MODEVITE, diez años de lucha y resistencia por la vida y el territorio
Celebraron en la comunidad Patria Nueva, Caracol del EZLN, donde llamaron a defender la vida y su territorio.
La mañana del día 24 de noviembre entraron por el arco que decía “Bienvenid@s al Caracol 10”, en medio de cánticos, rezos, cohetes, y de la música que salía de tambores, arpa y violín. Portaban una gran lona que decía “PAZ”, además de estandartes blancos y otros con imágenes de la Virgen de Guadalupe. El humo del incienso que también llevaban inundaba el ambiente de una neblina y olor que, al mezclarse con el sonido del caracol, hacía emanar una energía que envolvía a los cientos de indígenas que llegaron provenientes de 13 municipios.
En la parte izquierda de la entrada al lugar, a ras de carretera, dos tiendas con murales recién pintados con imágenes del Subcomandante Pedro, dieron también la bienvenida a este lugar que en las referencias gubernamentales aparece como “Poblado Patria Nueva”.
Del lado derecho de la entrada hay grandes carteles -también recién pintados- anunciando que esta comunidad ubicada a solo 3 kilómetros de la cabecera municipal de Ocosingo, es ahora una de las sedes de las nuevas estructuras del gobierno zapatista, se trata de un gran letrero que dice “Colectivo de Gobierno Autónomo Zapatista CGAZ Región Resistencia Caracol 10. Zona: Patria Nueva Chiapas, México”.
Quienes entraron la mañana del día 24 de noviembre no son integrantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), son indígenas tseltales, tsotsiles y ch´oles que forman parte del Movimiento en Defensa de la Vida y el Territorio (MODEVITE), un movimiento que nació hace 10 años.
Durante dos días celebraron en este lugar su décimo aniversario. En estos días de celebración hubo fiesta, pero también un largo análisis en torno a las amenazas que hay contra la población de la región, entre ellas proyectos gubernamentales que impactan sus territorios y recursos naturales.
También hablaron sobre la nueva gran amenaza que viene de los dos cárteles de la droga, quienes mantienen una guerra entre ellos y contra la población, para apoderarse de los territorios.
La violencia de estos grupos hizo que integrantes del MODEVITE del municipio de Chicomuselo no pudieran asistir. En una carta que enviaron, explicaron que desde hace varios meses viven sitiados por estos grupos criminales, y no pueden salir ante el riesgo de ser asesinados o desaparecidos.
El MODEVITE nació en 2013 al amparo de las parroquias de la Misión de Bachajón, circunscrita a la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, la región de Bachajón es la puerta de entrada de la zona selva de Chiapas. Con el tiempo el movimiento se fue extendiendo a 13 municipios, entre ellos en San Cristóbal de Las Casas en la zona Altos, y Chicomuselo, en la frontera.
En su página web, integrantes del MODEVITE dicen sobre sí mismos: “Somos hombres y mujeres tseltales, tsotsiles y ch’oles de 13 municipios en la zona de los altos y selva en el Estado de Chiapas. Pertenecemos al Pueblo Creyente de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, grupo en el cual se reflexiona sobre la realidad político-social en nuestras comunidades. Huixtán, Oxchuc, Ocosingo, Altamirano, Chilón, Sitalá, Yajalón, Tenejapa, Cancuc, el ejido Candelaria municipio de San Cristóbal, Palenque y Chicomuselo”.
“Nuestro objetivo es unir nuestra palabra y sabiduría como pueblos originarios en la defensa de la vida y el territorio; a través de la denuncia y acciones concretas con las cuales exigimos al gobierno local, estatal y nacional el respeto y cuidado de las riquezas naturales en las que como pueblos originarios habitamos”.
Entender cómo nace este movimiento político-organizativo al cobijo de una estructura religiosa, sólo es posible al comprender cómo la llamada Teología de la Liberación logró instalarse mediante el trabajo del obispo Samuel Ruiz García y su opción por los pobres. Muchos libros, algunos autobiográficos, explican este proceso que se vivió en la región, y que logró concretarse en una doctrina vívida y aún vigente.
“Cuando analizamos y reflexionamos nuestra realidad a la luz de la Palabra de Dios, adquirimos también conciencia crítica, distinguimos lo que nos ayuda, lo que nos hace falta y lo que nos daña; conocemos nuestros derechos y aprendemos a defenderlos; nos sentimos impulsados a luchar por tener un solo corazón; buscamos llegar hasta las verdaderas causas de nuestros problemas; asumimos nuestro compromiso por cambiar la situación”, fue parte del planteamiento y acuerdos a que llegaron laicos y religiosos de la Diócesis, tras dos años de reflexión y análisis -entre 1994 y 1995-.
