Desplazados tsotsiles regresan a sus hogares, con temor porque no se ha detenido a grupos armados
A temprana hora de la mañana alistaron sus pertenencias para dejar atrás la sala de usos múltiples de la presidencia municipal de Chenalhó, lugar que los albergó durante diez días, después de ser obligados a abandonar sus hogares en la comunidad de La Esperanza, ubicada a cuarenta kilómetros. Ahora a ellos les tocaba volver.
Los camiones de Protección Civil se llenaban con los víveres que servirán para alimentarse durante los días venideros en su comunidad. Jóvenes ayudaban a cargar las bolsas de avena, harina de maíz, latas de verduras y sardinas. Cuando finalizaron de cargar los víveres, se alistaron dos grandes camiones que trasladarían a las mujeres, niños y niñas, con ayuda de elementos de la institución oficial se subieron a los camiones y en caravana más de 200 personas se fueron rumbo a La Esperanza.
Desde que se aceleró el desplazamiento de comunidades chiapanecas indígenas, pocos han encontrado una solución hacia donde ir de forma permanente, al verse obligados por la violencia a dejar sus hogares; por lo cual regresar a sus comunidades se vuelve una finalidad inevitable. Cientos de personas se han visto afectadas por el aumento de violencia desde la frontera con Guatemala hasta los Altos de Chiapas, la sierra y el soconusco, se han ido a pie, en transporte o vehículos particulares para alejarse del ruido constante de balas y amenazas de reclutamiento entre los más jóvenes. Ahora, sin respuesta sobre cuándo podría terminar esa violencia, a algunas les toca regresar.
Para los pobladores de La Esperanza, el trayecto duraría poco menos de 4 horas por la carretera Chenalhó – Pantelhó. Entre las montañas y por caminos angostos, con baches, zonas en reparación, deslaves y topes las personas sentadas en los camiones aguardaban con esperanza llegar a sus hogares. En la llamada por los pobladores “Casa Blanca” ubicada a unos metros antes de llegar a La Esperanza, ya está instalada la Base de Operaciones Mixtas, integrada por elementos del ejército mexicano, la Guardia Nacional y la Policía Estatal. Con la promesa de que ellos resguarden su vida, accedieron a retornar, aun con miedo y rumores de que los grupos armados siguen disparando.
La violencia en estos municipios ha ido en incremento, de acuerdo a testimonios de diferentes pobladores han pasado cosas que nunca antes habían visto, lo cual los tiene aterrados, en grupos de WhatsApp el pasado martes un video cuyo origen no pudo ser comprobado de un joven siendo degollado por un sujeto acompañado otros hombres armados circuló por la comunidad, el video parecía ser grabado en Pantelhó y alguno informan que el joven acribillado es originario de Chenalhó.
En respuesta a esta y otras expresiones de violencia, un nuevo grupo de autodefensa se pronunció a través de un video difundido en redes sociales, hombres y mujeres armados con armas largas, encapuchados, leen un comunicado confirmando que defenderán su comunidad y no permitirán más violencia, asumiendose como un grupo de ex zapatistas.
La población civil que se mantiene en desplazamiento forzado intermitente, como es el caso de La Esperanza, que por primera vez en la historia reciente se vio obligada a salir de su comunidad en el año 2021. Varias veces han hecho la misma acción, abandonar sus hogares y regresar con temor a los pocos o muchos días. Muchos de los pobladores dicen que les gustaría vivir en un lugar más seguro, pero se rehúsan a abandonar sus tierras, sus hogares, sus vidas, más bien vuelven a exigir al estado, a las fuerzas armadas, al gobierno estatal, municipal y federal que les brinden protección y el derecho de vivir en paz.
Una mujer de 72 años, mencionó que intentará regresar a su casa, ya que les han ofrecido ayuda y la presencia del destacamento del ejército, pero asegura que sí escucha de nuevo balazos ella estará lista para dejar su casa nuevamente, ya que no quiere vivir con miedo. Pidió dar su testimonio de forma anónima para no arriesgarse.
Después de varias maniobras para lograr entrar con los camiones a la comunidad de La Esperanza, los ahora retornados bajaron de los camiones y de forma organizada los hombres se dispusieron a descargar los víveres que permanecerán en los salones de la escuela primaria, que ahora en lugar de servir para la educación de los más jóvenes será la bodega que albergue sus alimentos que el gobierno proporcionó para al menos las siguiente dos semanas.
A pesar del cansancio, el miedo y la incertidumbre, los más jóvenes de la caravana inmediatamente después de llegar a su hogar corrieron detrás de los salones de clases hacia un árbol de guayabas y llenos de alegría empezaron a comerlas, compartiendo las frutas con los más pequeños que no alcanzaban las ramas más altas.
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