No hay justicia ambiental sin justicia de género, proclaman mujeres indígenas y rurales de México, Guatemala y Perú
*Las mujeres en contextos rurales continúan llevando a cabo diversas estrategias colectivas para organizarse, cuidar y defender su vida, la de sus familias y comunidades, el territorio y la naturaleza a pesar de los obstáculos históricos, sistemáticos y estructurales en los ámbitos cultural, político, social y económico que tocan sus vidas.
Por Redacción Alma Martínez
En el marco del Día Internacional de las Mujeres Rurales, conmemorado este 15 de octubre, el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir (ILSB) organizó el Conversatorio “Defensoras del territorio: Acción y resistencia”, con el objetivo de reflexionar sobre las acciones y estrategias que realizan cada día las mujeres indígenas y campesinas de México, Guatemala y Perú para la sostenibilidad de sus vidas, de la vida comunitaria y de la defensa territorial. Así mismo, visibilizar las prácticas con las que han enfrentado la pandemia por COVID-19.
Milvian Aspuac, integrante de la Asociación Femenina para el Desarrollo de Sacatepéquez (AFEDES), Guatemala, explicó que, transformar el pensamiento es la primera acción de resistencia para la defensa del territorio, ya que, no se pueden modificar las prácticas sin cambiar el pensamiento, para ello como pueblo deben recuperar la memoria histórica, cuáles son sus raíces y cosmovisión.
La segunda acción es cuestionar el sistema en el que viven, la forma en la que están reproduciendo el capitalismo, el clasismo, el patriarcado, la división sexual y racial del trabajo, las formas de consumo, y las relaciones de poder, para a partir de ahí desarrollar acciones cotidianas que contrarresten.
Aspuac indicó que, para lograr la libre determinación de los pueblos indígenas es importante realizar diversas acciones, entre ellas, producir sus alimentos, elaborar su ropa y practicar la medicina ancestral. Además, recalcó que estas no deben verse como propuestas alternativas, sino como parte de la vida de los pueblos.
En ese sentido, comentó que, son las mujeres, las que se informan y desarrollan acciones para lograr dicha libre determinación, sin embargo, al momento de defender el territorio corren el riesgo de ser criminalizadas, censuradas y limitadas.
La integrante de AFEDES mencionó que, la mayoría de las mujeres de pueblos originarios por vivir en cierta ubicación geográfica pueden quedar fuera de planes y proyectos del mismo Estado, también son objetos de racismo por la idea de que no tienen preparación y solo pueden realizar trabajos domésticos, siendo las defensoras del territorio igualmente objeto de estas ideas.
Aunado a ello, dijo que, la economía de los países puede funcionar si toma en cuenta el trabajo de las mujeres indígenas y de los pueblos originarios, no obstante, resaltó que la precariedad de la vida es una situación cada vez más complicada, pues al no haber trabajo, el Estado decide introducir la industria extractiva a los territorios como una forma de generar empleo, lo que, no coincide con la visión de los pueblos y da cuenta de un sistema que no reconoce sus formas de vida.
Preocupa que esa visión desarrollista cambie las formas en los pueblos, quieren cambiar la agricultura de subsistencia por lo comercial, eliminar las prácticas ancestrales para generar mayor dependencia hacia las empresas de semillas y agroquímicos, convertir en competitivo y productivo al bosque, están talando árboles y sembrando aguacates bajo la excusa de una recarga hídrica, expresó Aspuac.
Por otro lado, expuso que, en el marco de la pandemia el trabajo se ha incrementado para las mujeres, desde atender la educación escolar de sus hijos hasta garantizar la comida en la mesa cuando el esposo perdió su empleo, así las mujeres no tienen tiempo para el desarrollo de proyectos propios y para participar activamente en la defensa del territorio.
Nancy Fuentes, integrante de la Red Latinoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Sociales y Ambientales, Perú, señaló que las mujeres defensoras del territorio a lo largo de los años han llevado a cabo múltiples acciones y resistencias como: articulaciones entre colectivos tanto nacionales como internacionales, alianzas con la sociedad civil, círculos para conversar y fortalecer el liderazgo femenino, campañas, comunicados, encuentros, movilizaciones, caminatas por la vida y consultas populares para frenar la actividad extractiva.
De la misma forma, han realizado acciones legales para anular concesiones que fueron otorgadas a las empresas sin tomar en cuenta la opinión de los pueblos y promovido la reivindicación de las prácticas culturales que consiste en una recapitulación de los saberes.
