Resistencia en Agua Clara: un camino de lucha por la madre tierra
*Cinco años de defensa comunitaria en Chiapas, enfrentando la adversidad y la opresión, en un territorio marcado por la resistencia indígena.
*Redacción Carlos Almazán
El pasado 24 de agosto, en el ejido Agua Clara, Salto de Agua, el colectivo Tsijilba bij, que en tseltal significa «Nuevo Camino», celebró su quinto aniversario, en la que reafirmó su compromiso con la defensa de su territorio y la protección de la Madre Tierra.
Desde su fundación en 2019, el grupo ha enfrentado una serie de desafíos, entre ellos agresiones y hostigamientos, principalmente debido a su postura como defensores de derechos humanos y su afiliación al Congreso Nacional Indígena (CNI). Sin embargo, la comunidad tseltal de Agua Clara ha mantenido una resistencia inquebrantable.
El colectivo Tsijilba bij surgió en un contexto de creciente militarización y explotación de recursos naturales en Chiapas, especialmente en la región de Salto de Agua.
La construcción del Tren Maya, un proyecto emblemático del gobierno federal que busca conectar diversas regiones del sureste de México, ha sido una de las principales preocupaciones para esta comunidad. Para la comunidad, el Tren Maya representa no solo una amenaza directa a su tierra y modo de vida, sino también un intento de despojo y colonización moderna, disfrazado de desarrollo económico.
El 4 de agosto de 2019, integrantes del colectivo fueron víctimas de actos de violencia e intimidación, una fecha que marcó un antes y un después en su lucha. Aquel día, la comunidad fue atacada, pero en lugar de doblegarse, Tsijilba bij encontró en la violencia una razón más para seguir adelante, recordando constantemente que su lucha no es solo por ellos; sino por las generaciones futuras y por todos aquellos que han sufrido la opresión en su territorio.
Desde su fundación, Tsijilba bij ha sido una voz activa en la denuncia de la militarización en su región. La presencia de la Guardia Nacional en Chiapas ha sido vista como un elemento desestabilizador, que lejos de traer seguridad, ha incrementado la tensión y la violencia en las comunidades indígenas.
Según el colectivo, la militarización se ha convertido en una herramienta para reprimir y controlar, especialmente contra aquellos que se oponen a los megaproyectos que promueve el gobierno federal.
Además de la oposición al Tren Maya, Tsijilba bij también ha denunciado otros proyectos extractivos que afectan directamente a su comunidad. Entre ellos se encuentran las minas de grava que se utilizan para la construcción del tren, así como la tala de árboles como pino, cedro y caoba, que provienen de regiones cercanas como Palenque y Ocosingo.
A lo largo de estos cinco años, Tsijilba bij ha logrado tejer redes de solidaridad con otras comunidades y organizaciones tanto a nivel nacional como internacional. Han participado en movilizaciones y acciones conjuntas con otros pueblos indígenas, reforzando la idea de que la lucha por la tierra y la vida no es una causa aislada, sino una batalla compartida por todos aquellos que se enfrentan a la opresión y la injusticia.
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