En el sureste, hay potencialidades que solo pueden ser aprovechadas de una forma diferente: Daniel Villafuerte
*Los megaproyectos o «grandes proyectos de desarrollo» representan procesos de inversión de capital público y/o privado, nacional o internacional, abarcan en un principio a los sectores minero, turístico, energético, de hidrocarburos, agroindustrial y de construcción de infraestructura carretera, entre otros.
Daniel Villafuerte, investigador del Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica (CESMECA) de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH), en su participación en la sesión “Políticas gubernamentales: megaproyectos, extractivismo y desarrollo” mencionó que, el sur sureste de México, es una realidad sociocultural, política y económica, que retratan la forma en que se han construido proyectos de la nación a lo largo del Siglo XX.
Villafuerte dijo que, en el sur se encuentran recursos naturales, agua dulce, petróleo, gas, aceite, minería, tierras de labor, diversidad climática, recursos eólicos, hidroelectricidad, espacios de alto valor escénico, y biodiversidad.
Pero, ante dicha riqueza persiste un problema: la pobreza, la población mayoritaria se encuentra en estas condiciones, es decir, hay 21.3 millones de pobres en la región sur sureste, 41% de todo del país.
El investigador señaló que, Chiapas, Guerrero y Oaxaca forman el triángulo de la pobreza en México, aportan 7 millones de pobres, es decir, 14% del país, viendo estos datos y la dinámica social, se puede pensar que las condiciones materiales para una revolución están dadas.
Mencionó que a partir del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) hasta los años 30 del Siglo XX, la historia económica del sur estuvo caracterizada por plantaciones como son el cacao, plátano, caña de azúcar, y tabaco, todas orientadas al comercio internacional.
A las tierras tropicales del sur, dijo que se les veía como el remedio para resolver la presión campesina sobre las tierras de otras regiones del país, en donde se habló de una marcha hacia el mar para ampliar la frontera agrícola.
Villafuerte comentó que, en 1955, el Instituto Mexicano de Recursos Naturales Renovables convocó a una reunión de expertos académicos para discutir y plantear alternativas para los problemas del trópico mexicano, dando pie a la formación de la Comisión de Estudios del Sureste para orientar al desarrollo y su incorporación a la economía nacional.
Enfatizó que el primer megaproyecto en la región fue la invasión del trópico por los ganaderos, para él ha sido el más destructivo hasta la fecha, pues las extensiones de bosques y de selvas fueron convertidas en potreros, lo que alteró los ecosistemas, se polarizo la tenencia de la tierra y las disputas agrarias cobraron numerosas vidas.
La gran expansión de la ganadería bovina ocurrió entre 1950 y 1970, estimulada por una política gubernamental que ofrecía programas de créditos, sanidad animal, y protección a la propiedad privada por medio de certificados sin afectividad.
Para 1940, el investigador enfatizó que se registró una superficie ganadera de 3.6 millones de hectáreas (Ha), tres años después ocupaba cerca de 7 millones de ha, en la que pastaban alrededor de 5 millones de cabezas.
Aunado a lo anterior, en 1980 la región contaba con 10 millones de cabezas de ganado bovina, una cifra que se mantuvo hasta 1990, porque el modelo de crecimiento extensivo ya había llegado a su fin, por lo que se planteó la posibilidad de una reconversión a un sistema más intensivo, pero las selvas ya habían sido reducidas en pequeñas porciones en Tabasco, Veracruz, Yucatán y una fuerte disminución en Chiapas.
Yo pienso que lo que ahora se dice de los efectos ecológicos del Tren Maya es un juego de niños, comparado con lo que ocurrió con la ganadería bovina que, además creo un grupo de empresarios poderosa, la Confederación Nacional Ganadera, que se convirtió en un brazo político con mucho poder en el Partido Revolucionario Institucional, dijo el investigador.
El segundo megaproyecto fue el Plan Integral del Río Grijalva que, permitió la construcción del mayor complejo hidroeléctrico del país, comenzó en 1958 con la Presa Malpaso, seguido por la Angustura (1968), la gran Presa Chicoasén (1974) -en su momento se dijo que era la más grande América Latina-, y la Presa Peñitas.
