AMLO y EZLN: dos décadas de desencuentros
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional y Andrés Manuel López Obrador suman dos décadas en un distanciamiento que se intensifca con la construcción del Tren Maya y otros megaproyectos en el sur del país
Texto: Andro Aguilar
Foto: Twitter López Obrador
El 2020 inició en el territorio zapatista con el mensaje de que el EZLN defenderá el territorio contra los megaproyectos con la vida si es necesario. En su mensaje, el subcomandante Moisés se refirió de nuevo a López Obrador como el capataz que sirve al gran patrón: el capital.
Como respuesta, el presidente dijo que el mensaje está muy cargado de propaganda e ideología, y reiteró que el gobierno federal no pretende quitarles el territorio.
En una alusión al subcomandante Galeano, López Obrador argumentó que su trabajo con las comunidades indígenas comenzó casi medio siglo atrás.
“Mucho antes que algunos dirigentes de esa organización llegaran a Chiapas ya nosotros trabajábamos, yo ya trabajaba en comunidades indígenas, ellos todavía estaban estudiando y ya nosotros ya estábamos en las comunidades, y llevamos años así. ¿Y cuándo hemos reprimido a alguien?”.
Éste es sólo el más reciente de los mensajes y desencuentros entre el EZLN y López Obrador, que suman más de dos décadas. Y se han intensificado por las políticas gubernamentales de implementar megaproyectos en el territorio mexicano, principalmente por el Tren Maya.
Primer año nuevo
En 2019, sin mencionarlo por su nombre, en el mensaje de año nuevo el Ejército Zapatista se refirió a López Obrador como “tramposo”, “mañoso”, “loco” por querer trabajar para ricos y pobres.
“Está consultando a que nos vengan a enfrentarnos, nosotros los pueblos originarios y en especial a nosotros, al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, con ese su porquería Tren Maya y todavía ponen su nombre de nuestros anteriores. No lo aceptamos”, dijo el subcomandante Moisés.
Al día siguiente, en su conferencia, López Obrador habló de sus encuentros presenciales con Marcos, ahora Galeano, y negó tener problemas con algún integrante del EZLN.
“No tengo conflictos con el subcomandante Marcos. Lo vi cuando estaba yo por entrar a dirigir el PRD ya tiene algún tiempo, lo vi en San Cristóbal la última vez antes también lo vi en Guadalupe Tepeyac, lo he visto dos veces o tres veces, pero no tengo ningún problema con él ni con ningún dirigente del zapatismo”.
“Primero los huesos”
Tres días después de que López Obrador ganó las elecciones presidenciales, en un mensaje firmado por los subcomandantes Galeano y Moisés, el EZLN llamó a un encuentro de redes de apoyo al Concejo Indígena de Gobierno.
Y como posdata, una alusión a la frase obradorista de la campaña de 2006:
“No, nosotras, nosotros, zapatistas, NO nos sumamos a la campaña ‘por el bien de todos, primero los huesos’. Podrán cambiar el capataz, los mayordomos y caporales, pero el finquero sigue siendo el mismo”.
La relación entre ambos sectores, sin embargo, no siempre fue tan distante. En los primeros años después del levantamiento, el EZLN trabajó de cerca con el cardenismo, el PRD y López Obrador. Pero a el incumplimiento en 2001 de los Acuerdos de San Andrés por parte de todos los partidos, incluido el PRD, que López Obrador había dirigido, fue el principal detonante del rompimiento.
A partir de ahí, los mensajes y pronunciamientos se han ido acumulando.
El gobierno de la capital
En un comunicado publicado el 1 de febrero de 2003, aún en el gobierno capitalino, López Obrador fue acusado por el EZLN de mostrar que el arte de la simulación en la política seguía siendo efectivo.
En una segunda carta, publicada ese mismo día, el EZLN destaca a AMLO como una persona con cuyo pragmatismo buscaba encaminarse a ganar las elecciones presidenciales.
Al año siguiente, el 10 de abril de 2004 es la fecha identificada como el rompimiento definitivo entre el EZLN y el PRD del que aún formaba parte López Obrador. Habitantes de Zinacantán, bases de apoyo zapatistas, fueron emboscados por integrantes del PRD. Al menos 125 familias fueron desplazadas y hubo decenas de heridos.
