Mercado San Antonio, el olvido de un espacio público
En la 5ª Sur Oriente de la Colonia Ampliación Terán de Tuxtla Gutiérrez se encuentra el Mercado Público Municipal San Antonio, un espacio comercial que tuvo su auge hace casi dos décadas y que en la actualidad, a pesar de ubicarse sobre dicha avenida de mucho tránsito vehicular y peatonal que desemboca en el Libramiento Sur, luce semi abandonado, olvidado por la autoridad municipal de Tuxtla Gutiérrez, perdiendo la batalla contra las cadenas comerciales y el olvido ciudadano.
De los 55 locales con que se constituyó este mercado, hoy solo 10 están siendo ocupados. Acuciados por la falta de clientes, la mayoría de los y las locatarias han preferido dejar una oportunidad de comercio formal para dedicarse al ambulantaje en la calzada principal de la colonia Terán o se han visto obligados a cerrar sus negocios para buscar ingresos económicos a través de otros oficios.
Del auge a la decadencia
El inmueble fue inaugurado formalmente en el 2001, los locales fueron entregados a los comerciantes de un tianguis instalado en el mismo predio desde los noventas, quienes eran en su mayoría originarios de Terán. La administración municipal de Paco Rojas les entregó el proyecto en obra negra: “Este piso bonito ya es hecho por todos los locatarios. Aquí no es municipal, se puede decir que es un mercado solidario porque entre parte del gobierno y parte de los locatarios” dice Jorge Moreno, uno de los comerciantes con mayor antigüedad, propietario de un local de chiles y semillas.
Ángela Medina, una de las fundadoras del mercado, propietaria de una mercería comenta: “Estaban todos los rubros comerciales establecidos, pero desde hace unos tres años empezaron a emigrar los compañeros, fue progresivo; se van porque es muy poca la gente que entra aquí. Como hay tanto tráfico y en la calle no tenemos semáforo, es dificultoso el atravesarse. La gente se fue a la calzada, allá hay de todo a ras de banqueta, tanto que a veces no se puede ni siquiera pasar”.
En los últimos años expresan los comerciantes que las ventas en general bajaron abismalmente: “Aquí nada más a puro valor mexicano seguimos, por no dejar decaer el mercado. Si yo también hiciera lo mismo que los compañeros esto se terminaría”. Otro locatario añade: “El negocio bajó mucho, antes vendía yo 1200, 1500 al día; ahorita será que vendo a lo mucho 250 pesos. Ya solo yo trabajo aquí porque para pagar a alguien más no sale”.
Conflictos internos
Nuevos locatarios han intentado emprender negocios en el mercado, pero algunas rencillas se han suscitado entre los nuevos y antiguos dueños, diferencias en cuanto la administración y dirigencia.
“El mercado era un gran mercado, pero empezaron a vender sus lugares los propietarios y los que compraron no eran comerciantes, lo vieron como negocio para rentar o mandaron a otros que no le sabían; lo agotaron hasta que se fueron. Los de enfrente, son hermosos locales, pero vea que tiempo están perdiendo porque la persona que compró no es comerciante, lo quería nada más para negocio, yo mismo me lo ofreció, me pidió 100 mil pesos. ¡Cómo va a creer!” Dice Jorge Moreno.
Actualmente no se cuentan con fondos económicos en la caja común del mercado, las acciones urgentes para el mantenimiento del lugar, como el podado de árboles, se realizan con las aportaciones voluntarias de los y las locatarias que aún se encuentran laborando. Las deudas a las empresas proveedoras de servicios se han ido acumulando, a SMAPA este mes se suma una deuda que rebasa los 30 mil pesos.
Anteriormente en el mercado se brindaba el servicio de baños públicos y lo que se recaudaba pasaba a formar parte de la caja comunitaria. En la actualidad, dada la ausencia de visitantes al mercado y posibles usuarios, los sanitarios se mantienen cerrados, para uso exclusivo de los propietarios que se encuentran laborando. Lo mismo ha sucedido con las oficinas de recaudación de impuestos municipales, las cuales exhiben un letrero que dice que permanecerán cerradas hasta nuevo aviso.
Inseguridad
A pesar de realizar los pagos puntuales de un velador, la propietaria de un local de artículos por catálogo para el hogar comenta que hace algunos años fue víctima de asalto a su local. Los delincuentes ingresaron por la noche y desde el techo. Ante esa descapitalización de su patrimonio, la locataria todavía está rematando la mercancía que le dejaron, con la intención de invertir posteriormente en otro rubro.
Las jornadas laborales en el mercado finalizan aproximadamente a las tres de la tarde. Se trabaja de lunes a domingo, a partir las seis de la mañana y se cierra cuando la mayoría de los locatarios se han ido, puesto que quedarse más tiempo podría resultar peligroso. “Con anterioridad se cerraba a las cinco y media, las cocineras que eran las que seguían trabajando hasta más tarde, ahorita son las primeritas que se van” expresa la propietaria de la mercería.
La esperanza que vive del recuerdo
“Nosotros aguantamos aquí porque tenemos ingresos de otros lados, si no ya nos hubiéramos ido. Yo soy propietario, tengo mi local adentro pero salgo a vender aquí afuera, a ver si se vende más” Dice Adoraín Reyes, dueño de un negocio de sandalias de plástico y otros artículos de segunda mano, que se ha instalado en la entrada principal.
“Vengo hasta a las nueve o diez, al rato ya me estoy yendo. De las dos en adelante no hay nada; pero aquí seguimos, porque somos dueños pues del local y no lo podemos abandonar. Se van los que están de paso”.
Los locatarios fundadores que aún persisten recuerdan con nostalgia los tiempos de auge en que sus negocios eran prósperos, anhelan que lleguen tiempos mejores que les permitan seguir sosteniendo a sus familias. La voluntad de los locatarios está, pero solos no pueden, para el rescate de este espacio es necesaria la intervención de las autoridades municipales correspondientes con un proyecto que permita su recuperación y modernización; así como también de los ciudadanos, que acudan en apoyo de la economía local y la riqueza cultural que encierran los mercados públicos.
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