Estos acuerdos contenidos en el III Sínodo Diocesano rigen y legitiman a quienes forman y acompañan al MODEVITE, movimiento que no ha estado exento de tensiones, entre ellas con el mismo EZLN, por las diferentes formas en que ambos buscan la autonomía y autodeterminación.
Sin embargo, ahora, de cara a su nueva reestructuración del EZLN, el grupo insurgente busca también tejer lazos con no-zapatistas, para implementar estrategias conjuntas que les permitan defender y cuidar su territorio.
“Si no fuese por el movimiento ya hubiera serios problemas en nuestras comunidades. Hemos logrado frenar problemas no solo para mí, sino para todos (…) Nosotros queremos vivir en nuestros pueblos en paz. Queremos que los niños no sean violentados. No queremos la entrada de las empresas extractivas, queremos un alto al crimen organizado y los cárteles”, explicó Diego Hernández, de la comunidad Patwitz, Ocosingo.
En sus 10 años, MODEVITE ha logrado frenar la construcción de la supercarretera que iba a atravesar sus comunidades. Los indígenas consideraron que este proyecto era para favorecer a las empresas y no a las comunidades. Por la vía legal argumentaron que cualquier proyecto que atraviese sus terrenos debe ser consultado y aprobado por la población.
Otro logro ha sido la concreción de gobiernos comunitarios en los municipios de Chilón y Sitalá. Por la vía legal también se buscó su reconocimiento; sin embargo, autoridades municipales e integrantes de partidos políticos boicotearon el proceso. Pese a ello, en la práctica estos gobiernos funcionan y aún sin recursos económicos, funcionan y se rigen mediante el sistema normativo indígena.
En la región Ch´ich, de Chilón, echaron a andar el proyecto de construcción de una “Pluriversidad Yutsilal Bahlumilal”, donde jóvenes recuperan sus saberes ancestrales y otros conocimientos que les permiten mejorar su forma de vida, por ejemplo en las áreas de salud, tecnología y comunicación.
“Está muy bien que estemos organizados. Si no nos organizamos llegan los problemas y nadie nos defiende. Nosotros tenemos nuestros territorios y tenemos que defenderlos”, explicó Manuela Gómez, de la comunidad Patria Nueva.
“Me gusta estar en este movimiento porque existen muchas problemáticas que ya están llegando a nuestras comunidades (…) lo que necesitamos ahora es seguir organizándonos en cada comunidad porque así, bien organizados, podemos evitar la entrada de muchos problemas, así podemos defendernos entre todos”, valoró Nicolás Mazariegos, de la comunidad San Antonio Bulujib, Chilón.
“Hoy se cumple una fecha para pensar y decir lo que el movimiento (MODEVITE) quiere, es que haya armonía y paz, que vuelva el corazón a nuestras hijas e hijos y que escuchen nuestra palabra”, explicó Lorenzo Baltazar Gómez, quien además de ser parte de la organización, es candidato a diaconado dentro de la Diócesis, un cargo religioso que se otorga a laicos indígenas, y que asumen como familia, con sus esposas.
El último día de la celebración subieron a la montaña, al lugar donde nace el agua que abastece a la población; el agua para las comunidades indígenas significa la vida y por ello todas las nacientes de agua son sagradas.
En este lugar sagrado colocaron un altar maya con flores, velas e incienso. Rezaron durante largos minutos. En sus lenguas originarias nombraron las amenazas que hay contra las comunidades y pidieron fuerza para seguir sosteniendo su forma de vida.
Las palabras, el sonido de los rezos, del caracol, el olor del incienso les envolvió de nuevo y llevó hasta las lágrimas que corrieron por algunos de los rostros. Rezaron hasta que su corazón quedó tranquilo, luego bajaron la montaña.
Quienes integran este movimiento rezaron para pedir la fortaleza que les permita seguir defendiendo su territorio y ejerciendo su derecho al autogobierno por la vía pacífica y la organización comunitaria.
En el pronunciamiento público que leyeron, pidieron el “cese a la violencia criminal y política, y a todas las formas de violencia, sobre todo las que afectan de manera desproporcionada a las mujeres indígenas”.
También llamaron a la población “a encontrar la fuerza de la lucha en las raíces de su espiritualidad indígena comunitaria y en la relación colectiva con la Madre Tierra”.
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