Agrava salud de joven indígena herido por civiles armados
El pasado 13 de septiembre, el joven de 16 años, Raymundo Pérez Santiz, fue alcanzado por una bala, cuando en compañía de su hermano, caminaba por la carretera, a la altura de la comunidad Tabak, del municipio de Aldama.
Fue herido por los grupos armados de Santa Martha Chenalhó, con quienes el pueblo de Aldama mantienen una disputa por la posesión de 60 hectáreas de tierra.
Luego de ser herido, «fue trasladado al hospital básico de Aldama, en donde recibió las primeras atenciones, porque Raymundo se encontraba en estado crítico por pérdida de mucha sangre que no se le podía parar”, explicaron sus familiares.
Del hospital de Aldama fue trasladado al Hospital de Las Culturas, en San Cristóbal de Las Casas; ahí le dijeron que debía ser atendido en la ciudad de Comitán, donde tampoco lo aceptaron. Lo reenviaron de nuevo al Hospital de Las Culturas.
En ninguno de estos lugares le sacaron la bala que se encuentra alojada en su pierna, la bala se ha movido de lugar desde que fue herido. El orificio de entrada del proyectil sangra todos los días desde entonces.
La familia de Raymundo Pérez Santiz la conforman campesinos que viven situación de desplazamiento forzado, a causa de las agresiones armadas que los violenta desde hace casi 4 años. Esporádicamente habitan una casa de madera de una sola habitación.
Desde que fue herido, sus familiares apenas han logrado juntar algún dinero para pagar los traslados al hospital y comprar medicinas.
La primera vez que llegó al hospital de Las Culturas, “solo le sacaron la radiografía y le pusieron un analgésico (…) no contaban con el médico cirujano a lo mucho que estuvieron en el hospital de Las Culturas como 10 minutos, después fueron trasladados en el hospital de la ciudad de Comitán, llegaron a las 5 pm aproximadamente y de ahí solo le hicieron la valoración, los doctores no se dieron cuenta de que la bala se encuentra en la pierna y no le tomaron radiografía hasta que la familia se dieron cuenta. Lo más crítico es que la bala no fue extraída y se mueve dentro de su cuerpo”, explicó la madre del joven.
A una semana de la agresión, el estado de salud de Raymundo se ha agravado. Permanece acostado en la única cama de madera con la que cuenta la familia, “sigue sangrando y la bala moviéndose”.
El día jueves 17 de septiembre, la Comisionada para el Diálogo de los Pueblos, Josefina Bravo Rangel, recorrieron la zona de Aldama en compañía de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, elementos de la Guardia Nacional y policías estatales.
“Hicieron presencia en la casa de los heridos y solo le preguntaron qué medicamentos les habían recetado”, explicó su hermano.
La madre del menor demandó que su hijo sea atendido. Teme que la fiebre y sangrado constante lo debilite aún más.
La familia de Raymundo forma parte de las más de 3 mil personas que desde las agresiones armadas en el marco de la disputa con habitantes de Chenalhó, ha pasado hambruna. Las agresiones constantes les impiden acudir a sus tierras para cultivar y cosechar alimentos.
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