Instan a poner fin a la violencia contra la niñez, adolescencias y mujeres en movilidad migratoria
El Sub-Grupo de Trabajo de Protección para Atención a la Violencia de Género coordinado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en México, hicieron un llamado a todos los actores relevantes y a la población en general a poner fin a la violencia contra las niñas, adolescentes y mujeres.
Lo anterior, considerando el impacto diferenciado y los riesgos específicos que enfrentan, en particular cuando son refugiadas, solicitantes de asilo, migrantes y desplazadas.
Además, indicaron que pese a los crecientes y relevantes esfuerzos y compromisos en la lucha contra la violencia de género en últimos años, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Mujeres destacó que ésta sigue siendo la afectación de derechos humanos más generalizada en el mundo.
De manera lamentable, señalaron que desde hace más de una década se ha mantenido la estimación de que, una de cada tres mujeres ha experimentado violencia de género, y de manera más reciente calcularon que a nivel mundial una niña, adolescente o mujer muere asesinada por alguien de su propia familia cada 11 minutos.
En el caso de México nos enfrentamos a cifras abrumadoras ligadas al feminicidio, al día son asesinadas 12 mujeres en nuestro país, expuso el Sub-Grupo de Trabajo.
Por otro lado, una preocupación fundamental que visibilizaron durante la pandemia por el Covid-19, fue el alarmante aumento de las denuncias de violencia de pareja íntima y de violencia intrafamiliar hacia niñas, niños y adolescentes, debido a que las restricciones de movilidad dejaron a las personas sobrevivientes atrapadas con sus agresores.
En ese contexto ya de por sí complejo, niñas, adolescentes y mujeres en ambiente de movilidad humana experimentan riesgos diferenciados y extremos de vivir violencia sexual y de género, al encontrarse alejadas de redes de apoyo que podrían tener en sus países y comunidades de origen y al enfrentarse a relaciones de desiguales se agudizan.
En particular, dijeron que las niñas, adolescentes y mujeres solicitantes de asilo, refugiadas, migrantes y desplazadas, enfrentan riesgos elevados de violencia sexual, de pareja íntima, venta e intercambio de sexo como mecanismo de supervivencia y trata con fines de explotación sexual.
Por otra parte, los conflictos, violencia política, cambio climático, desplazamientos forzados, desigualdad social, inseguridad alimentaria, urbanización desmedida y digitalización están creando desigualdades profundas y mayores injusticias y de opresiones sistémicas que contribuyen al aumento de la violencia basada en género.
Aunado a ello, están las prácticas nocivas de género como el matrimonio o uniones infantiles, tempranas o forzadas, la división de género del trabajo, que se invisibilizan por considerarse aceptadas.
La creciente evidencia revela que, en tiempos de crisis o emergencias, el número de niñas y adolescentes unidas de manera temprana y forzosa aumenta considerablemente, a la vez que se quedan sin apoyos o son víctimas de consecuencias fatales, debido a las deficiencias en los servicios de protección, expuso el Sub-Grupo de Trabajo.
Así mismo, las necesidades de salud sexual y reproductiva se pasan por alto con facilidad. Sin embargo, esas necesidades continúan presentes y se acentúan en situaciones de emergencias humanitarias.
Para afrontar esos riesgos y retos, les resulta fundamental el trabajo conjunto, multisectorial y transversal dirigido tanto a la prevención y la mitigación como a la respuesta de violencia de género.
Así pues, es clave que participen todas las instituciones de Estado mexicano, así como las organizaciones de la sociedad civil, iniciativa privada, instituciones de desarrollo y la población en su conjunto para lograr respuestas articuladas, integrales, profundas y duraderas.
Lo anterior, con el fin de lograr una transformación plena y respuestas suficientes a la violencia de género, asegurando que no se queda nadie atrás, incluyendo las mujeres, jóvenes y niñas solicitantes, refugiadas, migrantes y desplazadas en toda su diversidad.
Es clave, también, que todas las personas nos hagamos cargo de esta tarea desde nuestros diferentes sectores y posibilidades, que cada persona se convierta en un activista contra la violencia de género, porque su continuidad resulta inaceptable, concluyó el Sub-Grupo.
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