Desaparecen a agente municipal, su hija y su hijo; a 300 metros de una partida militar
En el ejido Sinaloa, municipio de Frontera Comalapa, se vive el miedo, se respira el terror; primero fue el Comisariado Ejidal, Rolando Rodríguez Molares levantado y desaparecido en septiembre del 2022, siete meses después llegaron por el agente municipal, pero ahora hasta con sus dos hijos se los llevaron y desaparecieron. A escasos 300 metros de una guarnición militar.
El pasado 27 de abril, alrededor de las 21 horas, un grupo de hombres armados llegaron en varias camionetas e ingresaron de forma violenta al domicilio del agente municipal del ejido Sinaloa, Roberto Gómez Hernández, a quien a golpes y punta de culatazos se los subieron a una de las camionetas.
Junto a él se llevaron también a sus dos hijos, Josefa Gómez Cruz y Aric Adonay Gómez Cruz -ambos mayores de edad-, tras oponerse ambos a que se llevaran a su progenitor.
Tuvieron que pasar 11 días para que alguien de sus familiares interpusiera la denuncia ante las autoridades, tenían miedo hacerlo. Pues en esa comunidad ha quedado constancia que exigir justicia y aparición de sus familiares también puede costar la vida.
Apenas este lunes 8 de mayo, la Comisión Estatal de Búsquedas de Personas (CEBP) abrió el expediente 231/2023 y emitió la ficha oficial para tratar de dar con el paradero del agente municipal y sus dos hijos.
En esa comunidad todos tienen miedo, todos viven aterrorizados. Ya son nueve las personas que han desaparecido, entre ellos el comisariado ejidal Rolando Rodríguez Morales, el 20 de septiembre del 2022.
De hecho, Roberto Gómez Hernández, como agente municipal había encabezado un movimiento de protesta para exigir la aparición con vida del comisariado Rolando Rodríguez Morales. Pero tras ser amenazados todos en esa comunidad, frenaron las protestas y los familiares del desaparecido tuvieron que dejar la comunidad, ahora viven un desplazamiento forzado.
No son pocas las familias en esa comunidad que han tenido que dejar sus casas, sus animales de corral, sus tierras y todo para buscar un lugar seguro lejos de esa comunidad donde el crimen organizado impera.
Lo que más indigna a la comunidad es que el levantón y desaparición del agente municipal y sus dos hijos ocurrió a escasas tres cuadras donde hay un regimiento militar que, justo los desparecidos ahora habían exigido su instalación para que les garantizara la seguridad de la población, pero esa noche del 27 de abril nada vieron ni hicieron para impedir que se llevaran a las tres personas.
Al igual que el ejido Sinaloa, muchas otras comunidades en esa región viven sometidas en el mismo terror, respiran el mismo miedo, sufren los asesinatos, las desapariciones forzadas, los desplazamientos forzados y optan por el silencio, el tener que callar todas de las atrocidades que enfrentan.
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