Obligan a estudiantes de la Sierra de Chiapas a tomar clases presenciales, pese a amenazas de cárteles

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

En las entrañas de la sierra chiapaneca, donde la bruma se confunde con el miedo, los municipios de BellaVista, Chicomuselo y Frontera Comalapa se han convertido en el epicentro de una crisis que amenaza el futuro de decenas de jóvenes.

Desde hace más de 20 meses, los estudiantes del Sistema COBACH han permanecido encerrados en sus hogares, tomando clases virtuales debido a la violencia desatada por los carteles que han tomado el control de estas comunidades.

Sin embargo, las autoridades educativas, desde la lejana Tuxtla Gutiérrez, han decidido que es hora de volver a las aulas, incluso si eso significa poner en riesgo la vida de los estudiantes. A 100 días del gobierno de Eduardo Ramírez Aguilar, la paz prometida parece una quimera en esta región.

Las comunidades estudiantiles, que diariamente deben recorrer caminos peligrosos para llegar a sus planteles, viven sumidas en la incertidumbre. Padres de familia, desesperados, se reunieron esta segunda quincena de marzo con las autoridades escolares para exigir que se mantengan las clases en línea y a distancia.

Su temor es claro: prefieren ver a sus hijos vivos, aunque sea detrás de una pantalla, que exponerlos a los peligros que acechan en los caminos. Pero las autoridades no ceden.

Con la amenaza de retirar las becas que sostienen a estas familias, insisten en que los estudiantes regresen a las aulas. Para muchos de estos jóvenes, la beca no es solo un apoyo económico, es la única entrada familiar que les permite subsistir.

Sin ella, el futuro se oscurece aún más.Los caminos que estos 70 estudiantes deben recorrer son un laberinto de peligros. Tramos de más de 15 kilómetros, veredas, ríos y carreteras de terracería se convierten en una ruta de terror donde la «Maña» —como se le conoce coloquialmente a los grupos delictivos— sigue operando.

Extorsiones, secuestros y amenazas son el pan de cada día. Denuncias anónimas revelan que los carteles continúan controlando estos territorios, impidiendo que los habitantes bajen a las cabeceras municipales para abastecerse o realizar trámites.

La situación es tan crítica que, de los más de 70 estudiantes que solían asistir a clases, ahora solo 17 lo hacen. Estos jóvenes, repartidos en los tres grados de nivel medio superior, hacen un esfuerzo sobrehumano para continuar sus estudios, conscientes de que su beca depende de su asistencia. Pero el miedo es más fuerte.

Las familias claman por una solución, por una intervención del gobernador Ramírez Aguilar y de la Mesa de Coordinación para la Construcción de la Paz y Seguridad en Chiapas.“No hay nada que celebrar con esta ficción de paz”, dice un padre de familia, quien prefiere mantener su nombre en el anonimato por temor a represalias.

“En esta zona hemos sufrido desplazamientos, violencia y desapariciones. Necesitamos que los programas de apoyo lleguen a todos los sectores, que se nos escuche”.Mientras tanto, los estudiantes y sus familias esperan que las autoridades comprendan la gravedad de la situación y permitan que las clases continúen de manera virtual.

Para ellos, la educación no debe ser un privilegio que se paga con la vida. La beca que reciben no es un lujo, es una necesidad. Y en medio de la violencia que los rodea, es también un rayo de esperanza en un horizonte cada vez más oscuro.

La pregunta que queda flotando en el aire es clara: ¿hasta cuándo seguirán siendo invisibles estas comunidades para quienes tienen el poder de cambiar su realidad? Mientras tanto, en la sierra, el silencio de las montañas es interrumpido solo por el eco de las balas y el llanto de quienes claman por una paz que, hasta ahora, solo existe en el papel.

No comments yet.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Leave your opinion here. Please be nice. Your Email address will be kept private.