“El huevo de la serpiente” y la Otra Campaña
Quizá el calificativo que más recuerda López Obrador se dio un año antes de su primera elección presidencial de 2006, cuando las encuestas lo colocaban por encima de todos los aspirantes a la Presidencia.
El Subcomandante Insurgente Marcos publicó un mensaje en el que compara su programa social con los realizados con el salinismo. Se refirió al tabasqueño como el “huevo de la serpiente”, que en ese entonces “anidaba” en el gobierno de la Ciudad de México.
EL EZLN lanzó la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y se reunió con organizaciones y colectivos que la habían suscrito. En enero de 2006, el EZLN inició lo que llamó la Otra Campaña, que corrió en paralelo con el proceso electoral oficial rumbo a los comicios por la Presidencia. En esos recorridos los mensajes de la agrupación marcaron una distancia acentuada con los partidos políticos, incluida la coalición que impulsó a López Obrador.
15 de octubre 2016
En octubre de 2016, con el anuncio zapatista de que buscarían la candidatura presidencial con una mujer, que después se sabría fue Marichuy, López Obrador reclamó desde su cuenta de Twitter la postura del EZLN durante los comicios presidenciales en los que el político había participado.
“El EZLN en 2006: era ‘el huevo de la serpiente’. Luego, muy ‘radicales’ han llamado a no votar y ahora postularán candidata independiente”.
Más tarde en una gira, matizó: “lo único que puedo decir es que tienen todo el derecho de participar”. Sin embargo, recordó el distanciamiento que entonces tenía una década:
“Desde hace 10 años, ellos no apoyan a nuestro movimiento, que al contrario en el 2006 llamaron a no votar por nosotros”.
En una entrevista con el periódico La Jornada, publicada un año después de que ganó las elecciones presidenciales, López Obrador recordó el calificativo.
“Muchos creen que somos iguales, esto pasaba con el zapatismo. Marcos llegó a decir que éramos el huevo de la serpiente, y que era mejor no votar”.
El periodista e investigador Luis Hernández Navarro, coordinador de Opinión del diario La Jornada, señaló que el Centro Fray Bartolomé informó que había vuelos rasantes en las zonas zapatistas y mucha tensión.
López Obrador calificó la información como “fantasía” e insistió que su proyecto es distinto a gobiernos anteriores.
“A veces la ideología obnubila. Todos debemos quitarnos la carga ideológica y ser muy realistas. No vamos a afectar a las comunidades. Al contrario, la mayor parte de los beneficios están orientados a los pobres. No vamos nosotros a reprimir a comunidades indígenas”, dijo el mandatario.
Tiempos de convergencia
En el libro, el Sueño zapatista (Anagrama, 1997), en una entrevista con el sociólogo francés Yvon Le Bot, el entonces subcomandante Marcos explicaba las afinidades entre lo que se concentraba en el PRD -que más adelante iba a dirigir López Obrador-, y el EZLN.
“Se trata de caminos divergentes, pero que coinciden en esa base social, o más bien en ese síntoma, en esa ‘enfermedad’ de protesta, de rebelión, de resistencia de la sociedad mexicana”.
Pero el insurgente ya adelantaba lo que desde su perspectiva significaría la figura de López Obrador con un puesto más cercano al poder.
“El aparato partidario hace su trabajo sobre la gente. López Obrador no es el mismo dirigiendo la toma de los pozos petroleros en Tabasco que diciendo no a la designación del fiscal, tiene que tomar en cuenta otras cosas, se va a relacionar con otro tipo de gente, con el poder directamente, ya no como opositor, sino como jefe de un partido político, el tercero más grande de México, y con todas esas variables se va a transformar”.
El pragmatismo de AMLO
En entrevista, el filósofo Enrique Dussel, uno de los ideólogos del movimiento obradorista, adelanta que siempre que habla del zapatismo será para bien.
“No puedo de ninguna manera criticar y, sobre todo que eso pueda ser entendido como una crítica al proyecto de fondo, al zapatismo. Yo admiro y siempre que hablo del zapatismo hablo bien”, advierte.
