Declaración del Primer Encuentro Transnacional de la Niñez y Juventud Migrante
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, 20 y 21 de julio de 2017
Compartimos los pensamientos y las vivencias de niñas, los niños y los jóvenes que nos reunimos los días 20 y 21 de julio de 2017 aquí en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, porque queremos empezar a organizar en una red de colaboración transnacional que no ayude Cambiar las relaciones de género, a recuperar nuestra memoria, ya vivir en felicidad y con derechos a permanecer en nuestros territorios y migrar sin violencias.
Somos 31 mujeres y 24 hombres que venimos de los municipios de Tapachula, San Cristóbal de Las Casas, Chenalhó, Chamula, Palenque y Ocosingo en Chiapas; De Los Mochis en Sinaloa; De Guatemala y Honduras en Centroamérica; De Francia y Alemania en Europa. La mayoría tiene entre 11 y 20 años; Las más pequeñas tienen siete años y hasta 30 años. Encuentro Transnacional está en nuestras diferentes culturas, formaciones, lugares de origen y experiencias de migración.
Queremos darles estas palabras que son fruto de los talleres, juegos, dinámicas y convivencia de estos dos días de diálogo y expresión colectiva:
Reflexionamos sobre las identidades de género y sobre cómo construimos como mujeres y hombres. Descubrimos que nuestro ser mujeres y hombres tiene emociones diferentes, unas personas nos ayudan a vivir y otras no duelen. La vida de mujeres y hombres es diferente. Es más difícil ser mujeres porque siempre estamos ocupadas en el trabajo de la casa y el cuidado de los hijos, también en la escuela; Pero sobre todo, porque los hombres dicen que no debemos juntarnos para organizar y apoyar entre mujeres.
Nos apena mirar que no tenemos el mismo poder que los hombres para tomar decisiones en la familia, la comunidad y el país. A pesar de estas dificultades, de las prohibiciones y los castigos que nos ponen, de que los juzgan por hacer que nos gusta, a todas nosotras nos gusta mucho ser mujeres. Nos sentimos felices de reconocer que tenemos una gran capacidad de poder hacer lo mismo que los hombres; Tenemos la fuerza para hacer lo que decidimos; Tenemos la inteligencia para cambiar las injusticias del mundo, y para aprender cosas buenas para nosotros.
Nosotros los niños y jóvenes, nos dimos cuenta que queremos mucho a nuestros padres y abuelos, admiramos su fuerza y entrega para cuidar a la familia. Pero también miramos que los hombres son casi todo el tiempo serio y enojados, pensamientos que es porque la sociedad no enseña a no expresar nuestros sentimientos y tratar a las mujeres como objetos que poseen y control. Los hombres están enojados porque no pueden ser como realmente quieren, porque no pueden expresar sus sentimientos ni mostrar miedos o dudas. Las normas y costumbres sociales en castigan y aíslan cuando queremos vivir de otro modo. Es verdad que tenemos ganas de construir nuevas relaciones con las mujeres y con nosotros los hombres. Somos capaces de asumir compromisos pequeños y cotidianos para ser mejores:
Hay muchos modos de ser y vivir la niñez y la juventud, es una cuestión de género, de ser indígena o ser mestiza, ser de la ciudad o del campo, ser de un país o de otro. Pero todos y todos por igual, queremos un mundo sin violencia, que no hay diferencias entre hombres y mujeres, que todas y todos los mejores tramos, con respeto, con unión, confianza, sin miedo a hablar y libertad para aprender a decir no.
Nuestros modos de ser como niñas, niños y jóvenes también están relacionados con las migraciones. Nos movemos porque somos curiosos y queremos descubrir lo que hay en el mundo. Miramos que como seres humanos, nuestros pueblos siempre han caminado buscando nuevos lugares para vivir. A veces, las mujeres y las jóvenes migramos porque buscamos un espacio en donde seamos tratadas con más respeto, donde podamos expresarnos con más libertad y donde podamos tener más oportunidades para ser felices.
Hoy la migración de nuestros hermanos, mamás, papás y amigos está siendo más peligrosa. Nos entristece mirar cómo las fronteras se hacen más grandes, cómo se lastiman los pies de los hermanos migrantes, cómo son perseguidos y maltratados por policías, coyotes y patrones que abusan de su necesidad.
Nos duelen y nos enojan estas migraciones, por eso, queremos pensar en un mejor modo de migrar y en defender a las personas que migrar, porque migrar también es nuestro derecho. Un buen migrar, con información y con derechos, nos engrandece el corazón y los pensamientos para mejorar nuestras comunidades, escuelas, caminos y hospitales.
Nuestro Primer Encuentro Transnacional quiere decir al mundo que las niñas, los niños y los jóvenes tenemos sueños, fe y esperanza:
- Soñamos con una vida digna y feliz, con oportunidades para estudiar, trabajar y soñar libremente. No somos “adultos a medias” o «adultos chiquitos», somos personas que tenemos derechos, necesidades y sueños propios.
- Soñamos con vivir en un mundo sin violencia, en el que las fronteras sean lugares de convivencia y no zonas de muerte y separación.
- Soñamos con que los jóvenes puedan expresarse libremente, sin miedo a ser perseguidos o asesinados. Por eso queremos que la opinión de las niñas, los niños y los jóvenes se escuche.
- Creemos que una de las principales formas de hacer realidad estos sueños es encontrándonos, conociéndonos, organizándonos, encontrándonos. También creemos que es importante defender nuestros territorios y nuestras culturas, pues aunque migremos seguimos perteneciendo a nuestras comunidades.
- Debemos compartir entre nosotros, acercarnos a nuestras madres, padres y abuelos para conocer y preservar nuestra memoria. Así al migrar nuestros corazones no se dividen, sino que se multiplican.
Juntas y compañeros, no nos comprometemos a apoyarnos para no quedarnos callados y aprender un defensor nuestros derechos. Queremos denunciar lo que no nos gusta y exigir a las autoridades, la familia y la comunidad que cumplan con sus obligaciones y que contribuyen a hacer de este mundo un lugar mejor para todos y todas.
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