24% de las niñas que trabajan en las calles de Tuxtla Gutiérrez han sido víctimas de golpes y abuso sexual
*La investigación realizada por Lucrecia Hernández, Austreberta Nazar y Benito Salvatierra revela que existe una mayor prevalencia de niños que laboran en las calles en comparación al porcentaje de niñas, sin embargo, ellas son las más vulnerables debido a que ellas laboran en los bares y cantinas.
El trabajo infantil es un fenómeno que abarca diversos sectores de la población y puede observarse en países, tanto en economías desarrolladas como en aquellas que están en desarrollo. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en todo el mundo sigue habiendo infantes que realizan algún tipo de trabajo poniendo en riesgo su desarrollo normal e incluso su propia vida, perjudicando educación y su salud; es decir, enfrentan una serie de peligros al incorporarse a actividades no propias de su edad.
Lucrecia Magdalena Hernández Pilicastro, investigadora de la Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH), junto a Austreberta Nazar Beultelspacher y Benito Salvatierra Izaba, investigadores del Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), llevaron a cabo una investigación referente al riesgo y la vulnerabilidad social del trabajo infantil realizado por niñas en Tuxtla Gutiérrez.
El trabajo infantil no remunerado dentro de la estructura familiar, es decir, en las labores domésticas, artesanales o agrícolas, ha sido habitual en muchas culturas y no por ello se ha visto como algo negativo. Sin embargo, señalan que, el trabajo asalariado y fuera del hogar, ha sido asociado a los abusos y riesgos que sufre la niñez al incorporarse a los trabajos, sobre todo, si es en condiciones precarias, así como las largas jornadas laborales, explotación laboral y los bajos salarios.
Sin embargo, en muchos de los casos no se logra establecer la diferencia cuando una actividad en el hogar se convierte en trabajo. Esto, debido a la influencia cultural en la forma de percibir y valorar el trabajo infantil que está presente en los entornos socioeconómicos y culturales de la sociedad.
“En muchas culturas, los padres de familia consideran “ayuda” o “apoyo” la labor doméstica que realizan sus hijas e hijos en el hogar, otorgándole además un valor formativo para la personalidad y sólo consideran “trabajo” cuando se trata de actividades productivas fuera del hogar que rindan a la familia un ingreso monetario”, señalan Hernández, Nazar y Salvatierra.
Destacan que, a diferencia de la población adulta en condiciones de vulnerabilidad social, en los niños y las niñas, la vulnerabilidad es agravada por su debilidad física y su dependencia de los adultos, lo que les impide afrontar la mayor fuerza y poder de los adultos que abusan de ellos, la posición de contacto involuntario con sus maltratadores, generalmente familiares, sin tener opciones de alejarse de ellos, así como la dificultad para acceder a las instancias sociales que podrían protegerlos de un contexto de riesgo.
Dicha situación propicia las condiciones de negligencia, explotación laboral, así como el hecho de que sean víctimas de abuso físico o sexual, entre otras experiencias dañinas, lo que se acrecienta cuando las niñas y niños se insertan prematuramente en actividades laborales riesgosas, de manera informal y sin la protección legal o familiar; lo anterior es especialmente grave para las mujeres, quienes, con frecuencia, enfrentan situaciones de violencia y abusos de género.
En México el trabajo infantil fuera del hogar se encuentra asociado a las formas que adoptó el desarrollo y sus consecuencias en los desequilibrios regionales, desigualdad en la distribución del ingreso, crecimiento urbano muy acelerado, dispersión y el aislamiento de la población rural, así como los nuevos procesos sociales que incrementaron los movimientos migratorios, los cuales incorporaron cada vez más a crecientes contingentes de niñas y niños menores de edad y mujeres.
