Feminicidio infantil, brutal violencia contra niñas
*821 niñas de menos de 14 años de edad asesinadas en seis años
A las niñas en México, se les asesina de las maneras más brutales, la única razón, nacer mujer. Doblemente vulnerables, por tener la minoría de edad, el feminicidio infantil es la cúspide del odio a las mujeres, la violencia familiar, la precarización económica, explotación laboral, sexual, y pocas oportunidades de desarrollo en las que crece la niñez en el país.
Cuando se habla de la privación de la vida de las niñas menores de 14 años de edad se exponen asesinatos perpetrados por personas de confianza, los encargados de su protección: son sus propios padres, tíos, primos, quienes terminan con sus vidas, o bien, están aquellos vecinos o conocidos que las acechan hasta encontrar el momento… Este el análisis que brindaron abogados, peritas, académicas y organizaciones especializadas en derechos de la niñez y el feminicidio entrevistadas por Cimacnoticias.
Invisibles, en los registros porque las autoridades de justicia no califican los asesinatos de niñas como “feminicidio infantil”, y sin atención, a pesar de las brutales maneras y sitios en las que las están asesinado, por ello, para tener un acercamiento a este tipo de feminicidio esta agencia se allegó de las Estadísticas Vitales de Mortalidad del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) que construye a partir de los certificados de actas de defunción de la Secretaría de Salud (Ss).
En dichos datos se asienta la presunción de un asesinato, Defunciones Femeninas con Presunción de Homicidio (DFPH) se denominan, según las características que halla el personal médico forense, legista u otro personal autorizado, también se registran los modos, lugares y personas que están -en este caso- asesinando a las niñas en México, permitiendo identificar cuántos de estos asesinatos podrían entrar en la categoría de un feminicidio.
A partir del 2012, año en que se tipificó el delito de “feminicidio” en el Código Penal Federal, hasta el 2016, el último año que abarcan los registros del Inegi, se contabilizan 821 Defunciones Femeninas con Presunción de Homicidio de niñas entre los 0 a los 14 años de edad; 20 por ciento de estos asesinatos fueron cometidos contra niñas de menos un año de edad (160 casos), 27 por ciento en niñas de tan sólo 1 a 4 años de edad (227 casos), 19 por ciento fueron niñas de 5 a 9 años de edad (153 casos), el mayor porcentaje, 34 por ciento, se concentró en niñas entre los 10 y 14 años de edad (281 casos).
Las DFPH se utilizan ante la falta de datos fiables y el subregistro que tienen las Procuradurías y Fiscalías de Justicia estatales de los casos de feminicidio, datos que se complican obtener aún más en el feminicidio de niñas explicó la perita en psicología del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, Samantha Olivares Canales, porque además de que no utilizan la categoría “feminicidio infantil” para el registro, estos casos son calificados por los operadores de justicia como “parricidios” (por la relación de parentesco entre la víctima y agresor), homicidios por “negligencias de cuidado” o “infanticidios”, invisibilizando que trata de violencia por razón de género.
La única estadística que puede dar luz de cuántos de estos asesinatos pueden encajar en el tipo penal de feminicidio es la descripción de los modos en los que son asesinadas las niñas descritos en los certificados de defunción de la Ss que trabaja el Inegi, los cuales, son atroces.
De acuerdo a la recopilación de estos datos que hizo esta agencia, aunque en un 30 por ciento de los 821 asesinatos de niñas entre 0 y 14 años de edad no se especificó la causa de su deceso, en los que sí se puntualizó, la mayoría, un 25 por cierto, fue ultimada por un disparo con arma de fuego, es decir, 202 niñas.
También se pueden identificar rasgos de un feminicidio por los extremos modos y ensañamiento con el que asesinan a las niñas; la segunda razón de las defunciones, que corresponde al 19 por ciento de los casos (159 en total), fue por ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación, seguida del uso de objetos punzocortantes o sin filo en 102 casos (12 por ciento), y en 22 casos las niñas fueron ahogadas (3 por cierto).
La violencia sexual, una de las razones de género de tipo penal de feminicidio, causó la muerte de 9 niñas menores de 14 años de edad ( 1 por ciento) y el uso desmedido de la fuerza corporal, de otras 11 niñas (1 por cierto). Entre las causales el Inegi incorpora el “síndrome de maltrato” como el resultado de 24 asesinatos de niñas (3 por cierto) y las “negligencias de abandono” de otros 13 casos, es decir, 2 por ciento del total de asesinatos.