Fuentes reiteró que, no hay justicia ambiental sin justicia de género, por lo cual, es preocupante que actualmente el disciplinamiento patriarcal se esté combinando con el extractivismo, situación que se refleja cuando las empresas negocian con los dirigentes de los pueblos sin tomar en cuenta a las mujeres y sin importarles que sean ellas las que padezcan a propósito de industrias como la minera y la contaminación del agua, reproduciéndose una vez más el circulo vicioso de hombres haciendo tratos con hombres.
La vulneración de los derechos humanos, especialmente de las mujeres en conflictos extractivistas se ha visto incrementado a raíz de la violencia armada que se ha vivido durante décadas en los países, violencia que ahora se combina para controlar los cuerpos de las mujeres que se oponen al extractivismo, dijo la defensora.
Agregó que, el machismo está arraigado en los pueblos y dentro de las mismas familias que no les permiten avanzar en la defensa del territorio, igualmente el Estado no les garantiza la protección de sus derechos como defensoras y permite que las faltas queden impunes.
Con respecto a la pandemia por COVID-19, declaró que, ante la ausencia del Estado en los pueblos rurales, han sido las mujeres y sus organizaciones las que han realizado acciones de cuidado, seguridad y fuerza espiritual, además, mediante la revaloración de los saberes y el uso ancestral de las plantas medicinales han ayudado a aminorar las consecuencias del virus.
En tanto, Laura Aguilar, integrante de Tochan Nuestra Casa A. C., Puebla, indicó que, es fundamental el cuidado y defensa del territorio a partir de la visión de las mujeres y también es importante visibilizar su organización, resistencia y lucha en la protección no solo de ellas, sino de los pueblos.
Detalló que, aunque falta mucho por hacer, las mujeres constantemente realizan acciones para la defensa del territorio, en el caso de Tochan llevan a cabo actividades como el trueque de saberes y de productos, el ecotianguis como un espacio a través del cual visibilizan su trabajo y pese al menosprecio de los conocimientos ancestrales buscan su rescate implementándolo tanto en la familia como en la comunidad.
Adicionalmente, el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir (ILSB) presentó el video “trueque de saberes”, con la intención de mostrar las prácticas comunitarias que realiza Tochan Nuestra Casa A. C., en su territorio.
El video da cuenta de cómo las mujeres continúan desarrollando diversas redes de apoyo con otras mujeres, haciendo un frente común para protegerse y apoyarse en la defensa del territorio, concretamente a partir del cuidado y manejo de la abeja scaptotrigona mexicana, donde la abeja es igual a salud, vida y territorio.
Lucha contra el sistema patriarcal
El ILSB también presentó el documento “Cuidadoras de la vida y el territorio. Estrategias de acción y resistencia en contextos de acoso y despojo territorial”, para dar cuenta de la situación actual de las mujeres rurales y de las estrategias de acción y resistencia que llevan a cabo para hacer frente al contexto que se vive en los territorios rurales (campesinos e indígenas).
De acuerdo con Paola Patiño y Pilar Arres, autoras del texto, las mujeres rurales son un actor clave e insustituible debido a las labores de cuidado, protección y preservación del medio ambiente y bienes naturales que realizan en sus comunidades y territorios. Además, se encargan del trabajo en el hogar y de los cuidados de la familia y la comunidad, mediante actividades indispensables y sustantivas para la estabilidad, el bienestar y la sostenibilidad para la reproducción de la vida.
Muchas de ellas, como parte de su trabajo cotidiano, trabajan la tierra, tienen huertos y hortalizas en sus patios, lo que también aporta sustancialmente a la soberanía alimentaria, a pesar de que menos de 30% de ellas son dueñas de las tierras que trabajan.
Las autoras señalaron que, las mujeres rurales son defensoras de sus territorios y bienes naturales. Son quienes, muchas veces, se han enfrentado a grandes corporaciones para no dejar pasar a personas ajenas a su comunidad ni a la maquinaria de las empresas que pretenden implementar algún proyecto extractivista o megaproyecto en sus localidades y territorios.
Aunado a los enfrentamientos a causa de la protección de sus territorios y bienes naturales, muchas de ellas trabajan a contracorriente de tradiciones y prácticas culturales y sociales que responden a un sistema patriarcal y colonialista. Este sistema obstaculiza el reconocimiento y la valoración del aporte y trabajo que ellas realizan en lo familiar, comunitario y territorial, y también obstaculiza su acceso al ejercicio de derechos y servicios en condiciones de igualdad con los hombres.
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