Infancia indígena, una riqueza para la nación pero lejos de alcanzar su bienestar
*La investigación descubrió lo que significa ser niño y niña en la localidad de San Juan Chamula, a partir de las prácticas de los menores y sus representaciones sobre su propia niñez.
Isela Guadalupe González Marín, investigadora y doctora en Ciencias Sociales y Humanísticas realizó la investigación “La niñez en Los Altos de Chiapas: Prácticas y representaciones sociales sobre el ser niño y niña en San Juan Chamula”, inserta el tema de niñez indígena en el debate antropológico que contribuye en la construcción de la infancia.
González Marín mencionó que, los chamulas tienen un fuerte arraigo en sus costumbres y tradiciones, esto les ha concedido una gran fortaleza como grupo, al mismo tiempo han logrado cambiar entre la vida urbana y rural.
Añadió que, los habitantes de Chamula poseen las peores tierras de la región para el cultivo, desde hace más de dos siglos se han visto obligados a salir de su localidad para ganarse el sustento diario.
Es así como la ancestral movilidad del pueblo y su cercanía con San Cristóbal de Las Casas han obligado a sus miembros a preservar y fortalecer un núcleo cultural, pero también a adoptar otros aspectos relacionados con su identidad étnica.
La investigadora señaló que, San Juan Chamula es considerado uno de los pueblos más tradicionalistas de Chiapas, parte de su estrategia para resistir como grupo étnico a la modernidad ha sido equiparse de una identidad multivariable, adoptar una etnicidad como una especie de artefacto con la que muchas veces se negocia y la cual es empleada para resistir frente a los llamados kaxlanes.
Esta identidad étnica flexible y plural se manifiesta abiertamente en los niños y contradice la noción de unicidad identitaria que durante muchos años se atribuyó a los grupos indígenas de México, acentuó la investigadora.
Enfatizó que, Chiapas es de manera demográfica “joven”, con mayor índice de población menor de 18 años. En 2010, la población total de la entidad era de 4.8 millones de habitantes, donde más de la tercera parte eran niños, niñas y adolescentes, y es uno de los estados con mayores índices de pobreza.
González Marín puntualizó que, la situación de la infancia indígena está caracterizada por la subordinación, desigualdad y racismo, circunstancias que han generado estructuras de pobreza, exclusión social y discriminación.
Dijo que, según la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México 2010, tres de cada diez indígenas chiapanecos consideran que la discriminación es su principal problema, uno de cada cuatro dijo no tener acceso a servicios de salud o de educación, y casi cuatro de cada diez denunciaron no tener oportunidades equitativas para conseguir trabajo.
Reconoció que, aunque existe una amplia bibliografía etnográfica sobre la localidad de San Juan Chamula, son pocos los recuentos que se hacen sobre los niños y niñas, esto en términos generales, llama la atención considerando la importancia que tienen en los procesos de producción y reproducción cultural.
Los relatos de los niños, de la misma manera que los de los jóvenes y adultos, tienen un peso importante en las interacciones sociales. No tenerlos en cuenta implica dejar versiones de los sucesos fuera de los relatos etnográficos. Decidí trabajar específicamente con niños de la localidad chamula porque son ellos quienes están viviendo en carne propia los cambios, resultados de las transformaciones económicas en el municipio”, dijo la investigadora.
La doctora señaló que, las historias de migración son constantes en la comunidad, hombres y mujeres conocen una gran cantidad de anécdotas sobre esa experiencia, además los lugares de destino han cambiado a lo largo del tiempo, en la actualidad Estados Unidos es el más atractivo, y en menos de una década se ha vuelto la estrategia económica.
Aunado a lo anterior, los procesos migratorios les ha conformado una visión del mundo que domina la vida cotidiana, traspasa las diferentes etapas de su existencia y genera ideas y representaciones sobre el ser y estar en el mundo.
En algunas ocasiones, la investigadora mencionó que esto trae como consecuencia el distanciamiento de las raíces y tradición cultural étnica en los miembros más jóvenes.
Por ello, los niños y niñas de Chamula a los escasos nueve años tienen anécdotas sobre la migración de sus parientes, el trabajo en casa, campo o en la calle, su continua relación con la naturaleza y las transformaciones de su comunidad debido a la ausencia del padre o algún hermano.
Mi papá cosechaba (…) todos los hijos íbamos con él desde chiquitos, también mi mamá (…) Él trabajaba su parcela y vendía las rejas de verdura en San Cristóbal. Luego ya no alcanzaba para seguir trabajando la tierra, decidió ir a los estados. Después perdimos la tierra por la deuda del coyote (…) Un tío abusivo nos dio prestado el dinero con interés para regresar a mi papá, pero se quedó con las 20 hectáreas (…), dijo Sebastián, un niño de la escuela primaria de Muk’em.
La investigadora mencionó que, a causa de las migraciones de los varones a lugares cada vez más distantes, las madres tuvieron que diversificar e intensificar sus actividades, ayudadas por los hijos en edad escolar y que aprendían desde pequeños las actividades del campo en sustitución de sus padres, que salían en busca de trabajos de albañilería.
Por otro lado, expuso que para las personas adultas “la problemática de la juventud” se debe a las influencias externas, un impacto negativo de la migración y que al regresar han traído “prácticas ajenas y dañinas a la comunidad”.
Explicó que, los jóvenes regresan con vestimenta de “cholos” y tatuados, no trabajan, se dedican a deambular por las calles y a gastar su dinero en alcohol y drogas, esta situación se complica con cambios observados también entre la niñez y juventud femenil.
Al entrevistar a señoras jóvenes y mujeres de la tercera edad, descubrió que muchas “ya no se quieren casar”, afirmación que corroboró al ver parejas en las calles y a orillas de la población en situaciones íntimas.
A su vez, los casos de embarazo adolescente han ido en aumento, solo en el periodo de su trabajo de campo, el director de la secundaria de la cabecera municipal reportó que hubo tres casos de chicas de entre 14 y 16 años que resultaron preñadas.
Las nuevas generaciones chamulas nacieron en un mundo social y tecnológico muy distinto al de sus padres. La diversidad religiosa se ha ensanchado a grado tal que Chiapas es el estado con mayor pluralidad religiosa en el país. Todo ello es parte del movimiento de la historia, dijo la investigadora.
Sin embargo, acentuó que los pueblos indígenas continúan presentando rasgos culturales que los diferencian, como su variedad idiomática y sus formas de organización social y política.
En ese sentido, los niños indígenas representan una de las mayores riquezas de la nación, pero en contraste siguen enfrentando problemas de desnutrición, analfabetismo, salud y en general obstáculos que la pobreza impone para alcanzar el bienestar.
González Marín afirmó que, los niños y niñas de San Juan Chamula son una clara muestra de cómo se ha ido transformando la vida de su pueblo al incorporar cada vez más a sus miembros al trabajo asalariado e informal.
Y como a partir de estos elementos, se construye la infancia en el ámbito del género, distribución de los roles dentro de la familia y lo étnico.
Ante ese contexto, enfatizó que resulta de interés entender que la dinámica de los hogares y las familias de origen indígena no puede ser concebida fuera de los procesos de modernización, que han incidido en el comportamiento del conjunto de la sociedad regional y nacional.
La investigadora puntualizó que, para comprender la infancia chamula se debe tener presente que la localidad es heterogénea en términos socioeconómicos, en cuanto a los niveles de escolaridad alcanzada y su inserción en el medio urbano.
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