El resto de las causales de estos asesinatos, que representan un 4 por ciento, corresponde a agresiones con gases y vapores en las viviendas, plaguicidas, colisión de vehículo de motor, el uso de drogas, medicamentos y sustancias biológicas, además de fuego o empujones desde un lugar elevado.
ASESINAS POR NACER MUJER
El develamiento que hicieron las feministas pioneras en la clasificación del feminicidio cuando en los años noventa los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua, dieron a conocer a México ante los ojos del mundo, permitió ver la complejidad de este fenómeno y la importancia de tipificarlo. Expertas como la antropóloga Marcela Lagarde y de los Ríos, la doctora Julia E. Monárrez Fragoso, construyeron la “tipología del feminicidio” con la caracterización y las complejas representaciones que tuvieron los asesinatos de mujeres en la frontera norte del país.
La perita en psicología Samantha Olivares recordó en entrevista con Cimacnoticias que en esta tipología se describió el “feminicidio infantil” como una subcategoría del feminicidio íntimo, aquel que ocurren en el hogar. En el espacio que se supondría ser el más seguro para las niñas es donde habitan las personas que las asesinas, sus propios padres, hermanos, tíos o algún otro familiar, y en menor medida, también las madres.
Desafortunadamente en 89 por ciento de los 821 asesinatos de niñas cometidos entre 2012 a 2016 registrados por el Inegi no se especificó el parentesco que guardaba la menor de edad con el agresor, en los casos restantes, se precisa que 9 por ciento (72 asesinatos) lo cometió una persona familiar de la víctima y únicamente en 2 por ciento no había una relación de parentesco.
En este 9 por ciento de asesinatos de niñas menores de 14 años de edad perpetrados por un familiar se constató en los certificados de defunción que existió violencia familiar previa.
La relación de poder entre los adultos y la niñez, que se agudiza en las niñas, las deja en una situación de completa vulnerabilidad por la dependencia que tienen con sus progenitores, la indefensión tanto física como psicológica y el aislamiento que es la violencia en el hogar, añadió la perita en psicología.
Olivares Canales se ha abocado por 12 años desde el Instituto de Ciencias Forenses del estado de Jalisco a seguir entendiendo las representaciones del feminicidio infantil, a partir de su trabajo en el análisis de contextos, entrevista a familiares y la revisión de casos que ha tenido en sus manos, explicó otro rasgo de este feminicidio: a las niñas también se les asesinada como una venganza a la madre, ellas son el blanco de la violencia en pareja, que de la misma forma tiende a impactar en la niñez de forma diferenciada, “a las niñas se les asesinada al identificarlas con la madre”.
La perita narró que con frecuencia al acercarse a las familias de víctimas de feminicidio infantil al hallar varones menores de edad, si bien también vivieron violencia familia, no llega hasta el asesinato. “He hallado casos en los que las niñas asesinadas no tienen ni un año de vida, cuando analizamos el contexto descubrimos que hay hijos varones que tienen 6 años de edad y no llegaron a ese tipo de violencia”.
Esta violencia dirigida a las niñas tiene como origen la forma en la que se organizan las relaciones jerárquicas entre hombre y mujeres dentro de las familias desde “la lógica patriarcal”, subrayó el director de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), Juan Martín Pérez García.“-las niñas- son más castigadas para cumplir el rol tradicional en la familia, se les deja tareas de cuidado y limpieza del hogar. Es un hecho que se le pega más a mujeres que a los varones, bajo el argumento de disciplina educativa”, aseveró en entrevista.
ASESINADAS EN CASA
Sin nombre, tanteando su edad, únicamente seguro de los rastros de violencia sexual que había en su cuerpo, el 28 de marzo de 2017, el subsecretario de la Fiscalía Especializada de Feminicidios del Estado de México, Juvenal Guadarrama Díaz, en nombre de la institución prometió a un grupo de activistas mexiquenses que harían todo para dar con la identidad de la niña de alrededor de 5 años de edad, la “Niña de Neza” la llamaron, cuyo cuerpo fue abandonado el 18 de marzo de 2017 en un lote baldío en la Avenida Bordo de Xochiaca, en el municipio de Nezahualcóyotl.