“Cabe mencionar que la política económica ha fomentado la creación de empresas familiares que precisan de mano de obra y se han apoyado en las redes de parentesco para obtenerla; todo lo anterior trae como consecuencia que una de cada cinco familias no obtenga ingresos suficientes para la alimentación, uno de cada dos habitantes del campo y uno de cada nueve que viven en la ciudad se encuentren en condiciones de extrema pobreza” resaltan en la investigación.
Explican que, el trabajo infantil no se encuentra en igual medida entre los niños y las niñas, 67% de los niños entre 5 y 17 años trabaja en comparación con 33% de niñas. La población infantil trabajadora se concentra en las áreas menos urbanizadas de México. La presencia de niños y niñas trabajadores menores de 14 años en las localidades más pequeñas supera a la de las ciudades.
El trabajo de investigación fue llevado a cabo en tres colonias de las periferias de la ciudad, teniendo en cuenta algunas características como que la población residente estuviera conformada, en su mayoría, por familias de procedencia inmigrante, con menos de 20 de creación y con asentamientos regulares o irregulares. Como resultado, las colonias Loma Larga, La Condesa y Chiapas Solidario.
De acuerdo a las investigadoras, en estas colonias residen no solamente personas provenientes del estado de Chiapas, (indígenas y no indígenas), sino de otras entidades del país como Tabasco, Morelos y Baja California. En las colonias La Condesa y Chiapas Solidario se registró la presencia de personas originarias de países de Centroamérica como Guatemala, El Salvador y Honduras. En las tres colonias existe precariedad de vivienda y de servicios públicos.
Los resultados arrojaron que el 12.1% de la población infantil de dichas colonias realiza algún tipo de trabajo fuera del hogar; en algunos casos con pagos mínimos, largas jornadas laborales y exposición a riesgos debido a que un gran número de ellas y ellos trabajan en la calle, o en actividades peligrosas, como la construcción. Se registró una mayor frecuencia de trabajo infantil de niñas en las colonias con peores condiciones socioeconómicas: 12.2% para Chiapas Solidario, y 7.7 % para La Condesa, lo que contrasta con 2.3% de la colonia Satélite Loma Larga.
“Los hogares encabezados por mujeres, tuvieron una cifra más elevada de trabajo infantil fuera del hogar, con 17% que los que tienen jefatura masculina con el 11.1%; sin embargo, las estimaciones por colonia muestran que este patrón se mantuvo solamente en la colonia Chiapas Solidario, que es la que tiene la mayor desventaja socioeconómica. En esta colonia, la prevalencia de trabajo infantil entre niños y niñas que provienen de hogares encabezados por mujeres (26.1 por ciento), es más del triple de la cifra registrada para niñas cuyo hogar tiene jefatura masculina (ocho por ciento)” destacan.
El 75% de las niñas reportó estar expuesta a borrachos y pleitos. Casi la mitad de las niñas regresa a su casa muy tarde por la noche, entre las 21:00 y 24:00 horas, a la vez que el porcentaje de niños trabajadores que regresan a esa hora corresponde a solo 14.4%. Las niñas que provienen de hogares con jefatura femenina registran una prevalencia de trabajo infantil de 18.6 %, cifra superior al promedio de toda la población infantil de este estudio, que fue de 12.1%; 60% regresan a su casa entre las 21:00 y 24:00 horas, y 24 %, han sido víctimas de golpes y abuso sexual.
“La falta de atención de las instituciones públicas encargadas de hacer valer los derechos de la niñez en el estado de Chiapas y específicamente en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, han provocado que los padres, madres, jefes y jefas sigan exponiendo a los menores a los riesgos y peligros tanto dentro como fuera del trabajo, permitiendo en algunos casos la explotación laboral” finalizan.
Además de los riesgos y peligros a los que se exponen, el trabajo y contribución económica de niños y niñas trabajadoras es generalmente invisibilizado y se le resta importancia dentro de sus propios contextos laborales. La invisibilidad que viven las niñas muestra la poca valoración y reconocimiento que se tiene de su trabajo y de sus aportaciones.
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