Se intensifican ataques armados en Aldama, Chiapas
Al menos 47 agresiones armadas en 72 horas, vivieron pobladores del municipio indígena de Aldama, Chiapas, en un ataque simultáneo contra 10 comunidades, que se registró durante los primeros días de noviembre, por parte de un grupo armado que les dispara desde el poblado Santa Marta, en Chenalhó.
Viven entre disparos, ataques con armas de grueso calibre, y bombas, por la aparente disputa por 60 hectáreas de tierra, que los ha colocado como blanco de las agresiones que vienen desde el poblado Santa Martha, de Chenalhó, una tierra que tiene vocación para la siembra de café y productos de autosubsistencia.
“Desde 2016 se activó el grupo armado, y el gobierno mismo lo sabe porque empezó por una disputa de tierras donde vivían siete familias que fueron agredidas y amenazadas a punta de balazos”, explica Apolonia, una de las habitantes de la comunidad Ch´ivit, de Aldama.
Ni los patrullajes de la Guardia Nacional que se realizan desde 2019, logran detener al grupo armado que demanda el control de este territorio. “El recorrido que hace la Guardia Nacional (y la policía estatal de Chiapas), no pudieron llegar a donde están los disparos, porque a ellos mismos les disparan”, explicó Nicolás, de la comunidad Coco´.
Los ataques se han vuelto simultáneos en la totalidad de comunidades que hay en la franja que divide al municipio de Aldama, con Chenalhó, donde viven 115 comuneros y sus familias, algunos en casas de cemento, y otros en viviendas provisionales de madera.
Al menos 3 mil personas han colocado barricadas en los caminos, con piedras que logran detener los disparos. Algunas deben abandonar por temporadas de sus viviendas cuando arrecian loas detonaciones. Son desplazados intermitentes.
“Lamentablemente hemos platicado con funcionarios de gobierno, exigimos que investigue a los grupos armados, pero no hay respuestas, lamentablemente esta situación se va continua”, añade Nicolás.
Mujeres, niños, niñas y hombres tienen apenas alimento suficiente para sobrevivir, porque no pueden ir a los cafetales a recoger su cosecha. Sufren estrés permanente, reconoce María, de Ch´ivit, quien lleva tres días fuera de su vivienda.
“A veces no como, a veces cuando como, vienen los disparos (…) hay mucha tristeza, enfermo de la tristeza”, dice una de las mujeres mientras amamanta a su bebe. Junto a otras cinco familias ahora se encuentran refugiadas con vecinos que tienen viviendas alejadas de la zona de ataque.
Transitar los caminos también es un riesgo. Los pobladores de Aldama deben evitar los caminos, agazaparse entre los arbustos. Hay escuelas abandonadas porque los disparos llegan a las aulas.
En Aldama, los pobladores llevan un recuento detallado de las agresiones, los anotan en cuadernos, y hacen el reporte a las autoridades. Por parte de los gobiernos estatal y federal hay acuerdos de pacificación no respetados; los pobladores aseguran que también hay omisión de las autoridades.
Vivir en Aldama, es vivir entre ataques armados, intentando no ser alcanzados. Este 3 de noviembre, un grupo de reporteros acudimos a Aldama a hablar con las personas desplazadas. El grupo armado disparó hacia la comunidad Ch´ivit, donde realizábamos entrevistas.
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