De esta reunión que presenció Cimacnoticias las jóvenes activistas del Estado de México no volvieron a tener respuesta de la Fiscalía de Feminicidio mexiquense. Desde el comienzo la instancia alegó la dificultad de saber la identidad de la menor de edad; no había cámaras en el lugar donde fue arrojado el cuerpo, ningún reporte de desaparición de niñas correspondía al caso, la única salida era que un familiar reclamará el cuerpo y se confirmará el parentesco.
Ante la inactividad de la Fiscalía, siete meses después surgió en redes sociales una campaña para hallar a la familia de la “Niña de Neza”, activistas construyeron con fotografías del cuerpo de la niña un bosquejo de su rostro que llegó a manos de Marina Medina, su tía. Ella no dudó en acudir al Palacio Municipal de Nezahualcóyotl a solicitar informes del paradero de su sobrina.
Guadalupe, era en realidad el nombre de la niña de 4 años de edad, relevó María Media a las autoridades del municipio, aunque éstas la culparon “de no acudir antes a presentar una denuncia”. Junto a su hermana, Luz María Medina, dieron a conocer en una conferencia de prensa que Guadalupe era víctima de violencia familiar, tenía desnutrición por la falta de cuidados y era imposible que encontraran algún registro de ella porque no contaba con una identificación oficial. En suma, su madre y padre se dedican al robo en el transporte público.
Las tías de Guadalupe proporcionaron el paradero de la madre de Guadalupe, su hermana, Yadira Medina, y el padrastro de la niña, Pablo Rodríguez. Con estos datos el 29 de diciembre de 2017 la jueza del Juzgado de Control y Juicios Orales del Distrito Judicial de Nezahualcóyotl, Martha Angélica Alba Vázquez, una vez que se corroboró por medio de una prueba genética que Yadira era madre la víctima, determinó vincular a proceso por el delito de feminicidio a la pareja. En tanto, las tías fueron reconocidas en calidad de ofendidas para coadyuvar en la investigación.
El feminicidio infantil no ocurre en cualquier lugar, subrayó el director de Redim, Martín Pérez García, como Guadalupe, las niñas víctimas de feminicidio viven en hogares con condiciones de exclusión social y económicas, en zonas marginalizadas por la pobreza, los cuales, resultan un calvario idóneo para la impunidad de estos casos: “Lo que hemos encontrado en la desaparición y asesinato de niñez es que es en municipios muy pobres. Es claramente ahí donde se colocan más lo hechos porque también es donde mayor impunidad”.
Si el feminicidio infantil, en principio lo perpetran los progenitores u otros familiares, propuso la abogada y especialista en Estudios de Género, Cynthia Galicia Mendoza, se tendrían que generar mecanismos más efectivos para el Estado, una vez que tenga el conocimiento del asesinato de una niña, asuma la tutela del caso. “El órgano encargado de la protección de la niñez es el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia y no están viendo este problema”, dijo en entrevista con esta agencia.
ENCUBIERTO FEMINICIDIO INFANTIL
La encargada del área de psicología del Instituto Forense de Jalisco añadió que estos contextos de pobreza aunados a una violencia que ocurre en el ámbito “privado” -el hogar- dificulta el acceso a la justicia para las víctimas de feminicidio infantil.
La perita explicó que ha tenido casos donde estos asesinatos se encubren en supuestas negligencias de cuidado por los progenitores pero al realizar las diligencias con perspectiva de género y análisis de los contextos se demuestra que esta “negligencia” es en realidad una violencia activa contra las menores de edad que buscó su muerte. “Esto complejiza la cuestión de la cuantificación o visibilización porque los casos calificados por negligencias no entran en estadísticas de homicidio y mucho menos de feminicidio”, indicó la experta.
A lo turbias que pueden ser las indagatorias del feminicidio infantil se suma la resistencia de funcionarios públicos por indagar el este delito. La perita ha experimentado entregar análisis que demuestran la comisión de feminicidio infantil, dijo, que rechazan los operadores de justicia por es “más fácil” irse por tipos penales como el homicidio o parricidio, “ya no se tienen que meter en cuestiones más complejas de acreditar razones de género”.
O bien, en el desconocimiento, no consideran que una “niña” puede ser víctima de feminicidio porque “todavía no es mujer”, añadió Olivares Canales.
