Fortalecer el corazón, mujeres violentadas trabajan en colectividad para sanar y empoderarse
*La Colectiva, quiere crear una red de mujeres que se sustenten de manera independiente.
Tsatsal Ontonal “fortaleciendo el corazón”, es un grupo de mujeres chiapanecas que afrontan la violencia y se acompañan unas a otras, además trabajan en colectividad para construir una iniciativa económica con autogestión e independencia.
Karina Hernández, integrante de Tsatsal Ontonal dijo que, la colectiva surgió con el proyecto “Ser mujer en Chiapas en tiempos de Covid-19: autocuidado, género y violencias”, de Mónica Carrasco y Edith Kauffer, investigadoras del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), y beneficiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT).
El objetivo del proyecto, era la de identificar estrategias de autocuidado y afrontamiento ante las diversas violencias acentuadas por la situación de confinamiento del Covid-19 en mujeres de diferentes contextos en San Cristóbal de Las Casas, para proponer mecanismos accesibles de atención.
Como resultado, conformaron una red de apoyo entre mujeres, así como alternativas de sobrevivencia en red que consistió en una serie de talleres de elaboración de tejidos, jabones, y postres, y un catálogo para ofrecer los servicios/productos para el intercambio o la compra-venta de los mismos con la finalidad de apoyar sus necesidades económicas.
La primera etapa se dio de julio a noviembre del 2020, brindando talleres y acompañamiento psicológico, social y jurídico, pues las mujeres que llegaron necesitaban orientación para poner un alto a la violencia que vivían por parte de sus parejas, las de sus hijas o incluso sus propios hijos, esto en contextos urbanos como rurales.
Sin embargo, en los contextos rurales, implicaban el sometimiento de las mujeres a mantener acuerdos comunitarios injustos que las colocaban en una mayor vulnerabilidad junto a sus hijas e hijos.
En cambio en los urbanos, implicaba una desconfianza en las autoridades para atender sus demandas, algunas de ellas temían el maltrato que habían escuchado de otras mujeres al acudir a denunciar, en otros casos, ya estaban desgastadas de haberlo hecho y de que no pasara nada con el agresor.
Contó que, con el paso del tiempo, las mujeres expresaban que no habían tenido un acompañamiento así, en sus propios contextos el apoyo entre ellas es mal visto y no creen posible que establezcan unidad.
Se creó un lazo de confianza muy bueno, como se sentían cómodas en lo que se realizaba, se llegó a concretar si querían que se realizara más cosas, independientemente que el proyecto se acabara, podríamos seguir reuniéndonos nosotras con nuestros esfuerzos, dijeron que si, todavía estamos con el financiamiento cuando se creó la Colectiva, mencionó Hernández.
Al contar con mujeres bilingües -en su mayoría tsotsiles- nombraron a la colectiva Tsatsal Ontonal (fortaleciendo el corazón), porque es lo que hacían entre ellas, al contar sus casos se percataban que no estaban solas, así se “fortalecían el corazón”.
Hernández mencionó que, la colectiva la integran alrededor de 40 mujeres de diferentes edades, niñas y niños, adolescentes, jóvenes, personas adultas y mayores de edad.
Posterior, a los resultados del proyecto, en el área de vinculación del CIESAS, las pusieron en contacto con la embajada de Australia para someter a financiamiento otro proyecto relacionado al primero denominado «Enfrentar la violencia feminicida en Chiapas en tiempos de COVID-19: construcción de redes de apoyo, autonomía económica, bienestar emocional y justicia transformadora».
Por otro lado, indicó que en consenso acordaron que, para que otras mujeres puedan integrarse a la colectiva primero deben formar parte del trabajo en grupo para hablar de las violencias, de cómo reconocerlas y enfrentarlas, pues consideran que aquellas que trabajan en el restaurante deben tener una necesidad económica y vivir o estar saliendo de situaciones de violencia.
Acentuaron que, es importante para el trabajo en equipo que se conozcan, y que dentro del colectivo se reconozcan y fortalezcan con otras compañeras.
Como una colectiva que inicia, enfatizó la falta de recursos económicos, muchas de las mujeres son amas de casa, otras se sustentan dependiendo el trabajo que encuentren, la mayoría son empleadas domésticas, y sin salario fijo.
Otra de las barreras que han visto, es que el municipio no tiene las herramientas para apoyar estas iniciativas, y en gestiones que realizaron con el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de las Familias (DIF), solo les dieron despensas, pero no hubo más.
Hernández acentuó que, dentro de los acompañamientos jurídicos, han visto que no atienden rápido a las mujeres, la Colectiva Cereza les ha ayudado en algunos casos, pues a través de la presión han logrado agilizar la documentación.
Sobre los proyectos que tiene la colectiva esta la venta de tortillas hechas a mano y la apertura de un restaurante con comidas y postres tradicionales, y exponer ahí de los productos que realizan las mujeres.
Pretenden hacer una casa de tránsito, para aquellas mujeres que no viven violencia extrema y puedan llegar con sus hijos e hijas en una situación que lo requieran, mientras empiezan sus procesos legales y encuentran un lugar donde vivir.
Envió un mensaje para dar a conocer que, ahí están para apoyar a otras redes, ya que la fortaleza se dará de esa unión, algo que el gobierno no brinda, al verlo como rebeldía.
Invitó a todas y todos a conocer el espacio, se ubican en 1 de marzo No. 16, barrio de La Merced, en San Cristóbal de Las Casas.
A las mujeres que sufren violencia, todavía hay esperanza, cualquier cosa en que la podamos ayudar lleguen, vean que hay otro tipo de reconstrucción personal, no son juzgadas, es para autocriticarse, enseñarnos, pesar en nosotras mismas, porque aparte de ser esposas, madres, e hijas, tenemos una vida, finalizó Hernández.
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