«Acordamos vivir y vivir es luchar”, mujeres zapatistas inauguran Encuentro
CIMAC Foto:Sonia Gerth, enviada
Por: Anayeli García Martínez, enviada
Cimacnoticias | Altamirano, Chis.- 08/03/2018
Cuando las mujeres se convierten en víctimas y mercancía, hay palabras que no pueden pronunciar frente a los hombres, por eso y porque necesitan espacios propios y autónomos, este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, las mujeres zapatistas inauguraron el “Primer Encuentro Internacional Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan”.
Hoy, que el peor delito es ser mujer y la sentencia es la muerte, la vida es un volado, por eso las zapatistas llamaron a las mujeres del mundo a reunirse y encontrarse en la zona autónoma de El Caracol de Morelia, lugar ubicado en el sureste chiapaneco. La idea de estar juntas es –y será– entenderse y hacer crecer la rebeldía y la resistencia.
Después de viajes de hasta 42 horas en autobús y cargadas de casas de campañas, alimentos, agua, todo tipo de víveres e ideas, este 7 de marzo las mujeres provenientes de México y del mundo llegaron al Caracol, un espacio enmarcado en los montes chiapanecos que desde temprana hora se organizó para recibirlas.
Tras una larga jornada de recepción que se prolongó por la madrugada, este 8 de marzo, a las 6 de la mañana comenzó la música que dio paso a las actividades logísticas: preparación de alimentos, lavado de ropa o dar un baño a las niñas y niños; dos horas después las mujeres de los pasamontañas tomaron los micrófonos.
Cada una vistió un uniforme que identifica su rango y sus actividades: botas negras, pantalón verde olivo y camisetas cafés para las encargadas de la seguridad; camisetas rojas para las que están en la organización y las que llevan huaraches, faldas o vestidos, formadas en filas perfectas para escuchar a sus líderes y compañeras.
«Tal vez cuando regresen a sus mundos, tiempos y modos –dijo una de las zapatistas– les preguntarán si hubo un acuerdo. Sí, acordamos vivir y vivir es luchar, entonces acordamos luchar. Acordamos volver a encontrarnos, el año que viene, en la tierra zapatista», dijo ella aclarando que no se trata de pronunciamientos, sino de compartir saberes.
Custodiadas por una cuadrilla de mujeres insurgentes y con las concejalas del Concejo Indígena de Gobierno como observadoras de honor, las zapatistas fueron leyendo las palabras que prepararon para contar cómo era su vida antes del levantamiento zapatista de 1994 y los cambios que lograron después de promover la autorización.
Dijeron cómo fueron excluidas de la lucha y cómo fueron fundamentales para hacer tortillas y preparar pozol para los hombres que se reunían en el monte. También hablaron de la discriminación y de que lograron caminar junto a sus compañeros varones para que ambos hicieran tareas como cuidar a hijas e hijos.
Mientras las zapatistas daban sus discursos, seguía la verbena en los alrededores; entre la venta de artesanías y comida, y el encuentro con mujeres que contaban sus anécdotas, o quiénes esperaban hablar con otras como la académica Gloria Careaga, o Araceli Osorio, la madre de Lesvy Berlín Osorio, estudiante de la UNAM asesinada el año pasado en Ciudad Universitaria, en la capital de México.
Entre esa diversidad de mujeres, una de las oradoras habló de cómo es un monte de mujeres; y a modo de poema explicó que en los montes hay árboles de diferentes formas y tamaños: ocote, pino o cedro.
Como quien cuenta un cuento, dijo que cada uno de esos árboles no es igual y luego agregó que todas las mujeres son igual de distintas. «Diferentes colores, diferentes tamaños, diferentes pensamiento. Somos mujeres que luchan. Somos diferentes pero somos iguales», dijo.
Todas ellas en su diversidad viven en un sistema que hace creer a los hombres que ellas no valen lo mismo, donde se desprecia a quienes no saben leer o no han leído libros escritos por las feministas, por eso la invitación a partir de hoy y hasta el 10 de marzo es hablarse, escuchar, festejar, mirar y aprovechar el estar sin la mirada de esos varones que acostumbran ser jueces de lo que hacen las mujeres.
En este monte de árboles que recibió a las asistentes con sol intenso de día y un cielo estrellado de noche, se espera que la lucha no sea una competencia por saberse la más libertaria o las más revolucionaria, sino un regalo de arte, diversión, deporte y conocimiento, Por eso, alrededor de las 13 horas de este día, se rompieron las filas y se dio paso a las actividades deportivas.
El encuentro terminará el próximo 10 de marzo.
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