Sandra Rodríguez, la nutrióloga que combate la desnutrición y obesidad desde las comunidades indígenas

Actualmente en el Instituto atienden a 10,893 niñas, niños, adolescentes y jóvenes originarios de localidades indígenas, quienes se alimentaban conforme a las posibilidades de sus localidades de origen

“Ver caritas felices, ver estudiantes exitosos, ver niños sanos, es sin duda un sentir inigualable, ahí nos damos cuenta de que vale la pena cada desvelo, cada hora extra, todo por beneficiar a quienes fortalecen nuestra identidad cultural” compartió Rodríguez.


Por Abigail Ortiz

Sandra Rodríguez estudió en escuelas públicas de Tuxtla Gutiérrez Chiapas, en su vida académica le llamó la atención el área de salud, inicialmente quería ser doctora, hasta que en segundo grado de secundaria tomó un folleto informativo sobre la Licenciatura en Nutrición de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH) y se enamoró de la carrera por completo.

A partir de ese momento decidió poner todo su empeño para llegar hasta ahí, fue en 2011 cuando ingresó a la carrera y para 2016 ya había egresado.

Pero su formación académica no fue fácil, mientras estudiaba la universidad buscaba oportunidades de empleo, en los periodos vacacionales daba clases de regularización a niños de primaria, fue encuestadora para una empresa que se encargaba de realizar estadísticas durante las épocas electorales y colaboró con el proceso de investigación para la elaboración de un libro de una escritora extrajera.

En su universidad, al no encontrar donde realizar su servicio social en el ámbito comunitario, fue al Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) en ese entonces conocido como la Comisión Nacional para el Desarrollo de Pueblos Indígenas, acudió al día siguiente y se quedó.

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En México y específicamente en el estado de Chiapas podemos ver los dos mayores problemas que en cuanto a nutrición existen, la obesidad y la desnutrición, el querer aportar un granito de arena en el tratamiento o incluso en la erradicación de los porcentajes de estos fue lo que me motivó, comentó Rodríguez.

En el Instituto, le presentaron el Programa de Apoyo a la Educación Indígena, cuya finalidad es contribuir en la permanencia, desarrollo y conclusión de estudios de niños, niñas, jóvenes y adolescentes pertenecientes a los pueblos y comunidades indígenas a través de servicios de alimentación, hospedaje, becas y actividades complementarias, estas atenciones se dan en los espacios denominados Casas y Comedores Comunitarios del Estudiante Indígena.

Como sociedad la cultura alimentaria es muy fuerte, el Programa busca adaptar la alimentación, garantizar que sea adecuada, balanceada y propia de la cultura para favorecer el mayor aprovechamiento escolar, señaló Rodríguez.

La nutrióloga con 6 años laborando en el Instituto ha visitados distintas comunidades, entre ellas: Tapiula, Chapultenango, Mitontic, Pantelhó, Capitán Luis A. Vidal, Siberia, Rayón, La Merced, Bochil, Jitotol, entre muchas otras en las que el Instituto tiene cobertura.

El instituto maneja un sistema que se adecua a las necesidades nutrimentales de manera mensual, además realizan un seguimiento antropométrico (peso y talla) tres veces por ciclo escolar.

Pongo todos mis conocimientos y recursos en el desempeño de mi labor, para garantizar el bienestar de la población con la que trabajo (…) Las dietas se diseñan bajo los principios éticos del nutriólogo, asegurándome de cumplir con las normas legales, añadió.

Comentó que laboral y personalmente este ha sido un trabajo que le ha llenado, que la ha vuelto más humana y sensible a los problemas propios de la sociedad, por lo que cada día está en lucha de esforzarse para poder seguir al servicio de los pueblos indígenas y de toda la sociedad.

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Problemas alimentarios

Cabe señalar, la Cruz Roja Mexicana Delegación realizó un estudio a 816 niñas, niños y adolescentes donde se dio a conocer que “solo uno de cada dos niños presentó un peso normal”. 

De acuerdo con el estudio que se hizo a 816 niñas, niños y adolescentes de Arriaga, Tonalá, Pijijiapan, Mapastepec, Tapachula, Berriozábal, Suchiapa, Acala, Villaflores, Tuxtla Gutiérrez y Venustiano Carranza, “sólo uno de cada dos presentó un peso normal”.

En 2015, el Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) advirtió que pese a los programas alimentarios gubernamentales, “no (se) ha podido revertir la desnutrición infantil sino que la población beneficiaria comienza a presentar problemas de sobrepeso y obesidad, debido al consumo de una dieta en la que predomina los alimentos industrializados sobre el consumo de frutas y verduras”.

El problema de la desnutrición crónica persiste y afecta sobre todo a las niñas y los niños que tienen entre 2 y 7 años de edad, y puede esperarse que una gran proporción de ellos padezca sobrepeso u obesidad en su edad adulta, debido a que su crecimiento se detuvo mientras su peso corporal aumentó en mayor proporción en relación con la tall, señalaba el ECOSUR.

A su vez, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2018 reveló que en el país poco más de una quinta parte, es decir, el 22% de niñas y niños con menos de 5 años, tienen riesgo de padecer sobrepeso.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) señaló que, la salud en la primera infancia, periodo de la vida que ocurre antes de los 5 años, es de prioridad para los gobiernos del mundo.

Añadieron que, la relevancia queda de manifiesto al incluir el Desarrollo Infantil Temprano dentro de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la cual establece que los niños deben tener todas las condiciones necesarias para alcanzar su máximo nivel de desarrollo.

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