Villafuerte mencionó que, en los 70 en la región hubo dos megaproyectos, entre ellos, el proyecto petrolero que convirtió al sureste en el mayor productor de crudo del país gracias a Tabasco y el norte de Chiapas, poco después Campeche produjo cerca de 2 millones de barriles por día (73% de la producción nacional), y para el 2002, era de 2.6 millones.
Fue así como hasta mediados de 1980 se vivió el “boom petrolero”, que no genero ningún desarrollo para la región, pero si un importante movimiento social que se concreto en el Pacto Rivereño, el cual reclamaba el pago de las tierras afectadas por la explotación petrolera.
El investigador señaló que, en el 2001 se lanzó el Plan Puebla Panamá (PPP), durante los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, el documento que lo sustento fue el proyecto denominado “El sur también existe”, un ensayo sobre el desarrollo regional en México escrito por Enrique Dávila, Georgina Kessel y Santiago Levy, ilustres ideólogos del neoliberalismo foxista-calderonista.
Aunque no prospero siguió en Centroamérica con varios proyectos entre los que destaca el sistema de interconexión eléctrica, la red internacional de carreteras, y el proyecto de biocombustibles, entre otros.
Diría que solo el primero se concluyo plenamente, pero los efectos del proyecto de biocombustibles lo tenemos ya presente en la Selva Lacandona, la costa chiapaneca, en el norte del estado con la expansión de la frontera de palma de aceite, junto con el pueblo Panamá iniciativa Mesoamérica, mencionó el investigador.
Asimismo, dijo que el proyecto minero operó de manera callada en esos años, sin embargo, el que se tiene hoy en día representa una estadística alarmante. En el caso de Chiapas, son 1.6 millones de hectáreas concesionadas por 50 años.
Villafuerte puntualizó que, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, fueron lanzados dos megaproyectos, primero el Plan Nacional de Infraestructura donde destacan los proyectos para el sur sureste en materia de energética: seis centrales eólicas en Oaxaca, construcción de dos hidroeléctricas en Chiapas y el gasoducto Salina Cruz- Tapachula con conexión hacia Honduras y probable hacia El Salvador.
El segundo megaproyecto fue el de las zonas económicas especiales, estas se aprobaron en el ultimo año de gobierno de Peña Nieto, pero no prosperaron y el gobierno de la 4T lo desapareció.
Acentuó que, el gobierno de la Cuarta Transformación tiene tres grandes proyectos: el corredor interoceánico del istmo de Tehuantepec consiste en la creación de una zona franca con 10 parques industriales, una inversión aproximada de 250 mil millones de pesos, según las proyecciones se espera que generen alrededor de 70 mil empleados directos, con este se dará un encadenamiento productivo con el impulso de los proyectos eólicos, hidroeléctrico y geotérmico.
Después sigue el proyecto más importante del sexenio el Tren Maya, con una inversión proyectada en 150 mil millones de pesos, luego está la refinería de Dos Bocas con una inversión aproximada de 160 mil millones de pesos.
Estos tres proyectos suman una inversión publica y privada de alrededor de 500 mil millones de pesos, la pregunta es ¿Cuál es la diferencia entre los proyectos anteriores y estos?, lo que veo de manera inmediata es que hay un impulso y una regulación del estado, estos proyectos de la 4T pienso que serán concluidos y que cuentan con un plan operativo con un presupuesto y están los tiempos definidos, dijo el investigador.
Agregó que, el sureste tiene debilidades, pero también grandes potencialidades que solo pueden ser aprovechadas de una manera diferente, es decir, que los actores sociales, económicos, y políticos de la región formulen un proyecto integral a corto, mediano y largo plazo, pues se trata de cambiar la visión que ha prevalecido alrededor de los años 50 y que hoy están presentes en los megaproyectos diseñados desde el gobierno.
Sobre la importancia geopolítica que reviste el sur de México, dijo que hay varios aspectos a tomar en cuenta, una es la visión geopolítica de Estados Unidos sobre el sur de México, es especial a la frontera, que está dada por dos razones fundamentales, por una parte, la transmigración centroamericana, caribeña y extra continental, por otro el narcotráfico.
Según informes de Estados Unidos señalan que, el 80% de la cocaína pasa por Centroamérica y por supuesto por el sur de México, un elemento adicional es la posición geográfica que tiene esta región, esto convierte al sur en un asunto geopolítico y de seguridad nacional, finalizó el investigador.
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