Tren Maya no asegura mejora en la calidad de vida del sureste: Observatorio latinoamericano
El Tren Maya recorrerá una distancia aproximada de 1500 kilómetros y pasará por los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo.
Ana Esther Ceceña, coordinadora del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica en el Instituto de Investigaciones Económicas, indicó que alrededor del proyecto del Tren Maya hay una gran cantidad de actividades, que van a tener lugar una vez que finalice la obra, pero no hay ninguna seguridad de ello.
Lo anterior, debido a que no se ha hecho un estudio de factibilidad económica del megaproyecto, no se sabe si los grandes capitales llegarán con la inversión al turismo. Por lo pronto, la promoción que se está haciendo es el empleo, que está ligado a la construcción de las vías del tren.
La investigadora aludió al Corredor Transístmico como un complemento del megaproyecto. Entre ambos planes, dijo, se encuentran en una región importante que abarca selvas únicas con relevancia planetaria indudable, pero también el 99 por ciento del petróleo del país.
La idea de que es una de las zonas más ricas de nuestro país deberíamos tenerla en cuenta, con esas riquezas naturales que tiene se pueden hacer muchas cosas, que sean útiles para la nación, pero sin dañarlas, sin romper las condiciones de sustentabilidad del mismo territorio, explicó Ceceña.
Sobre las riquezas arqueológicas en la ruta del Tren Maya, dijo que hay zonas que no fueron señaladas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Dicha zona fue ampliamente poblada y desarrollada por civilizaciones del pasado. No obstante, siguen existiendo pueblos que se reivindican, por lo que continúan sus modos de vida y visión del mundo. Esa gran cantidad de pueblos indígenas en los alrededores de la ruta se visten, hablan la lengua, tienen las costumbres de esa notación, pero no están reconocidos en las estadísticas.
Así pues, son las culturas las que permitieron desarrollar las selvas y conservar el ambiente, donde hay una variedad de especies endémicas. Sin embargo, resaltó la inadecuada consulta hacía los pueblos indígenas, quienes no han dado su consentimiento, desde un enfoque jurídico es indispensable para que el proyecto se pueda desarrollar en la región.
Por otra parte, enfatizó los distintos modos de solucionar los problemas con la sociodiversidad, al contemplar 68 grupos etnolingüísticos reconocidos por el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), donde 44 tienen asiento comunitario en la zona de construcción, quienes enfrentan el deterioro ambiental y falta de agua, al estar activos desde hace 3 mil años.
Al momento de la construcción del Tren Maya empezaron ha salir por todos lados hallazgos arqueológicos. En las primeras declaraciones, solo en el tramo 1, se habían encontrado 5 mil 300 hallazgos arqueológicos desde 2019, algunos pequeños, pero también grandes edificaciones, expuso la investigadora.
En una segunda declaración, ya se hablaba de 13 mil hallazgos arqueológicos, eso quiere decir, que a medida que se vaya “rascando por la zona”, el riesgo de los puntos históricos y culturales incrementan.
Piensan que somos un país que en el momento de la conquista fue borrada su historia: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Qué hacíamos hace 4 mil años?, esa historia se está recuperando a través de la experiencia de los pueblos, pero también a través de los hallazgos arqueológicos que hoy están realmente amenazados, dijo la coordinadora del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica.
Así mismo, se cuestionó ¿Qué pasa con el Tren Maya y sus polos de desarrollo?, al anunciarse como un proyecto de urbanización. Un ejemplo de ello es Cancún que de mil 200 hectáreas en 1990, se extendió a 13 mil 400 en 2019. Es decir, se comió el área rural, donde se producían alimentos, esto tiende a aumentar la dependencia desde el exterior para la dotación de ingesta, lo que a su vez provoca una intensificación de actividades económicas como las granjas pecuarias y la agroindustria.
Incluso, la agroindustria en la producción de soya para alimentar a los animales que están en esas granjas pecuarias, son las mismas que proporcionan la carne para los hoteles en lugares como Cancún, Playa del Carmen y otras que pretende desarrollar el Tren Maya.
También, se suma el hacinamiento, la producción de basura y la falta de sustentabilidad, porque la gente en el campo se reproduce así mismo porque siembra, lo que le permite tener un sistema ecológico propio, en el caso de las ciudades eso imposible.
Aunado a ello, esta el aumentó de la presión sobre las zonas rurales, así como en la intensificación de la producción alimentaria, que se hace a riesgo de la ecología y del daño ambiental en términos generales por basura, sedimentaciones, producción de deshecho: como el empaquetamiento no biodegradable.
Otro punto que resaltó la investigadora fue el empleo, hay un incremento del número de personas asalariadas a un 8% anual, pero lo que llama la atención en esas estadísticas es que no disminuye el número de pobreza al tratarse de empleos precarios. La mayor parte de las personas que se incorporan al trabajo asalariado son con uno o dos salarios mínimos y un 45% de ellos sin prestaciones sociales.
Los empleos que proporciona el Tren son empleos temporales y sujetos al avance o no de las obras, terminan el momento que se ponen las vías o finaliza la obra para la que fue contratada la gente, detalló Ceceña.
Ante este panorama, no solo hay la política de los megaproyectos en el gobierno actual, sino que se ha combinado a través de presiones de Estados Unidos, al combinarse con una política de detención de migrantes. Es decir, se ha trasladado a la franja Transístmica, generando una zona de encierro de personas en movilidad, que llegan de todas partes del mundo, en su mayoría de Sudamérica y Centroamérica.
Quedan atrapados dentro de la zona y supuestamente ahí van a tener empleos adecuados, cosa que si ya no tienen los pobladores de la región, no se como podría ser el caso de los pobladores que vienen de fuera, subrayó la investigadora.
Por otro lado, toda la zona de Quintana Roo se ha convertido en una de las rutas importantes de narcotráfico que va a la Costa Este de Estados Unidos o que sale a Europa, sin desconocer que la corriente del pacifico: Oaxaca y Chiapas sigue siendo la más importante.
Sin embargo, en Quintana Roo hay presencia de los grandes carteles como es la del Golfo y los Zetas, un riesgo importante, en medida que se va rompiendo el tejido y la organización comunitaria, con el avance del turismo y las agroindustrias, tiende a hacerse más frágil la defensa de la población frente a estos grupos, quedando en manos del crimen organizado que promueve la trata de personas.
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