Trasiego de armas, el complicado reto de Ebrard
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El secretario de Relaciones Exteriores se reunirá este martes con autoridades de Estados Unidos para solicitar acciones que detengan el trasiego de armas, luego de que México implementó una fuerte política para el control migratorio. Especialistas consultados advierten poca probabilidad de obtener buenos resultados para México
Texto: Arturo Contreras Camero
Foto: Presidencia
El canciller Marcelo Ebrard enfrenta el reto de convencer al gobierno de Estados Unidos de detener el tráfico de armas de ese país a México. Sin embargo, especialistas consultados coinciden en la poca probabilidad de tener éxito en esa negociación.
El arraigo a las armas en la cultura estadounidense, las próximas elecciones presidenciales en ese país, el negocio para la industria armamentista y la obligación mexicana de controlar sus aduanas son los factores identificados por los especialistas como obstáculos en la negociación que sostendrá Ebrard este martes en la Casa Blanca con representantes del gobierno de Estados Unidos.
Hace 90 días Donald Trump demandó al gobierno de México detener el flujo migratorio hacia Estados Unidos. En ese periodo, según una revisión hecha por el secretario de Relaciones Exteriores, el flujo disminuyó 56 por ciento, y las deportaciones de México a Centroamérica se dispararon.
México habría aceptado detener la migración a cambio de dos cosas.
La primera: conseguir inversión estadounidense en proyectos de infraestructura para detonar el desarrollo de Centroamérica y el sur de México, y así generar oportunidades de empleo en las regiones de donde proceden los migrantes.
La segunda: que Estados Unidos tome medidas para detener el flujo de armas hacia México.
Un momento complicado
“Yo no soy muy optimista, es un tema viejo, sale cuando hay crisis, se politiza, se tensiona y después se queda ahí en el escritorio de los pendientes”, asegura Marco Antonio Castillo, codirector del programa México-Estados Unidos de Global Exchange, una organización que desde 2011 promueve que los gobiernos de ambas naciones controlen el tráfico de armas entre sus fronteras.
A poco más de un año de los comicios en que el presidente Trump se juega la reelección, señala, el tema de la relación binacional juega un papel muy importante, que el magnate no puede dejar de aprovechar.
“Estamos en un momento muy politizado y cualquier concesión que tenga (Trump) puede ser tomada como derrota. En cambio, cada vez que se pone duro, gana votos, por eso no veo condiciones para que acepte los compromisos que había hecho (de atender el trasiego de armas). Lo que sí es posible es que haga varias declaraciones que vayan en el sentido de lo que México pide”.
Entre los compromisos que se pondrán en la mesa el martes, están incluidos hacer revisiones más severas a las personas que compran armas en estados unidos, como exámenes psicológicos y comprobación de antecedentes criminales. Aunque estas acciones no parece que puedan tener un gran impacto en la facilidad de la compra de armas en ese país.
“Eso no tiene una fecha para terminar. En la relación con México el tránsito de armas es más fluido que el de migrantes, la cantidad de negocios y la relación que existe entre los dos países va más allá del tráfico de armas”, asegura Marco Castillo.
No mostrar debilidad
Para Raúl Benítez Manaut, especialista en temas de seguridad, el papel de Ebrard Casaubón en la reunión del martes será más para aparentar que México no está cumpliendo los caprichos de Donald Trump.
“El tema de las armas es nada más para ir a echar roll. Con Donald Trump no va a llegar nada. Es como para ir a decir que no perdimos la soberanía, sino para decir que también estamos negociando cosas bajo los interese de los mexicanos”, sentencia.
¿Hay alguna posibilidad de que las negociaciones de Ebrard tengan un efecto real para detener el trasiego de armas?
“Ninguna”, responde Javier Oliva Posada, profesor investigador de la UNAM especializado en temas de seguridad. “Para ellos es un derecho constitucional que no van a ceder. El problema es cómo entran las armas a México, es decir, la corrupción en las aduanas”.
“Mientras no haya un control aduanero, no va a haber manera de tener control de armas”, asegura.
Raúl Benítez Manaut concuerda con esas perspectivas. “No hay forma, porque los controles de aduanas los tiene que hacer el país que recibe los productos. Ellos (Estados Unidos) van a poner inspecciones para los migrantes, no para las armas, su preocupación es para detener los migrantes”.
Para terminar con el trasiego de armas, concuerdan los especialistas entrevistados, se necesitaría convencer a gran parte de los estadounidenses que dejen de comprar armas, lo que sería una afrenta a su modo de vida.