Dussel explica desde su perspectiva cuáles con las razones del distanciamiento entre el mandatario y la organización.
“Opinan que la posición de López Obrador no es suficiente, que no es una posición revolucionaria, como a ellos les gustara. No puede serlo en la situación real del voto y en la relación de México con sigo mismo y con Estados Unidos.
“López Obrador tiene una visión muy pragmática, real, muy atenida a las posibilidades concretas. No está en la posición de un Fidel Castro, que va a ser una revolución. Sino que va a ser una transformación que inaugure las posibilidades de hacer cosas de mayor posibilidad con el tiempo.
“Algunas personas del EZ creen que eso no es suficiente, que ese reformismo es querer tapar el sol con un dedo y de ahí viene el desencuentro. Yo estoy apoyando el proceso de la Cuarta Transformación porque veo que es lo posible, lo que habría que hacer que triunfe y que tenga una herencia que profundice el proceso y que vaya a la línea del frente zapatista con el tiempo. Y eso a veces serán decenios de lucha. No podemos anticipar.
El filósofo argumenta que los mensajes de confrontación no salen desde el ahora presidente, sino del zapatismo.
“López Obrador nunca ha criticado al frente (zapatista), eso es un signo de sabiduría. Algunos en el frente (zapatista) han criticado Andrés Manuel López Obrador, es un signo de impaciencia”.
“No hay absolutos”
“¿Quién lidera el proceso revolucionario en México?” —se pregunta Dussel y él mismo responde:
“No es el zapatismo quien lidera este proceso. Tampoco es López Obrador. Eso se va a ir haciendo lentamente. Hay a veces una cierta competencia para decir quién es el más verdadero. No hay ninguno verdadero en la política de manera absoluta. Hay procesos. Y no es relativismo sino realismo”.
Sobre el Tren Maya, el filósofo opina que la participación de los zapatistas en la guía de estos proyectos aportaría una visión que cuide sus comunidades, más que el rechazo de la obra.
“Es verdad que a veces grandes obras pueden producir efectos negativos. Pero también: si estas grandes obras las dirigen los indígenas mismos, con un gran apoyo, esas grandes obras serán en su beneficio, teniendo en cuenta que toda gran obra tiene efectos negativos. Hay que hacer lo posible, que los positivos sean mayores, pero que no todo quede como está porque sino no avanzamos.
“López Obrador quiere hacer obras que benefician al pueblo y den trabajo. Puede producir efectos ecológicos y en las costumbres negativos, de lo cual él mismo no tenga del todo conciencia. Eso se podría corregir con una profunda y amplia participación de los indígenas, y no simplemente decir ‘No, me quedo fuera, critico todo’. Y entonces la obra va a faltar de muchos beneficios. Por qué no participaron los que debieron de participar dirigiendo las obras.
Dussel asegura que López Obrador tiene la mano tendida. “La tiende porque lo necesita”. El investigador lamenta que las comunidades zapatistas no colaboran, aunque asegura que entiende sus razones: “creen que es una traición a sus proyectos. Hay que discutir los proyectos para llegar a un diálogo”.
—¿Es el Ejército Zapatista la verdadera oposición al gobierno de López Obrador?
—La verdadera oposición al gobierno de López Obrador es el gran capital, los grupos de las drogas, la criminalidad, la derecha. Estos son los enemigos reales. El zapatismo debería ser un amigo. No colabora suficientemente, tiene sus razones, y debo decir que son válidas. A la larga se verá cómo se van dirimiendo. Pero de ninguna manera es el opuesto. Es un aliado estratégico a la larga”.
El académico destaca, sin embargo, que es importante que el el Ejército Zapatista se mantenga crítico frente al gobierno de López Obrador y que guarde distancia.
“Poniendo condiciones pero participando. Poniendo condiciones y al mismo tiempo guardarse de no ser aplausos ineficaces, guardar una distancia crítica que les permita criticar cuando sea necesario. Pero es mucho mejor que una actitud externa que de hecho reciben beneficios pero no lo aceptan y que también producen menos beneficios porque su colaboración sería muy importante”.
