Caravana migrante, huir del gueto
El puente que conecta a Guatemala con México es el escenario en donde miles de migrantes toman la que quizá sea la decisión más crítica del éxodo: la primera, esperar horas o días para ingresar a México por la garita –lo que implica un destino migratorio incierto–; la segunda, aventurarse en balsa o a nado por el río; y, la tercera, la más impopular, desistir y regresar al país del que huyeron hace una semana
Texto: Rodrigo Soberanes
Fotografías: Javier García
TECÚN UMÁN, GUATEMALA.- En el puente que une Guatemala y México está la escenificación de un gueto. La Caravana Migrante amaneció ahí en condiciones insalubres, con miles de personas cansadas y enojadas, encerradas entre el paso fronterizo de un país y el cerco que apenas este viernes habían tumbado, en una muestra de la determinación que tienen de no volver a Honduras.
«¡Aquí nos vamos a morir!», gritaba un chico en el puente, arengando a que lo siguieran a él y a su grupo hacia el pie del puente, para intentar cruzar el río; a desandar lo que anduvieron ayer. Decenas lo siguieron pero la mayoría, no.
Muchos descansaban del largo viaje o deambulaban en las vías del puente, bajo carpas improvisadas de plásticos donados por habitantes de las inmediaciones. El mejor lugar para dormir era la zona de pasto donde se encuentran las vías de tren, que hace muchos años era el mejor transporte para las personas que emigran sin papeles hacia el norte.
Las condiciones de salubridad son críticas a primera vista en el puente. No hay sanitarios ni servicio de recolección de basura en el lugar. Uno de los desechos que comienzan a acumularse en este día caluroso, son pañales usados, además de bolsas para agua y platos desechables.
Tras cerca de 20 horas en el puente, y de la entrada por goteo de personas a la garita migratoria de México, decenas de migrantes comenzaron a entender que podrían pasar muchos días ahí esperando, antes de entrar a México. Además, circuló rápidamente la versión de que, en realidad, las autoridades mexicanas están asegurando y deportando a las personas que cruzan.
Las distintas versiones sobre lo que pasa en el lado mexicano proliferan en la Caravana Migrante, a pesar de que no tienen contacto con quienes han pasado. La información más sólida es que no pasarán y que, por lo tanto, se quedarán en medio de una crisis humanitaria sin precedentes en la frontera sur del país.
Decenas comenzaron a enfilarse hacia el río para llegar a México por balsa. Ya no había líderes que dictaran qué hacer a la Caravana; comenzaba el caos. Más temprano, un migrante de nombre Gerson explicaba: lo que se ve en el puente, la imagen de un gueto, es la representación de lo que se vive en Honduras, su país.
En medio del calor de la multitud, con cientos de personas tiradas en el suelo, abatidas por el cansancio, un migrante encendió los ánimos al gritar: «¡a mi tía ya la deportaron!». Las decenas se convirtieron en cientos en menos de 30 minutos y comenzó un flujo constante de regreso a la orilla guatemalteca.
Ya en aquella orilla, también se instalaba el caos. Todos querían subir primero a las lanchas. Pero un joven impuso una instrucción: dejar pasar a las mujeres y a los niños primero, mientras que los hombres se internaron en el río, caminando y a nado, aferrados a una cuerda en pequeños grupos, para evitar que se rompiera.
Todo esto ocurría bajo la organización de jóvenes que se identificaban como integrantes de la organización Pueblos Sin Fronteras, quienes ofrecían paso gratuito por el río y cobraban una cantidad de dinero para la organización del «albergue temporal» en Ciudad Hidalgo.
Y cuando el flujo estaba ya en orden, comenzó una fuerte riña entre un joven que quería arrebatarle su bebé a una mujer. Eran papá y mamá disputándose a una criatura. Alguien más corpulento intervino y se desató una trifulca que se veía desde el puente. Se instaló el caos por unos minutos. Pero, una vez más, el grupo fue capaz de superarlo.
Cuentan que vienen de un país caótico y la Caravana Migrante cada día supera alguna situación caótica, como la del gueto en el puente, que hasta esta tarde se estaba transformando en una aglomeración de unas 2 mil personas en Ciudad Hidalgo, al otro lado del río.
El centro de Tecún Umán, que ayer quedó en silencio tras la estampida de la caravana, este día volvió a recibir nutridos contingentes de migrantes y la ciudad volvió a adquirir las mismas escenas que hace cuatro días. Se repite la historia.
Mientras tanto, el gobierno hondureño envió personal para instalar cubículos en el parque central de Tecún Umán, con el objetivo de ayudar a quienes quieran regresar voluntariamente a su país. Para ello, el Ejército de Guatemala dispuso de autobuses frente a la municipalidad, donde también se juntan algunas personas que descansan en el suelo, esperando volver a Honduras, donde inició la Caravana Migrante.
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