Cooperativa ecofeminista lanza fondeo para fabricar copa menstrual mexicana
Este ocho de marzo, la cooperativa Biulú inició una campaña de fondeo para desarrollar la primera copa menstrual mexicana de calidad, desde diseño hasta manufactura, un proyecto social que busca beneficiar a mujeres en situación de vulnerabilidad
#AlianzadeMedios | Por Monserrat Méndez / Raíchali
Ciudad de México. – Aline, Paola y Vania son fundadoras de la cooperativa ecofeminista Biulú, donde promueven el uso de productos que reduzcan el impacto ambiental y actualmente trabajan en un proyecto solidario con mujeres vulnerables a través de la donación de copas menstruales.
Con esto buscan hacer justicia social en un tema que creen debe ser considerado de salud pública y cuidado medioambiental, y que sólo se logrará empujando la idea de que tenemos derecho a más opciones.
Una copa menstrual podría ser considerado un lujo. Su precio va de los 400 hasta los mil pesos, depende el tipo. Sin embargo, un uso adecuado les da una vida útil de hasta 10 años y el costo es mucho menor que el de las toallas o tampones.
Además, el impacto ambiental es mucho menor. En México hay más de 61.5 millones de mujeres, de estas 28.9 por ciento se encuentran entre los 10 y los 44 años, edad promedio en que se inicia el periodo y cuando finaliza la edad reproductiva dando paso a la menopausia.
Para fomentar un cuidado medioambiental y ofrecer opciones para vivir la menstruación, estas trabajadoras sociales buscan desarrollar su propia marca de copa menstrual con apoyo del sistema de Incubación InnovaUNAM Social, que a la vez les permita poner en marcha un sistema de donación: por cada copa vendida se donará otra a mujeres vulneradas.
Además de la donación, el lanzamiento del proyecto será acompañado con una campaña de educación sexual y reproductiva, un tema que aún es un tabú en muchas partes de la República.
¿Cómo se puede ayudar?
La campaña de fondeo está disponible en la página micochinito.com donde se pueden encontrar varias formas de cooperar para la meta de 160 mil pesos.
Las opciones más económicas son unos pines diseñados especialmente para contribuir con la colecta, los cuales cuestan 20 pesos cada uno y se pueden recoger personalmente en algunos puntos de la Ciudad de México.
Por aportaciones de 150 pesos, la cooperativa te permite elegir entre un llaverito o un limpiador de oídos hecho de bambú. Por 300 pesos puedes llevar un paquete de pads desmaquillantes o un cepillo de dientes biodegradable.
Para las aportaciones de 5 mil a 10 pesos, la cooperativa ofrecerá como recompensa varios temas de talleres que la persona puede aprovechar. Entre los temas destacan: danzas íntimas con Cynthia Híjar o de menstruación consciente con las integrantes de Biulú.
Justicia social
En promedio una mujer menstrua 35 años. De acuerdo con Paola, cada mujer desecha en promedio 12 mil toallas y tampones durante toda su vida.
El gasto que debemos hacer para adquirir productos desechables se transforma en un problema económico y a la larga en uno medioambiental. De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, la degradación de estos productos tarda entre 500 y 800 años. Además, al ser depositados en rellenos sanitarios pueden contaminar el suelo y el agua.
Aline cuenta que ella y Vania comenzaron a usar copas menstruales y notaron la falta de información sobre temas de salud sexual y reproductiva de las mujeres. Lo que comenzó como una cooperativa donde se comercializaban las copas o se promovían alternativas menstruales se enfocó en el apoyo a la economía social y solidaria.
Vania considera que, a partir de la alerta de la Cofepris, en febrero de 2016, sobre el uso de las copas es que se redujo la única opción diferente para los productos desechables.
Así surgió el planteamiento de crear una copa y sumar el esquema de donación, “porque estamos conscientes de que estas alternativas son un privilegio porque no cualquier mujer tiene la facilidad económica de desembolsar 500, 800, mil pesos. Si esto es realmente un producto de primera necesidad que impacta en la salud y en el bienestar de las mujeres, ¿por qué tiene que ser una alternativa tan de privilegio?”
Eso, para ellas, significa buscar la justicia social, que las mujeres puedan tener acceso a estas alternativas, acompañado también de una campaña de educación sexual y reproductiva en donde les podamos acercar más información a quienes no tienen acceso a ella.
Para Aline, la alerta del Cofepris significaría una complicidad con las empresas fabricantes y comercializadoras de productos desechables al permitir su circulación pese al conocimiento de que son contaminantes y la lenta regulación para la comercialización de copas que sí cuentan con certificación FDA, “si tú, Estado, promueves alternativas de conocimiento del cuerpo le arrancas la posibilidad a esas empresas de imponerte qué es lo que vas a usar”.
Para Paola, esta situación habla de un doble discurso: mientras que se busca sancionar el uso de plástico, popotes y unicel, y se invierten muchos recursos a la conservación del medio ambiente, “la Secretaría de Salud no está respondiendo a ese llamado de otra secretaría para prohibir productos desechables que están dañando el ambiente.
“Este doble discurso de que sí les importa el medio ambiente y nos importa la salud de las mujeres, pero no vamos a hacer nada para que se junten estas dos cosas. Este trabajo interinstitucional que no se hace también habla de un desajuste de organización dentro del gobierno, nos habla de que o no les importa o los intereses que hay de por medio son mayores que lo que pueden tener de beneficio”
Aline considera que, si bien es un tema de regulación desde el Estado, “al final sólo se va a lograr si seguimos empujando, si se sigue en la línea de que las mujeres, la tierra, merecemos mejores opciones”.
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