Cine para dejar de romantizar y mirar…

Desde que nació el Festival Internacional de Cine de Morelia (FIC Morelia) en 2002, en su selección de películas, sobre todo documentales, la presencia de realizadoras y realizadores de los pueblos originarios ha sido una constante, y de ellos destacan los de Oaxaca y Chiapas.

En su primer versión abrieron sus pantallas y puertas a proyectos tsotsiles, zapotecos, mixes, purépechas; cada año desde entonces el FIC Morelia ha sido casa que hospeda proyectos más allá de los centros principales de producción cinematográfica en México como la Ciudad de México, Jalisco o Nuevo León, han tenido en su programación cine hecho desde los estados del sureste y han tenido cine de realizadores y realizadoras de los pueblos originarios.

En su edición 22, el FIC Morelia recibirá 6 proyectos cinematográficos de gran manufactura; proyectos como “Chicharras de la directora zapoteca Luna Marán en colectivo con una estela de la nueva generación de cineastas oaxaqueños/as; “La Raya”, de la directora chatina Yolanda Cruz que viene con una nueva ficción después de “Hope, Soledad”; “Prólogo y epílogo” de la joven cineasta mixteca Dinazar Urbina, el cortometraje documental “Vientre de luna” de la novel cineasta tsotsil Liliana K´an; la Opera Prima “Li Cham, morí” de otra joven  directora tsotsil Ana Ts´uyeb; al igual que “Tzofo” Opera Prima del director otomí Salvador Martínez.

Si bien no son las únicas películas, todas ellas tienen en común haber sido beneficiarias del Estímulo a la Creación Audiovisual de México y Centroamérica para Pueblos de Originarios y Comunidades Afrodescendientes, un programa de IMCINE que nació en 2019 y que ha acompañado el desarrollo de todos estos procesos, algunos que nacieron casi a la par o que comenzaron su gestación junto al programa que busca impulsar la cinematografía y fortalecer la comunidad de cineastas de pueblos originarios y afrodescendientes en los estados del país y más allá.

De las 6 películas mencionadas hay 5 que es su estreno nacional en el FIC Morelia, “Vientre de luna” ya había sido estrenada el el FIC de Guadalajara; estas 6 películas nos ofrecen una diversidad de tratamientos, de abordajes desde sus contextos culturales y sociales; la ficción de “Chicharras” apuesta al reto colaborativo, comunitario, al ir acompañadas, acompañados y rompe con ciertas figuras como la dirección única o tratamientos clásicos del abordaje de las historias y sus personajes en el cine, “Chicharras” sucede en una suerte de comedia y tensión dramática cotidiana con personajes creados en la vida misma; mientras que “La Raya” nos propone el humor no tan sencillo y evidente que caracteriza a Yolanda Cruz, nos pone en el pueblo de La Raya a vivir una suerte de realidades que en ocasiones rayan (sic) en lo surreal; mientras que “Prólogo y epílogo”, cortometraje de ficción aborda el drama de ser mujer y la lucha cotidiana por romper los estereotipos desde contextos de realidad tan comunes y cotidianos para millones de mujeres, siguiendo en la línea de muchos proyectos que le anteceden en la cinematografía de las cineastas de pueblos originarios.

“Vientre de luna” por su parte, nos propone desde el interior del universos cultural tsotsil abordar las maternidades, la compleja relación cultural y social que viven mujeres para cumplir expectativas sociales y para abordar sus sentimientos y su ternura en la capacidad de crear y sostener vida; las historias que veremos en el corto documental esas historias que vemos de distintas mujeres, también son la historia de la directora, es una especie de una en todas. Otra directora tsotsil que se presenta con su Opera Prima documental, nos adentrará en lo vivido desde su propia historia personal a partir también de las mujeres de su alrededor, sus raíces maternas y femeninas, aborda la lucha de mujeres tostsiles de Los Altos de Chiapas, sus militancias, sus sueños, sus esfuerzos por transformar desde lo más micro en la familia, como lo más macro, la sociedad en su conjunto, desde la intimidad de las historias y la mirada precisa del cinefotógrafo tsotsiles,  José Alfredo Jiménez, develan espacios del territorio esenciales en la historia.

Por último, Salvador Martínez, que al igual que Ana Ts´uyub, ha visto su película ir gestandose, mutando y consolidandose en 5 años acompañados por el ECAMC, nos trae una historia desde la intimidad de su madre para adentrarnos en el mundo otomí, un diálogo también entre hijo y madre que desde la perspectiva de la madre se teje una historia íntima del ser mujer otomí valiendose de la poética visual de los espacios cotidianos para adentrarnos a las cosas profundas que nos cuenta ella.

Tanto en “Tzofo” como “Li Cham”, el trabajo de los cinefotógrafos es fundamental para contar la historia, para sentirla, para adentrarse. No quiero decir que en las demás eso no exista, pero cada una tiene componentes particulares que nos invitan a prestar atención a la forma de narrar, a las apuestas que hace cada directora y director.

Proyecciones imperdibles en el FIC de Morelia las 6 películas nos interpelan, nos retan, nos cuentan y nos adentran en mundos y temas que abonan al debate cultural y la cinematografía nacional,  “Chicharras” lanza un reto, una provocación, una pregunta con su película, no sólo para ellas y ellos como realizadores, sino a las y los cineastas que hablan de comunidad e historias comunitarias; “La Raya” nos invita a saborear un humor menos comercial y con una raíz cultural fascinante; “Prólogo y epílogo” nos propone construir equipos de trabajo específicos para abordar temas propios y que debemos atender todos; “Vientre de luna” por su parte nos lleva a poner la reflexión y hasta las dudas sobre las maternidades desde otro lugar; “Li Cham” apuesta a una mirada más allá de lo evidente, a mirar el zapatismo mucho más que una mera organización política y ver su trascendencia cultural y las personas que materializan los principios que le dieron razón de existir y “Tzofo” nos lleva a esos diálogos necesarios entre hijos y madres, entre generaciones e identidades construidas culturalmente.