NIÑAS ACECHADAS
El feminicidio infantil no solo ocurre en casa, las niñas tampoco están seguras en los espacios públicos.
El 3 de julio de 2014 en Tamuín, municipio de San Luis Potosí, (SLP) el ex militar Filiberto Hernández Martínez fue detenido por portar una navaja y poseer un arma de fuego del Ejército sin contar con el permiso. En el arresto, Filiberto confesó haber violado y asesinado a cuatro niñas y una adulta entre los años 2010 al 2014: Rosa María Sánchez de 15 años de edad, Adriana Martínez Campuzano de 13 años, Itzel Romaní Castillo Torres de 11 años, Dulce Ximena Reyes Rodríguez de 9 años y Eliehoenai Chávez Rivero, de 32 años de edad.
El feminicida serial dio a la Procuraduría General de Justicia de SLP las indicaciones del sitio en el que enterró a lo largo de esos cuatro años los cuerpos de las niñas y la mujer adulta, el cañal “La Puntilla”, un terreno utilizado para la siembra ubicada entre los municipios de Tamuín y Ciudad Valles.
Los cuerpos de las niñas y la mujer adulta fueron hallados uno a uno, excepto el de Rosa María Sánchez, la niña de 15 años de edad, primera víctima de Filiberto. La PGJSLP únicamente halló siete huesos, a los que no hizo pruebas de ADN para conocer la identidad de la víctima, pasaron cerca de tres años hasta que en febrero de 2017 un equipo independiente de peritos forenses propuestos por la organización de abogados que litiga el caso, el Grupo de Acción por los Derechos Humanos y Justicia Social AC (Gadh), intervino y la Procuraduría determinó que los restos óseos correspondían a Rosa.
Aunque el feminicidio infantil con frecuencia ocurre en el hogar, las niñas no están exentas de ser asesinas en la calle por personas desconocidas o cercanas que las estuvieron vigilando. De acuerdo con las estadísticas de mortalidad del Inegi, en seis años (2012 a 2016), de los 821 DFPH de niñas entre 0 a 14 años de edad, en 14 casos, el agresor no tenía una relación de parentesco con la niña víctima, cabe recordar que en 89 por ciento de los registros no se especificó la relación que tuvo la víctima con el agresor.
No obstante, se observa un incremento de 2012 a 2016 de la ocurrencia de los asesinatos de niñas entre 0 y 14 años de edad en la vía pública. Según los registros del Inegi, en 2012 en 46 asesinatos de niñas la lesión que causó su defunción ocurrió en la vía pública, para 2016 la cifra incrementó a 61 casos.
En total, de las 821 DFPH de niñas un 26 por ciento (213 casos) la lesión fue cometida en calles, carreteras, áreas de comercio, escuelas, oficinas de trabajo. Sin embargo, en 16 por ciento de los certificados de defunción no se plasmó el lugar en que ocurrió el asesinato y en otro 15 por ciento se refiere a “otro lugar”, sin dar detalles.
El asesinato de niñas en la vía pública por personas desconocidas analizó el director el especialista en niñez y adolescencia, Juan Martín Pérez, tiene que ver con un clima de inseguridad en el que se encuentra sumergido el país, basta mencionar que el uso de armas de fuego como causa del asesinato de niñas incremento de 2012 a 2016: en el primer año se cuentan 48 asesinatos de niñas por esta causa, tiene un decremento entre 2013 a 2015 con alrededor de 30 casos cada año, para 2016, incrementó a 56 casos.
EL ESTADO AUSENTE…
Cada uno de los casos de feminicidio infantil en Tamuín pudo y debió evitarse, afirmó el asesor jurídico del Gadh, David Peña Sánchez. Si la PGJSLP hubiera investigado -como es su obligación- de manera diligente el feminicidio de Rosa María Sánchez, Filiberto Hernández no hubiera arrebatado la vida de más niñas. “La responsabilidad es completamente del Estado”, reafirmó el abogado, porque miró los asesinatos de niñas en Tamuín como hechos aislados y no como parte de un patrón.
Este “modus operandi” o patrón que siguió Filiberto Hernández en el feminicidio de las niñas de Tamuín está descrito en un peritaje en materia de antropología que impulsó y entregará próximamente el Grupo de Acción por los Derechos Humanos al juez que lleva el caso. David Peña, quien es experto en la litigación de casos de feminicidio adelantó a Cimacnoticias los hallazgos de este estudio.
