta Avenida, “me va bien, en temporada alta las propinas son buenas y no me quejo”.
Muy cierto, es un asco el sistema político y económico de nuestra entidad; Yo ya lo viví, no por nada somos la entidad con mayor grado de marginación. Mientras esos alcaldes se compran casas, ranchos, camionetas de lujo, etc., la gente sigue de mal en peor, pero todo esto es a causa de la ignorancia en que se cuentra nuestra gente.