“Es como si de Estados Unidos llegarán y nos dijeran quita la bandera del zócalo. Pues no. Esa tradición no viene de Estados Unidos, es de antes, de la colonia inglesa, la corona les daban permiso de portar armas para colonizar a los indios. Después, con su independencia crearon la enmienda de armas, que les confiere el derecho a usarlas, entonces, quitarles eso de la cabeza es imposible”, opina Benítez Manaut.
Decisión de varios actores
Para que una negociación sobre el control de armas sea efectiva, necesita de la intervención de varios actores de Estados Unidos. No depende solo de una decisión presidencial, ni tampoco de las solicitudes que pueda realizar México.
“México debe pedirle a Estados Unidos que resuelva, dentro de su propio marco normativo y legislativo, los cambios necesarios para asegurar que las armas no lleguen a nuestro país”, explica Marco Castillo. “Esto incluye regulaciones constitucionales, pero además fronterizas”.
“Lo segundo”, continúa, “tendría que ver con la cultura de las armas y de la violencia en ese país. Tendría que ir en el sentido que las agresiones en contra de los connacionales disminuyan.
De acuerdo con Castillo, está negociación debería implicar un acercamiento con la Asociación Nacional del Rifle (NRA por sus siglas en inglés), así como con el partido Demócrata. No se puede ceñir solo al presidente.
¿Desarrollo para detener la migración?
El secretario de Relaciones Exteriores tendrá que velar por el otro compromiso estadounidense de invertir en proyectos de desarrollo industrial al sur de México y en Centroamérica.
Sin embargo, de acuerdo con Jorge Luis Sierra, especialista en seguridad, este tipo de iniciativas ya se han intentado antes sin tener los resultados deseados:
“Obama empezó un plan emergente en ese mismo sentido, pero la ayuda no llegó a las comunidades, se quedó en los bolsillos de los funcionarios públicos de los países de Centroamérica”.
“Estos planes se cancelaron con la llegada de Trump”, explica.
Marco Antonio Castillo, de Global Exchange, coincide:
“Se habla de la inversión en Centroamérica, desde antes de la llegada de López Obrador, un par de años antes, el exsecretario de Seguridad Nacional, John Kelly, las había anunciado. También Peña Nieto había tenido varias reuniones al respecto del desarrollo del triángulo norte, pero no se logró nada”.
Al respecto, Castillo asegura que éste es un tema lo suficientemente ambiguo para tener claroscuros, pues lo mismo puede servir para detonar empleos y para desarrollar proyectos mineros y extractivistas.
En otras palabras, Trump habla de la instalación de transnacionales que van a tomar los recursos de los lugares a los que lleguen y van a generar empleos a costa de la explotación y la inutilización de grandes extensiones de tierra.
Este tipo de desarrollos van muy de la mano con los planes que tiene el presidente López Obrador, explica Castillo. “Es muy probable que en ese sentido se haga una suerte de compadrazgo”.
El reto, advierte, está en generar un desarrollo en Centroamérica a partir de una perspectiva de derechos y de justicia.
“Ojalá México pueda defender ciertas líneas de cuidado y que estos programas no sean solo enviar carretadas de dinero sin mirar quién las recibe o cómo se implementan”, concluye.
Una pequeña esperanza
A pesar de que todo apunta a que la reunión del martes entre México y Estados Unidos no tendrá un resultado favorable, que este tipo de temas empiecen a aparecer en la agenda pública es un logro, dice Ted Lewis, director de Global Exchange.
“Para nosotros, para el movimiento en el futuro post Trump, la estrategia del control de armas y de enfoncarse en el desarrollo a largo plazo son iniciativas de alta importancia a nivel internacional.
“Es probable que la administración Trump no vaya a hacer nada, pero es importante que el gobierno mexicano quiera abordar el tema después de 90 días de no querer molestar a Trump por el tema de los aranceles”, explica. “No sé exactamente la demanda del lado mexicano, pero ponerlo en la agenda binacional es muy importante y tiene muchas posibilidades posTrump”.
A pesar de que esta solicitud no tenga probabilidades de ser respondida de manera satisfactoria para México, sí podría despertar a los demócratas y al movimiento contra el flujo de armas, lo que es un logro importante, y aplaudible, asegura Lewis.
Para que una iniciativa como ésta llegue a buen puerto, dice Lewis, se necesitaría un presidente y un Congreso diferentes en Estados Unidos. Sin embargo, la reunión entre ambos países llega en un momento en el que puede tener ciertas repercusiones.
“La Asociación Nacional del Rifle está debilitada por sus disputas internas, y están en una posición muy débil, que no había visto muchos años. La agenda de los que se oponen al libre comercio de armas está ganando terreno en la opinión pública”, asegura.
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