El muro que México construyó en la frontera sur, neutraliza caravanas
Gritos guturales que sonaban “Huuu¡ ¡Huuu¡ ¡Huuu¡”, se mezclaron con el sonido rítmico y penetrante que hace el choque de toletes contra los escudos, y el de las botas contra el piso. Los uniformados formaron una barrera humana que fue empujando a los migrantes hacia atrás, cerrándoles el paso, envolviéndolos y cerrándose.
A los migrantes los contuvo ese muro humano compuesto por militares que forman la Guardia Nacional, quienes en esta semana utilizaron los recursos de la fuerza física, de la fuerza que impone en los países centroamericanos mirar militares en contextos que recuerdan las guerras civiles apenas pasadas; con la fuerza del sonido que remite a batallas.
Ayer, cientos de migrantes nuevamente lo intentaron, y nuevamente fueron detenidos. Ayer, cruzaron durante las primeras horas del jueves, el río Suchiate, ya no solo de migrantes de Honduras, sino de El Salvador y Guatemala.
En esta ocasión la Guardia Nacional no los detuvo al momento, de hecho, pocos uniformados había en ese momento en la rivera de ese rio que divide México de Guatemala. Busco, como estrategia de guerra, un mejor lugar para la batalla.
Los migrantes, que son quienes salieron de Honduras hace dos semanas, y quienes habían logrado escapar al operativo de contención del pasado lunes, una vez cruzado el río, alrededor de las 5 de la mañana, iniciaron el recorrido por el país, por la carretera Panamericana, en su intención de recorrer los 3 mil kilómetros que los separan de su destino: Estados Unidos.
Ellos, muchas mujeres, niños, niñas y jóvenes, reiteraron nuevamente su petición al gobierno de México, les permitiera el libre paso. Insistieron que no era su intención provocar disturbios.
Llevaban con ellos banderas de sus países de origen, y de la de Estados Unidos. Volvieron a hablar de su situación económica y de seguridad, y de los motivos que los llevaron a salir de su país y tomar esa decisión.
«Primero Dios podamos cruzar para poder alimentar a mus hijos y salir adelante y ser el mejor padre para ellos. Que no les haga falta nada porque yo crecíen la pobreza y no quiero que lo tengan igual”, dijo Roberto, un joven de Guatemala, al iniciar el camino.
Durante unas 10 horas, caminando y tomando algunos descansos, en medio de una temperatura de más de 30 grados, mantuvieron su ruta. Poco antes de las cinco de la tarde, sobre la carretera, cientos de la GN y agentes del INM les cerraron el paso, al colocarse de frente a los migrantes.
«Estamos pidiendo de favor ayuda, y nos mandan la fuerza. Y eso que les estamos diciendo que queremos que nos arreglen nuestros papeles. Hemos venido exigiendo un derecho que de verdad existe, y nos mandan esto, y después dicen que nosotros somos los malos”, refirió Jony, uno de los migrantes de Honduras, al momento de detenerse.
El muro de uniformados usó entonces su fuerza, lanzaban gritos, formaron una barrera humana que fue empujando a los migrantes.
Los migrantes prácticamente les imploraron que les dejaran pasar, les dijeron que se detuviera, que querían paz, que había niños, que no querian quedarse en México ni ser regresados a sus países.
Sin embargo, los uniformados les lanzaron gases lacrimógenosdirecto a la cara, contra aquellos que intentaron resistirse y, poco a poco, empujándolos con fuerza, los obligaron a subir a autobuses para llevarlos a estaciones migratorias.
Algunos, muy pocos jóvenes, lograron escapar internándose en terrenos cercanos
El gobierno mexicano, por segunda ocasión, desarticuló la caravana, y contuvo en esta frontera sur, con este muro humano que es el cuerpo militarizado de la Guardia Nacional, a miles de migrantes que quieren llegar a Estados Unidos.
Horas después del operativo, el INM dio a conocer en un comunicado que “en apego a la Ley de Migración y con pleno respeto a los derechos humanos, fueron rescatadas 800 personas migrantes de origen centroamericano. La dependencia añadió que busca a 200 más que escaparon.
El INM continuó también con las deportaciones masivas a Honduras, de los que fueron detenidos en el primer operativo de contención, suman poco más de 800 los deportados.
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