Niñez vulnerable, para ellos la pobreza no es sólo un número; es una realidad

El consumo de agua contaminada con microorganismos y la falta de higiene son unas de las principales causas de enfermedades gastrointestinales y por ende de ausentismo y malnutrición, teniendo un impacto directo en el desarrollo físico y cognitivo de niños y niñas. Cortesía: Cántaro Azul

*La pobreza incide en las vidas de tantas personas a nivel mundial.


En México, poco más de la mitad de niñas y niños menores de 6 años se encuentran en situación de pobreza. Alrededor de 6.6 millones de ellas y ellos están experimentando carencias en aspectos fundamentales de sus vidas, informó Ixchel Beltrán, investigadora junior de Pacto por la Primera Infancia.

Además, indicó que uno de cada 10 personas menores de 6 años se encuentra en pobreza extrema; lo que implica que en el país hay alrededor de 1.4 millones de niñas y niños que presentan al menos tres carencias sociales y los ingresos familiares no alcanzan para comer.

Detrás de las cifras hay historias de niñas y niños vulnerables, para ellos la pobreza no es sólo un número, es una realidad que limita sus oportunidades y amenaza su desarrollo adecuado, expuso Beltrán.

A ello se une, la falta de recursos para cubrir sus necesidades básicas limita su potencial y les expone a un mayor riesgo de perpetuar el ciclo de pobreza.

Al 97 por ciento de los niños, niñas y adolescentes que laboran en de San Cristóbal de Las Casas, les preocupa quedarse sin dinero, y sin comida. Foto: Cortesía.

La investigadora también mencionó que, existe una amplia desigualdad en los niveles de pobreza entre las diferentes entidades del país, las ubicadas en el centro-sur presentan porcentajes más elevados de pobreza en comparación con las del norte.

Esta disparidad geográfica dijo que, requiere una atención específica y políticas focalizadas para reducir las brechas y garantizar igualdad de oportunidades para las niñas y niños, sin importar su lugar de residencia.

Combatir la pobreza en primera infancia exige un compromiso firme y sostenido por parte de todos los actores involucrados, principalmente del Estado, añadió la investigadora junior.

Así mismo, señaló que en México se han realizado esfuerzos para enfrentar esa problemática. Uno de ellos es la medición de la pobreza, llevada a cabo bienalmente por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL).

Esa evaluación considera en un principio a dos dimensiones: el bienestar económico y los derechos fundamentales, distingue 6 de ellos: educación, salud, seguridad social, vivienda, servicios básicos y alimentación.

Por otro lado, la oferta programática del Estado es limitada. Existen dos programas principales: Programa de Becas para el Bienestar Benito Juárez de Educación Básica y Programa para el Bienestar de las Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras.

El primero otorga 875 pesos mensuales durante 10 meses por familia que tienen hijas, hijos o menores de edad a su cuidado, estudiantes de educación inicial, preescolar, primaria o secundaria inscritos en escuelas públicas de modalidad escolarizada en localidades indígenas, con menos de 50 habitantes, con ingresos familiares insuficientes para cubrir las necesidades básicas de las y los menores de edad a su cuidado.

Y, el segundo busca contribuir a mejorar el ejercicio pleno de los derechos mediante transferencias económicas de mil 600 pesos bimestrales a niños y niñas menores de 4 años, y 3 mil 600 pesos bimestrales a niñas y niños menores de 6 años con alguna discapacidad.

14 millones de niños, niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe están fuera del sistema educativo. Cortesía: UNICEF.

A pesar de que los programas están destinados al cuidado, atención y educación, sus acciones se limitan a brindar apoyo económico, es decir, a fenómenos multidimensionales se les atiende desde un inicio de forma unidimensional.

Por ello, Beltrán indicó que lo se necesita es trabajo digno, con prestaciones superiores a las que ofrece la Ley y sueldos mayores a los mínimos actuales, además de reducir la presencia de la informalidad.

Así como, reconocer el trabajo no remunerado, ya que la crianza y el tiempo destinado a cuidados y labores domésticas no es reconocido por los gobiernos. También, ofrecer servicios de calidad en salud, educación, seguridad social, acceso a servicios básicos y de vivienda, y espacios públicos dignos y libres de violencia.

Al mismo tiempo, disminuir la desigualdad y violencia en el país, ya que es crucial reconocer a las niñas y niños como portadores de derechos por sí mismos y destinar recursos para lograr el ejercicio pleno de sus derechos.

En las infancias se encuentra la clave sobre la cual se construye un país próspero, justo e incluyente. No deberíamos permitir que millones de niñas y niños en México crezcan en condiciones de privación y desventaja, finalizó la investigadora junior.

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