Subcomandate Pedro, guerrillero que vivió dos décadas en la clandestinidad pero solo un día de combate
A lo largo unos 90 kilómetros, entre Las Margaritas y La Realidad, la reinvindicación en territorio zapatista del Subcomandante Pedro, a 25 años de su muerte, sigue vigente.
A la salida de la cabecera municipal de Las Margaritas se ingresa a territorio bajo influencia del EZLN, los letreros a lo largo de todo el camino en los primeros 78 kilómetros hasta Guadalupe Tepeyac y los otros 12 hasta La Realidad, así lo remarcan.
“Está usted en territorio zapatista, donde el pueblo manda y el gobierno obedece”, dicen muchos letreros en todo el trayecto. El tramo de Las Margaritas a Guadalupe Tepeyac, es un carpeta asfáltica que conforme se avanza deja de estar en buenas condiciones y empiezan un sinnúmero topes, hundimientos y deslaves que sólo dejan un carril.
Se pasa poblado Nuevo Momón, el rancho donde fue detenido por zapatistas el 1 de enero de 1994 y llevado a “juicio popular” el General Absalón Castellanos Domínguez. A quien, al liberarlo, lo condenaron “a vivir hasta el último de sus días con la pena y la vergüenza de haber recibido el perdón y la bondad de aquellos a quienes tanto tiempo humilló, secuestró, despojó, robó y asesinó”.
En todas estas comunidades, Nuevo Chiapas, La Conquista, Cruz del Rosario, Nuevo Edén y el resto de las rancherías, las advertencias de que uno se encuentra en terrritorio zapatista se remarca, pero además de sigue reivindicando al maestro Galeano asesinado en mayo del 2014.
Pero nada tan presente y tan vigente como la imagen emblemática del Subcomandante Pedro, un ladino o caxlán, de los fundadores del EZLN, originario del estado de Michoacán. Cuyo nombre en realidad era Héctor Ochoa. Su imagen evoca al Che o a Camilo Cienfuegos, incluso en muchas ocasiones se le dibuja junto al primero, en murales y en fachadas de casas.
Según Carlos Tello Díaz, autor de La Rebelión de Las Cañadas, Pedro “militaba desde fines de los setenta con las Fuerzas de Liberación Nacional. Era güero, alto, flaco, jorobadón, con los ojos muy rasgados. Sus compañeros no sabían, por supuesto, su nombre de verdad. No sabían casi nada de su vida. Héctor Ochoa, el subcomandante Pedro”.
“Tenía más o menos treinta y un años. Había sido reclutado por las FLN cuando realizaba sus estudios en la ciudad de México. Vivió después por un tiempo en el municipio de Macuspana, Tabasco, donde trabajó como chofer en las instalaciones de Pemex. Fue con los años uno de los primeros guerrilleros que llegaron a los campamentos de la Selva. A partir de entonces no salió ya más de la montaña, salvo por unos meses, muy al principio, cuando tuvo que viajar a la ciudad para curar un mal en la piel ocasionado por la larva de un insecto —el mal que nombraban por esos rumbos úlcera del chiclero—”, narra Tello Diaz.
Dice que al comenzar la década de los noventa, ya con el grado de Subcomandante, centró su labor en las cañadas de Las Margaritas, donde más tarde tuvo bajo su mando el campamento de La Loma, allá por las cumbres de la sierra de la Colmena. Era la zona de influencia de los maristas de la Castalia, como todos llamaban a la Misión de Guadalupe en Comitán. Pedro trabajaba muy a menudo con los catequistas “Tacho”, por ejemplo. aunque no con los sacerdotes, quienes eran contrarios a las actividades del EZLN. Muchos de ellos lo conocían de nombre.
“Sabían que tenía fama de ser bromista, irresponsable y atolondrado. Los pocos que lo trataron, indígenas en su mayoría, lo recuerdan a su vez con sentimientos encontrados. Pedrín era, según unos, “muy amoroso”. O más bien, según otros, “muy bravo” Contaba siempre, coinciden todos, con la simpatía de Marcos, uno de los muy pocos compañeros de la ciudad con los que convivió durante los años de la Selva, dice sobre él autor de la biografía de Porfirio Díaz.
El Subcomandante Pedro participó durante el Levantamiento zapatista. Fue uno de los fundadores del EZLN junto al Subcomandante Marcos. Murió el 1 de enero de 1994 durante la toma de Las Margaritas en Chiapas por un ganadero de la comunidad. Sus restos fueron sepultados en la comunidad zapatista de La Realidad.
Además del Subcomandante Pedro, en esa misma acción militar del 1 de enero de 1994 fueron “detenidos vivos, torturados y asesinados por las fuerzas federales”, el miliciano Eduardo Gómez Hernández y Jorge Mariano Solís López. Ambos originarios de Las Margaritas.
Antes de llegar a Guadalupe Tepeyac hay un letrero grande que dice: “Está usted a 10 kilómetros del Centro Zapatista Huellas de la Memoria, el Subcomandante Pedro Cumplió”.
Además de un Taller Escuela de Mecánica Autónoma Rebelde Zapatista “El Durito Rebelde” se pasa por el Hospital Escuela Autónomo Rebelde Zapatista “La primera esperanza de los sin rostro del Compañero Pedro”.
Colgado en el árbol más grande, una manta con la imagen del Subcomandante Pedro y la leyendo “Sí Cumplió”. En la entrada del propio caracol zapatista en una manta se dibujan a 11 guerrilleros que flanquean al propio Subcomandante Pedro.
Su presencia a 25 años de su muerte sigue presente entre los zapatistas, del guerrillero que vivió unos 20 años en la clandestinidad recorriendo las comunidades indígenas rebeldes pero sólo un día estuvo en combate.
La gorra remendada que porta Galeano y el paliacate raído que cuelga de su cuello, eran propiedad del guerrillero a quien también conocían como “Pedrín”.
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