Fallece periodista chiapaneca que dio voz a los pueblos originarios desde los setentas y hasta su muerte
La periodista Concepción Villafuerte Blanco que dio voz a los pueblos indígenas en Chiapas desde 1968, falleció este domingo a los 75 años de edad, en un hospital de San Cristóbal de Las Casas, donde había sido internada tras sufrir un preinfarto.
Cerca de la media noche del sábado, la periodista originaria de San Cristóbal de Las Casas, fue internada en el Hospital de Las Culturas de esa ciudad, tras sufrir un pre infarto, por lo que fue estabilizada pero permaneció en un estado crítico y hoy, pasada las 19 horas horas, los médicos declararon su fallecimiento.
Villafuerte Blanco, fundó junto a su esposo el abogado y periodista fallecido, Amado Avendaño Figueroa, el periódico “Tiempo, que informa y orienta” en 1968, que durante toda la década de los setentas, ochentas y noventas, fue portavoz de las denuncias y agravios contra los diversos pueblos indígenas de Chiapas.
Su esposo, fue candidato a gobernador por el PRD, impulsado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994, contexto en el cual sufrió un grave accidente o atentado que casi le cuesta la vida, aunque sí fallecieron algunos de sus colaboradores.
“Cuando Amado Avendaño Figueroa se le ocurrió editar un periódico, con la tecnología que se usaba en los años 60, del siglo pasado, no teníamos la menor idea de lo que significaba. Poco a poco nos fuimos involucrando en la tarea de escribir, imprimir, difundir noticias de los acontecimientos que para la sociedad sancristobalense eran relevantes”, narró la periodista chiapaneca en febrero del 2015, cuando la Acervos del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad, de la UNAM, hicieron suya toda la colección del periódico.
Dijo que durante los primeros años, la nota más relevante era la de sociales, bodas, bautizos, cumpleaños. Pero que a mediados de los años 70, las noticias de lo que ocurría en la ciudad, fueron tomando otra visión, por primera vez en la historia, se realizó el primer Congreso Indígena en cuatro lenguas nativas, tzeltal, tzotzil, chol y tojolabal, fue un acto que dejó a la sociedad perpleja, aunque los comentarios que se hacían eran en voz baja, con temor; “los indios habían entrado a la ciudad”, fue un hecho era insólito.
Reseñó en esa ocasión que en los mismos años, comenzaron a darse las expulsiones en el municipio de Chamula, eran actos crueles en los que los caciques del pueblo sacaban a los pobladores de sus casas a golpes y amarrados, los transportaban hacinados en camiones de carga y los llegaban a tirar como bultos en la periferia de la ciudad, sin más pertenencias que la ropa que tenían puesta. El conflicto aparentemente era por profesar la religión evangélica.
Y que para los años 80, los conflictos en los pueblos indios rebasaban fronteras, la matanza de Golonchán, la represión del gobierno a indígenas y campesinos por las invasiones de tierra, el problema agrario que aún continúa y que fue en aumento hasta que llegó 1994 con el alzamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. La matanza de Acteal, Chavajeval, Unión Progreso, entre otras muchas tragedias que trascendieron y ameritaron recomendaciones de la CNDH; están escritas en las páginas de TIEMPO.
En diversos testimonios narró que ser mujer y ser periodista fue una trasgresión que pagó con insultos, amenazas y hasta atentados a balazos en la fachada de su casa.
“Era un atrevimiento que yo firmara las notas. Ese trabajo era de mi marido, del hombre. Ese trabajo no se veía bien en una mujer. Nadie se atrevió a decírmelo de frente, lo leí en los anónimos, igual a los que recibí en 1994 y que sigo recibiendo hasta la fecha con amenazas de muerte y con insultos, porque nos culpan de ser zapatistas. Una mujer de periodista. ¡Vaya atrevimiento!”, escribió la periodista.
Recordó que una vez recibió un texto de uno de los colaboradores espontáneos. Era una crítica redactada en términos rebuscados y se refería a los clubes de damas de la costura, que eran muy elitistas y en los cuales las damas de sociedad se reunían una vez a la semana para coser y echar tijera: “lo publiqué y después recibió un anónimo en el que lo único que no me decían era bonita. Sí decía que yo era una arrabalera y que jamás sería una dama de sociedad. Ni modo, así me quedé”.
Su última aparición pública fue el pasado 7 de abril cuando estuvo en la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Al término de la entrevista, la periodista se le acercó al vocero presidencial Jesús Ramírez Cuevas, a quien conoció dese sus tiempos de reportero para La Jornada cubriendo el conflicto armado desde Chiapas para ese periódico.
Pero la periodista llegó a reclamarle en lo que había llegado ya su carrera de buen periodista:
«¿Cómo aguantas esta chingadera vos?», preguntó la periodista Concepción Villafuerte Blanco al vocero de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, al término de la conferencia mañanera del pasado jueves 7 de abril.
«Nada más te quiero saludar porque me tengo que ir con él», le reviró Ramírez Cuevas a la periodista chiapaneca. Luego, en respuesta a su pregunta dijo: «Estamos aquí, dispuestos al deber».
«Cómo va a ser un deber aguantar a este señor», le dijo Villafuerte Blanco. «Eso me tocó», contestó el coordinador general de comunicación del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
«¿Y todo por lo que peleamos? Libertad, justicia, democracia», preguntó la chiapaneca. «Ah no, yo estoy peleando por lo mismo. No le creas a los medios de comunicación. Chiapas es un desastre», respondió Ramírez Cuevas.
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