Producción de miel, una alternativa para superar la pobreza en Chiapas
A diferencia de otros productos del campo, el precio de la miel mantiene un constante crecimiento; sin embargo los productores potenciales no se logran distanciarse del paternalismo de los programas sociales y considerar la apicultura una actividad prioritaria.
La pobreza en Chiapas va a la alza. En los últimos cinco, 331 mil chiapanecos se sumaron a las cifras de la pobreza en el estado, de acuerdo al reciente diagnóstico del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
En 2012 el 74.5% de la población en el estado vivía en situación de pobreza, a la fecha este porcentaje se incrementó hasta alcanzar al 77.1% de la población total, y la mayoría se concentra en las zonas rurales, donde la economía es de subsistencia, enfocada en la producción de maíz y frijol, seguido de la ganadería y otros productos con mayor precio en el mercado, como la miel.
La apicultura les puede significar salir de los altos niveles de pobreza, pero, paradójicamente, la desarrollada dependencia a los programas de asistencia social es su principal obstáculo, y por tanto el crecimiento de esta actividad ha sido lento en Chiapas, valora Maximino Torres Hernández, líder campesino de la zona centro, y asesor de la Unión de Productores de Miel de Abeja y Comercializadora del Grijalva.
Maximino y su familia son los únicos productores de miel en su comunidad, Unión y Progreso, un poblado donde la mayoría de las casas son de adobe y piso de tierra. El productor comenta que ha invitado a sus vecinos, dedicados casi exclusivamente a producir maíz, a unirse a la apicultura, pero le han rechazado el ofrecimiento, bajo el argumento de que “las abejas pican”, y por el recelo a intentar de manera independiente nuevos proyectos.
Para Maximino, Chiapas tiene potencial para ser el primer producir de miel a nivel nacional, sin embargo la cultura de la dependencia a los programas sociales ha deprimido a la población y al campo chiapaneco, y pocos son los que se salen del asistencialismo gubernamental, y emprenden por cuenta propia nuevos proyectos.
En la mayoría de las comunidades de Chiapas, el único ingreso seguro que tienen los pobladores, es el que vienen de los programas de “combate a la pobreza”, y a ese se aferran, aunque signifique recibir no más de mil pesos mensuales por familia.
Aún con este escenario, poco a poco la apicultura va entrando en las zonas rurales de Chiapas, estado que actualmente se encuentra en tercer lugar nacional en producción, con 5 mil 213 toneladas anuales.
En la zona de de Venustiano Carranza –municipio donde se asienta el poblado Unión y Progreso- hay 185 productores. Cada productor tiene en promedio 30 colmenas. Un productor que solo tienen 30 colmenas sí obtiene recursos, pero estos no alcanzan para lograr en él y su familia un desarrollo más allá de la subsistencia.
La meta ahora, señala Maximino, “es organizarnos no para ir a pedir recursos, sino para considerar esta actividad redituable y no se subsistencia; para capacitarnos y estar conscientes de que hay que dedicar tiempo y recursos, no solo hacerse de las colmenas y dejarlas a la deriva o medio atenderla, sino para hacer esta una actividad prioritaria. Cada productor debe tener al menos 100 colmenas para que él y su familia tengan mejores condiciones de vida”.
La producción de 100 colmenas es de 3 a 4 toneladas de miel anuales. Eso le dejaría a cada productor una ganancia aproximada de entre 120 y 160 mil pesos. La producción de maíz lo maíz lo máximo que les puede dejar son 40 mil pesos al año. Ambas actividades pueden ser complementarias, señala.
Por lo pronto, en Chiapas existen alrededor de 5 mil productores, con un total de 260 mil colmenas, cifras que pueden incrementarse. En mayo de este año, una misión comercial de compradores internacionales visitó Chiapas, como uno de los estados con altos niveles de calidad, sanidad e inocuidad en la producción apícola.
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