“Aquí solo se entierra a los muertos que viven en Zapaluta”
¡Yo recuerdo si tres o hasta seis muertos, pero no tantos como ahora! Afirma Don Francisco Javier Santiago Pinto, con un gesto de incredulidad. Ha detenido su andar y se me queda viendo como inquiriendo una explicación. Con un gesto de interrogación hurga en su memoria de fotógrafo de más de setenta años. Su natal Zapaluta hoy Trinitaria, ha sido el escenario que ha capturado con la cámara fotrografica por casi 65 años. “No, recuerdo de 3, hasta 6 muertos, pero no tantos”
Oiga usted, ¿qué hay de cierto que existió un letrero acá en la puerta del panteón que rezaba “Aquí solo se entierra a los muertos que viven en Zapaluta”?, le pregunto mientras estamos parados en el portón del panteón de La Trinitaria.
Sin poder reprimir la carcajada contesta: «fue algún sin oficio, que hizo el chiste y se regó, nunca vi el letrero».
Don Francisco Javier, ha registrado con su lente e inteligencia fotográfica, la vida social, política y cotidiana de su pueblo y de los pueblos que se asientan en los Llanos, región fronteriza de Chiapas.
Esta región que ahora se viste de luto con la muerte de 17 de sus hijos, todos jóvenes y miembros de la iglesia Adventista local. Don Francisco Javier acompaña el cortejo fúnebre y con su cámara digital, va guardando para la memoria colectiva este suceso que marca la vida de los que aquí habitan.
Es este mismo sitio donde se libró la batalla en Juncana en 1860, protagonizada por el general de Bolívar José María Melo y las tropas conservadoras. Melo fue fusilado un 1 de Junio por órdenes de Juan Antonio Ortega. Desde esas fechas no se sabe de otro suceso similar que haya cobrado tantas vidas.
Hoy en medio del sol de Mayo, familiares y amigos de los 17 jóvenes, acompañan a su última morado a 4 de ellos, que fueron habitantes de la cabecera municipal y que movidos por su fe, salieron a ejercer su religiosidad, en espera de alcanzar el paraíso.
Los demás serán sepultados en sus respectivas comunidades. En este momento, los dolientes los entregan a la tierra y según la fe cristiana esperarán el juicio y la resurrección.
Don Francisco Javier con sus más de setenta años, deambula con delgada figura, protegido por su camisa manga larga, una cachucha y la eterna compañía de su cámara fotográfica, se hace presente en el famoso panteón donde “se entierra solo a los muertos que viven en Zapaluta” para registrar en imágenes el suceso inédito, en el que se sepulta a unos jóvenes, que tienen por encargo indagar si el mito que sustenta el cristianismo, es verídico.
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