Retornan algunos desplazados en medio de la inseguridad, “nos vemos en 4 días”, les dicen autoridades
Cruzaron de vuelta por la presa La Angostura el camino que recorrieron el pasado 16 de enero, ese día huyeron en medio de los sonidos de las ráfagas de metralleta que disparaban integrantes de los cárteles de la droga que se disputan el territorio de Chiapas.
“Nos van a llevar de regreso, ya se pusieron de acuerdo en que haya paz”, dijo el anciano desplazado, mientras recogía las bolsas con despensas y costales de maíz que los gobiernos estatal y federal les entregaron a pobladores de las comunidades Chejel y Puerto Rico para su retorno.
¿Ustedes cómo se sienten? Les pregunto a un grupo de hombres que esperan los vehículos que instituciones del gobierno contrataron para que retornen 12 familias de estas localidades. “Ya sabemos que esto no es seguro, que en cualquier momento vamos a tener que volver a salir”, responden.
“Regresamos solo porque acá -en el albergue ubicado en el municipio de Socoltenango donde encontraron refugio- no tenemos nada, Nos han dado comida, sí, pero allá está nuestra tierra. Los animales ya los perdimos, las gallinas, los perros murieron porque no había quien les diera agua y comida ¡Imagínese 15 días sin agua y comida! Al ganado les abrimos las cercas de los potreros para que pudieran salir y buscar su agua. Vamos a ver qué podemos rescatar”, dice uno de los desplazados.
Relatan, como para animarse a sí mismos, que “el problema más fuerte se dio en Nueva América (poblado vecino a ellos). Ahí sí mataron a uno que se opuso a las cuotas que pide el Cártel, porque ya ellos (los grupos del crimen organizado) están poniendo precio a la cosecha y a la venta de maíz”.
“Ellos (los de Nueva América) no creo que puedan regresar, porque ahí les dieron unas horas para que dejaran el poblado, y si no los iban a matar a todos. Nosotros vamos a ir viendo. No está bien la situación, sabemos que en cualquier momento tendremos que volver a salir”, insisten en dejar claro, antes de partir al regreso.
El gobierno de Chiapas impulsa el retorno de 3 mil 780 personas de la sierra, quienes escaparon de sus comunidades el 16 de enero pasado. Por ahora solo se ha concretado el de los poblados Chejel y Puerto Rico, donde los grupos del crimen organizado les han impuesto cuotas y precios a la producción de maíz, pero no la participación directa en los enfrentamientos, como en otras comunidades.
De acuerdo al comunicado oficial, el Consejo Estatal de Atención Integral al Desplazamiento Interno inició el plan de retorno “de las personas de la Región Sierra que se encuentran fuera de su localidad de origen”, se trata de desplazados que se encuentran refugiadas en los municipios de Socoltenango, Tzimol, Comitán, Bellavista y La Trinitaria. Son originarias de Chicomuselo y Amatenango de la Frontera, los lugares de los desplazamientos recientes y masivos.
El documento gubernamental dice que para este proceso hay “una estrategia que garantice el proceso de retorno mediante un plan estructurado con los indicadores de goce efectivo de derechos de las personas para que este proceso se lleve con dignidad, voluntad, seguridad y garantías de no repetición”,
un diagnóstico de necesidades, acompañamiento humanitario y atención psicosocial.
En este proceso de retorno, de acuerdo a los planes gubernamentales, participan diversas instituciones de gobierno, entre ellas la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Guardia Nacional (GN) y -señalan- el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado.
El pasado 3 de febrero, en el marco del retorno de los habitantes de Chejel y Puerto Rico, Gregorio de Jesús Pascasio Espinoza, delegado de la región de los llanos de la Secretaría de Protección Civil, explicó que de estos dos poblados las personas fueron retornando paulatinamente de manera voluntaria.
Al último grupo de las 12 familias las acompañaron representantes de gobierno hasta el embarcadero de la presa La Angostura. De ahí son 25 minutos en lancha hasta sus poblados de origen. Por parte de las fuerzas de seguridad, en el operativo de retorno sólo hubo presencia de policías municipales y estatales; Pascasio Espinoza aseguró que personal de la Marina y de la Sedena se comprometieron a hacer patrullajes.
“Sí hay garantías de seguridad para ellos, hay garantías de seguridad para su retorno. Va a quedar el patrullaje preventivo y nosotros de antemano, vamos a quedar a la disposición de ellos con un número de teléfono. Va a ser paulatinamente este el regreso”, argumentó.
Al embarcadero de La Angostura llegaron a las 14 horas; ancianos, mujeres, niños y niñas bajaron de las camionetas en las que fueron trasladados desde el albergue de Socoltenango, en un viaje de una hora, parte de él por camino de terracería.
Policías les ayudaron a cargar las despensas y sacos de maíz que les dio el gobierno. En el embarcadero los lancheros explicaron que en los días que siguieron desde el 16 de enero hasta la fecha, ha continuado el desplazamiento de personas que abandonan sus comunidades.
Los desplazamientos son intermitentes, porque los hombres sacan a sus familias y después ellos entran y salen, con el fin de no perder sus tierras y cuidar que no roben sus pertenencias que quedaron en las viviendas.
La temperatura en el embarcadero es de más de 35 grados. Un grupo de lancheros saca unas cervezas. Hoy se siente buen ánimo en el lugar, aunque al calor de la plática hablan de su enojo con “el viejo”, dicen al referirse al presidente Andrés Manuel López Obrador.
“A ver que venga acá, que venga acá, que llegue y duerma en las comunidades, que siga diciendo que en Chiapas no pasa nada. ¿Por qué dice que no pasa nada si acá lo estamos viviendo? ¿Por qué lo niega? ¿Por qué son cómplices? ¿Por qué?”, cuestionan.
“La gente va y viene porque la violencia está. Hay gente que llega a su casa solo unas horas y tiene que volver a salir. De repente se tranquilizan unos días, entonces de repente otra vez, otra vez los enfrentamientos, los disparos. Por seguridad la gente mejor trata de correrse antes hacia la mera hora que no va a poder salir”, explica un lanchero.
Un señor narra que ante esta situación, como familia, decidieron que sus dos hijos se fueran de manera definitiva de la región, para evitar ser reclutados por los grupos criminales. “Mi hijo, de 14 años, lloró, pero ya ni modo, mejor que esté vivo aunque esté lejos. Va a buscar cruzar la frontera (…) Me quedé yo con mi mujer, con mis nueras y mis nietos, son criaturas de 6 y 5 años”, dice con tristeza.
Antes de que arranquen las lanchas con los desplazados, el delegado de la región de los llanos de la Secretaría deProtección Civil les dice: “nos vemos en 4 días”.
Los periodistas que estábamos en el lugar también decidimos partir. Busco al delegado para despedirnos. Le pregunto si va a volver en 4 días. Responde que él no, pero que ya hay enlaces con gobierno a quienes los pobladores les pueden hacer una llamada telefónica si tienen alguna necesidad.
Vuelve a insistir en que en la zona “hay seguridad, está todo tranquilo, no es como cuentan». El señor con el que hablaban está borracho”, dice para desacreditar su testimonio de los lancheros y pobladores.
“Bueno, de todos modos ya nos vamos, ya está entrando la tarde y no vaya a ser que sí sea cierto”, le respondo. Todos lanzamos sonrisitas forzadas.
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