Disputa por base social
El investigador Luis Hernández Navarro ve una clara disputa por la base social del gobierno federal hacia el EZLN. Para ello, explica, usa tres métodos: programas gubernamentales como Sembrando Vida, indigenismo de Estado desde el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) y un proceso organizativo de grupos indígenas cooptados por el poder, como los que hicieron una ceremonia en la toma de posesión presidencial el 1 de diciembre de 2018.
El coordinador de opinión de La Jornada, sin embargo, cuestiona si otro movimiento, incluido Morena, el partido del presidente, podría convocar a las más de 3 mil mujeres tan diversas como las que acudieron al Encuentro de Mujeres que Lucha en diciembre pasado en la Selva Lacandona.
Desde la perspectiva del investigador, el gobierno de López Obrador sí tiene oposición, tanto de derecha -con casos como el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios-, como de izquierda, representados principalmente por el EZLN y el Congreso Nacional Indígena.
“El gobierno de López Obrador tiene distintos signos, se mueve entre distintas aguas, pero una de sus apuestas es por los macroproyectos. Ahí hay una resistencia real de muchas fuerzas abajo. Ya hemos visto lo que ha pasado a López Obrador con Zapata, que declaran este año el de Zapata y no puede y no pudo participar en el aniversario en Chinameca (Morelos)”.
Luis Hernández advierte que el diagnóstico de López Obrador sobre la oposición a los megaproyectos y el zapatismo luce erróneo. Primero, en colocar al obradorismo como el único movimiento social pacífico en México y después en llamar conservadores a quienes disienten.
“Primero él dice: ‘hay una confrontación entre los que creemos en la transformación por la vía pacífica y los que creen en la transformación por la vía armada, y les ganamos y demostramos que por la vía pacífica se puede’. Eso es equivocado, porque los zapatistas no han disparado una bala desde el 12 de enero de 1994. La contradicción no está ahí, está en el proceso de autorganización de la gente”.
Lo segundo, apunta Luis Hernández, es llamar conservadores a quienes se oponen a sus proyectos.
“El no quiere reconocer que tiene una oposición a su izquierda y es tan legítima como cualquier otra oposición. Y eso no los vuelve conservadores”.
Tercero: no reconocer que proyectos como el Corredor Transísmico o el Tren Maya que tienen la oposición de pobladores, son megaproyectos.
López Obrador se enfrenta a la contradicción de llevar a cabo megaproyectos que durante su campaña se comprometió con pobladores a detener, como el Proyecto Integral Morelos o la Presa El Zapotillo, en Temacapulín, Jalisco.
“El problema es que él en campaña se había comprometido otra cosa. Hay una falta de autocrítica, de no aceptar que hay un cambio conjunto. Hay una actitud de descalificar”.
El investigador advierte una desesperación en el gobierno federal para apurar los megaproyectos, debido a la presión que pudiera estar recibiendo por parte de los inversionistas.
“El gobierno no tiene dinero ni para el tren Maya ni para estos proyectos. Necesita inversionistas, pero los inversionistas quieren tener garantías de que no va a haber una bronca en el sentido de protestas, como ha sucedido por ejemplo con las gaseras. Siento entonces que el gobierno está muy desesperado por eso”.
Tensión en aumento
Luis Hernández prevé que vendrá mucha más tensión en la relación del gobierno federal y el EZLN y sus bases.
“Como están las cosas vamos a una fase de mayor tensión mayor confrontación. El discurso de los zapatistas en este diciembre fue más tranquilo que el de diciembre del año pasado. Sin embargo la reacción del presidente fue de mucho mayor alarma. Otra vez creo que no están leyendo bien.
Nuevas movilizaciones en el 2020
Este martes el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en conjunto con el Congreso Nacional Indígena y la Asamblea Permanente de Amilcingo convocaron a movilizarse a una jornada de protesta contra los megaproyectos que impulsa el gobierno mexicano en el territorio nacional, entre ellos el tren Maya el Corredor Transísmico.
Las manifestaciones están previstas para llegar a la Ciudad de México.
Las “Jornadas en defensa del territorio y de la madre tierra Samir Flores Hernández” ocurren un año después del asesinato de la activista contra el Proyecto Integral Morelos.
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