Filiberto actuó con premeditación en cada asesinato, continuó el abogado. A todas las niñas las acechó por un tiempo prolongado, no realizó ningún asesinato al azar, tuvo acercamientos con ellas y sus familias en el catecismo, donde él impartía clases, y el gimnasio del que era propietario. Estos espacios sociales los utilizó para conocer a todas las víctimas.
Todas las madres y abuelas de las niñas asesinadas en Tamuín dieron a las autoridades el testimonio de vecinos de la conducta de hostigamiento que tuvo Filiberto con ellas, les ofrecía favores, las invitaba a pasar a su casa, pero las autoridades de SLP pasaron por inadvertidas las pruebas que guiaban al feminicida hasta la detención y confesión de éste.
El experto David Peña describió en la entrevista que las cuatro niñas asesinadas de Tamuín vivían en situaciones de pobreza, había la ausencia de tutores en su cuidado, algunas estaban a cargo de sus abuelas. Filiberto buscó y aprovechó todos estos elementos de vulnerabilidad para cometer los asesinatos.
Este es un patrón que también halla la perita Samantha Olivares, las niñas que son asesinadas por personas desconocidas, las acechan, aprovechan estas ausencias de sus progenitores para llegar a ellas. “Hemos detectado es que son personas cercanas, vecinos que tenían estudiadas la rutina de las familias, esta puede ser que la niña vaya a comprar a la tienda o a la escuela, estamos hablando de agresores que están al acecho para ejecutar su acto”.
En el asesinato de niñas se suma otro elemento, el ataque sexual es preponderante en casi todos los casos y llega a situaciones extremas, lamentó la perita en psicología. Tales son los casos de Guadalupe la “Niña de Neza”, se supo que su padrastro abusaba sexualmente de ella, en el feminicidio de las cuatro niñas de Tamuín, todas fueron víctimas de violación.
Actualmente Filiberto Hernández está una prisión de máxima seguridad en el estado de Durango, aún sin sentencia. El proceso ha estado lleno de irregularidades, el asesino fue absuelto del feminicidio de Adriana Martínez “por falta de pruebas” pero en 2017 el Gadh ganó un amparo para que se volviera a investigar este caso. Se han perdido pruebas de la investigación y no se ha encontrado el resto del cuerpo de Rosa María. Por las negligencias en la investigación de la PGJSLP la Comisión de Derechos Humanos del estado emitió un informe especial del caso.
NOMBRAR AL FEMINICIDIO INFANTIL
Cuando el feminicidio de una niña sale a la luz pública causa rabia e indignación en la sociedad civil pero aún queda un largo trecho para visibilizarlo, ponerle nombre, “feminicidio infantil”, y reconocer que tienen sus características y necesita políticas públicas específicas por parte del Estado para ser atendido, explican las expertas.
El abogado David Peña recordó que en la construcción del tipo penal de feminicidio en México en principio se realizó una investigación a fondo de las características, modos, y maneras en las que asesinaron a las mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Para el feminicidio infantil se necesitaría una investigación parecida dijo el especialista, si bien, apuntó, no es necesario crear una figura penal de este delito, se podría impulsar como razón de género para acreditar el feminicidio la minoría de edad.
A dicha propuesta se sumó la experta en feminicidio Cynthia Galicia, y añadió, incluir en los protocolos de indagación de las muertes violentas de mujeres procedimientos específicos en los casos de las menores de edad.
El registro de las víctimas es también de suma relevancia, opinó la perita en psicología Samantha Olivares pues visibilizar a estas víctimas permite generar política pública específica en este sector. A lo que el director de Redim, Juan Martín Pérez, añadió que la niñez sigue ausente en la política pública del Estado que tiene la obligación de garantizar su protección, en consecuente, dijo, el asesinato de niñas no lo ven como un problema de relevancia.
Olivares consideró urgente la capacitación sobre este tema al personal de justicia, también abogó por añadir la minoría de edad como un agravante a la penalidad del feminicidio o una razón de género. “Falta mucho en políticas públicas para visibilizar el asesinatos de niñas, necesitamos ponerle apellido a este feminicidio”.
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