Carlos vive y trabaja en la Selva Lacandona en Chiapas. En 2023, se contagió de leishmaniasis, un padecimiento que la Organización Mundial de la Salud cataloga dentro del grupo de “enfermedades tropicales desatendidas”, es decir, aquellas abandonadas por la agenda de salud e históricamente alejadas del financiamiento de las naciones.
“Yo creo que en alguno de mis recorridos que hago dentro de la selva o probablemente también en mis actividades de guía de naturaleza, yo creo que hay ahí la probabilidad de que me haya picado este mosquito”, narra.
El hombre, que trabaja de monitor ambiental colocando cámaras y trampas en la selva para identificar especies de animales, tuvo que recorrer un camino largo y complicado para conseguir el diagnóstico y el tratamiento adecuado.
“Empezó como un pequeño piquete en el dedo, como que si fuera un piquete de un mosquito así muy pequeño, pero empecé a ver también de que pues con el tiempo empezó como que a hacerse más grande”, recuerda.
Los casos de leishmaniasis han cobrado relevancia en México desde el año pasado cuando se dio un brote entre los trabajadores que participaban en las obras del Tren Maya en el sureste del país.
La Secretaría de Salud en Quintana Roo alertó sobre el aumento de casos de leishmaniasis en el estado. Según dieron a conocer medios locales, las personas afectadas fueron principalmente obreros e ingenieros que trabajaban en la construcción de esta obra.
“Ante la información que se ha emitido sobre la leishmaniasis, popularmente conocida como la enfermedad de la mosca chiclera, es importante informarles que no es una enfermedad nueva. Esta siempre ha existido en nuestro estado, ya que el vector que la transmite vive en las zonas selváticas de esta región del país”, explicó Flavio Carlos Rosado, secretario de salud en Quintana Roo.
El funcionario estatal aseguró que se contaba con los insumos necesarios para realizar las pruebas que diagnostican la enfermedad y también había medicamento suficiente para tratar a los pacientes diagnosticados con este padecimiento.
A nivel nacional, según datos de la Dirección General de Epidemiología, que depende de la secretaría de salud federal, en 2023 se registraron mil 136 casos de leishmaniasis cutánea, el doble que cinco años atrás cuando en 2018 hubo 592.
La deforestación de la selva por obras de construcción como las del tren maya, las actividades turísticas y los movimientos poblacionales hacen que el humano cada vez tenga más contacto con este tipo de enfermedades, explica Isabel Cañeda Guzmán, técnica académica de la Unidad de Investigación de Medicina Experimental de la Facultad de Medicina de la UNAM.
“Osea, si es endémica de países subtropicales pero hay factores que involucran al incremento: el cambio climático, la deforestación, ecoturismo, la migración… ahorita con lo del tren maya el problema es de que (por) toda esta movilización, hay casos que se han incrementado”, afirma.
Los datos oficiales de Epidemiología revelan que durante todo 2023 en Quintana Roo hubo 799 casos de leishmaniasis cuando en 2022 el registro fue de 500 y en 2021 apenas hubo 15.
La mayoría de las personas no conocen sobre esta enfermedad, asegura Cañeda Guzmán: “Muchos trabajadores (del tren maya) no son de esa región, entonces había biólogos que, inclusive, no sabían de la enfermedad, arqueólogos, ingenieros, que habían sido muy afectados”.
Una enfermedad antigua
La leishmaniasis es una enfermedad que la Organización Mundial de la Salud (OMS) cataloga dentro del grupo de “enfermedades tropicales desatendidas”, es decir, aquellas abandonadas por la agenda de salud e históricamente alejadas del financiamiento de las naciones.
Los orígenes de esta enfermedad se remontan a la época prehispánica y no es exclusiva del ser humano, ya que también puede alojarse en perros, gatos, armadillos o roedores, explica Cañeda Guzmán.
“Esto lo analizó y lo anotó un médico danés cuando registra por primera vez en México las lesiones como la úlcera del chiclero en los trabajadores obviamente del chicle”, explica la también bióloga y maestra en ciencias.
La experta en medicina experimental detalla que la mosca que transmite la leishmaniasis no pica, a diferencia del mosquito, sino que muerde y cuando lo hace, deposita los parásitos, que se llaman leishmania, en la piel.
El calvario de Carlos
Carlos cuenta que en un inicio acudió al centro de salud más cercano a su comunidad y le diagnosticaron “micosis”, es decir, una infección por hongos cuyos síntomas son enrojecimiento y comezón.
En el centro de salud, los doctores que lo atendieron no le dijeron nada sobre las úlceras que presentaba. Solo le recetaron una pomada y medicamentos por vía oral, pero con el paso de los días nunca notó mejoría.
“Le puse (a la herida) hierbas, le puse cosas, ahora sí que naturales, pero entre más le ponía, este, así cosas, se estableció, se hacía más grande y yo creo que en menos de un mes la lesión ya estaba más grande, ya se veía más infectado y pues sí, ya de ahí, pues me empecé a preocupar porque pues sí es justo en el dedo y ya se estaba haciendo ya como una putrefacción”, recuerda.
Carlos acudió varias veces al mismo médico, cada vez con síntomas más agudos. Aunque el médico le realizó una biopsia, volvió a equivocarse en su diagnóstico.
“Pues lo que me frustró más, es que pues, es un padecimiento muy complicado en que pues si uno no se trata, pues sí se convierte en una lesión muy grave”, dice el residente de una comunidad en Ocosingo, en Chiapas.
Después de tres meses sin recibir un tratamiento certero, y con una úlcera abierta, un conocido de Carlos que también había tenido leishmaniasis le recomendó viajar a Guatemala, donde finalmente se atendió.
“Este señor me recomendó y me dijo que pues la única solución y donde tienen antídoto para esta lesión era pues en Guatemala, en Petén y fue ahí a donde, pues yo saque una cita… y ya, pues me pusieron una fecha y ya me recibieron”, asegura.
En Quintana Roo las autoridades del sector salud han exhortado a la población que realiza actividades en las zonas selváticas, a aplicarse repelente de insectos por lo menos cada dos horas, protegerse con ropa que cubra extremidades, y cabeza, así como a estar pendientes de los signos de la picadura de algún insecto.
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