Celebración de la Virgen de Guadalupe en la Selva Lacandona. «Es algo que pasa en el corazón», explican.

 

En la comunidad La Pomarrosa El Chorro, tseltales celebran a la Virgen de Guadalupe en una mezcla de rituales de los pueblos originarios y De la Iglesia Católica.

«Es en el encuentro de fe y la parte espiritual con la comunidad, la unión de una concepción de la realidad diferente entre jóvenes y adultos y nuestros principales de nuestra iglesia… No sé como explicarte algo que pasa en el corazón», dice Abelardo Gómez, de la Asociación Rural de Interés Colectivo (ARIC).

La Pomarrosa El Chorro se encuentra en Ocosingo, ahí habitan no más de 200 personas, todas hablantes de tseltal; son los Bat’sil K’op (palabra legitima), quienes cinco siglos después siguen reivindicando su cosmovision mayense, y lo que de la cultura de los colonizadores recuperaron para fortalecer su espiritualidad.

Las, los yajawul witsetik (protectores del territorio) cuidan a los hombres/mujeres, quienes a su vez tienen el trabajo de cuidar a la Madre Tierra, en una relación indisoluble y consciente. La Virgen es una cuidadora y en su honor los mayordomos -personas elegidas por la comunidad por su compromiso con la comunidad-, organizan la celebración, danza, música y canto en tseltal. Es un momento de unión comunitaria, de unión con su ser interior, con la vida.

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