Lagunas de Metzabok siguen vivas, lacandones piden a turismo que llegue
Una de las lagunas de la la reserva ecológica Metzabok se secó. 20 más permanecen vivas y en su máximo esplendor.
Desde el aire, los colores se van deslizando como en pequeñas olas que atrapan la mirada. Pasan del azul turquesa al verde esmeralda. Se abren paso entre la vegetación exuberante de esta reserva ubicada en el corazón de la Selva Lacandona.
Son ojos de agua que llegan a tener hasta 100 hectáreas de diámetro. Alimentan y se alimentan de la vegetación, de la humedad, de las lluvias, en un continuo interactuar que tiene su propio ritmo.
En meses recientes, uno de esos enormes ojos de agua, la laguna que da nombre al área, empezó un proceso de pérdida de agua hasta prácticamente secarse.
La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) asegura que fue por el incremento de la temperatura y disminución de lluvias producto del cambio climático.
Enrique, uno de los indígenas lacandones que habitan en la zona, asegura que este es sin proceso cíclico del que se han recuperado las lagunas y lagos de la zona.
Por ejemplo el lago más grande la reserva, este 2019 sigue vivo y en esplendor, aún cuando hace cinco años también empezó un proceso de desecación.
Conservar el ecosistema del lugar -añade- implica que quienes habitan en la zona tienen alternativas de sobrevivencia y proyectos que les permiten vivir sin tener que impactar la reserva.
El turismo es uno de ellos. Por este motivo, los indígenas lacandones hicieron un llamado a que el gobierno del estado proporcione información precisa, no alarmista y sesgada.
La reserva, añade, sigue siendo apta para el turismo, y el turismo es la alternativa económica que a su vez hace posible la conservación de la zona.
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