Miguel Lisbona Guillén: Lo impensable se hace realidad en el fútbol

Lo impensable se hace realidad en el fútbol

Tal vez sólo en la mitología y en el fútbol se hace realidad lo impensable, lo creído como imposible de lograr o llevar a cabo. David venciendo a Goliat resulta una figuración deseada, aunque pocas veces cumplida en la cotidianidad. En esas ocasiones, como ocurre en el fútbol, aquello imposible se hace realidad. Eso parece estar ocurriendo en este Mundial, seguramente porque es el último que tenemos presente en las imágenes televisadas. Hay que revisar lo ocurrido con los últimos campeones del mundo en las disputas que se sucedieron a su título para darse cuenta de lo acontecido. Igual situación a la derrota de los equipos favoritos, poco probable pero siempre posible.

La eliminación de Alemania es la más llamativa de los últimos días, y lo mismo se trasluce de las dudas ofrecidas por selecciones de tanta trayectoria o, al menos, con algún campeonato a cuestas como son las de Argentina, España y Francia. La selección de fútbol de Alemania era del grupo de selectos campeones de Mundiales, en concreto cuatro, solo ganada por Brasil, con cinco, y empatada con Italia, una de las grandes ausentes de este torneo. Sin embargo, las predicciones no son infalibles y el ganar con la camiseta no le ha sucedido en esta ocasión, además de llevarse dolorosas derrotas con equipos supuestamente más débiles como México y Corea del Sur.

Miguel Lisbona Guillén.

En espera de un nuevo Mundial se seguirá soñando con los países africanos; aquellos que alguna vez predecían, con alternativas en las selecciones elegidas, cambios en las hegemonías del fútbol internacional pero que pocas veces han obtenido trascender su condición de hijos del colonialismo. La situación de sus países ha convertido a los jugadores en emigrantes, muchos de ellos de lujo, alejados de sus lugares de nacimiento y con salarios y condiciones de vida no imaginadas para la mayoría de sus connacionales. La alegría del juego africano, en especial exhibida como desorden e improvisación en el campo, ha desaparecido para intentar parecerse a la mayoría de equipos europeos preocupados por la preparación física y el aumento del músculo en el terreno de juego. Ante cualquier libertad de acción, de espontaneidad a la hora establecer jugadas individuales y de conjunto, hoy se observa un exceso de disciplina y capacidad física dirigida por técnicos europeos o formados en ese continente. Habrá que seguir esperando esos destellos anárquicos que devolvían al fútbol su condición de libro abierto en espera de escribirse. Ese supuesto libreto de teatro improvisado por los actores convertidos, gracias a sus cuerpos, en libres intérpretes con un balón pegado a los pies.

De momento más emoción que buen fútbol en los partidos del Mundial, pero esa espera de lo que llegará, ese anhelo hecho esperanza es uno de los aspectos que dotan al Mundial de su condición de espectáculo universal.

 

 

 

 

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