“Mi casa no está en Uruguay ni en el mundo, está en Siria”: los Alshebi, los refugiados que llegaron de Medio Oriente
Montevideo, Uruguay, 7 de abril de 2017.- Originaria de Alsafira, providencia de Alepo, capital de Siria, la familia Alshebli, constituida por el padre, la madre y quince hermanos, tuvo que realizar —como lo hicieron otras familias de la zona—, un éxodo, al salir de su país de origen, debido a la guerra que iniciaría entre el gobierno del actual presidente Bashad All Ashad contra los rebeldes sirios y que desde hace más de 6 años mantienen complicada la situación tanto en la región del Medio Oriente como en el mundo.
A unos meses de empezar la guerra civil en Siria, la familia Alshebli había pasado toda su vida en el país. El padre trabajaba como campesino en Jordania, la madre se quedaba en las labores del hogar y trece de los quince hermanos se desempeñaban en diversas actividades escolares, familiares y sociales: pero no laboraban. En el momento en que estalló el conflicto el 15 de marzo del 2011, la familia ya se encontraba unos meses atrás en Líbano; país que hasta ahora ha recibido un significativo número de refugiados sirios.
Un programa del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ofreció a la familia, después de haber pasado cuatro años en Líbano, iniciar una nueva vida lejos de las bombas, armas y sangre. El encargado del caso, tuvo que presentar los expedientes a diversos países del mundo para poder ser aceptados en calidad de refugiados.
Uruguay, gobernado por José “Pepe” Mujica, personaje destacado por sus discursos y reformas progresistas impulsados durante su gestión como lo fue el aborto legal, la legalización de la marihuana y el matrimonio entre parejas del mismo sexo, aceptó a un total de 42 familias de refugiados. El país sudamericano tendría que brindarles apoyo económico y una pequeña casa, además de colaborar en lo posible para que los hijos mayores de 18 años encontraran un trabajo y los más pequeños fueran a la escuela.
Así fue como en el 2014, la familia Alshebli llegó a Montevideo, con el reto de aprender un nuevo idioma, nuevas costumbres, modo de vivir y adaptarse al modelo económico del país.
La vida de un electricista de Alepo
Un día antes mí encuentro con la familia Alshebli, en la noche del 4 de abril en la localidad de Jan Seijun, provincia noroccidental de Idlib, Siria, un bombardeo con elementos químicos acabó con la vida de al menos 83 personas y más de 150 heridos entre ellos más de una decena de niños, ataque atribuido al presidente Bashar al-Asad, lo que trajo una oleada de críticas al presidente árabe y las discusiones a nivel mundial creando un clima de tensión entre Estados Unidos y Rusia.
La persona que más entendía el español era Ibrahim, uno de los trece hermanos que llegaron a Uruguay, quien era el que daba entrevistas a los medios de comunicación locales y hablaba con las personas que se acercaban para tratar de ayudar a la familia.
Con una gran sonrisa y calidez, el joven de 23 accedió a la entrevista; no puso condiciones y aunque había hablado toda la mañana y la tarde con periodistas, líderes espirituales y uno que otro curioso interesado por el tema, se sentó en el jardín a un costado del Monumento a Artigas y comenzó el relato:
—¿Cómo era tu vida en Alepo?
—Trabajaba de electricista y cuando nos fuimos a Líbano, me dediqué durante 4 años en un trabajo de construcción. La vida era fácil, porque era barato, con 100 dólares podías vivir todo el mes en Siria.
—¿Qué les habían dicho sobre Uruguay?
—Me explicaron que las cosas estaban bien, pero cuando llegamos aquí no era así, todo eran mentiras. A unos dos años y medio, la vida se nos ha hecho muy cara y no podemos conseguir empleo.
—¿Qué fue lo primero que pensaste cuando llegaste a Uruguay?
—Pensé que era un lindo país, porque cuando ves los edificios y las cosas antiguas tiene un olor muy rico para nosotros, pero después nos mandaron para afuera, alejado del centro. Ahora estamos en Salto (departamento de Uruguay). Trabajé con una empresa de instalaciones eléctricas fue ahí donde aprendí el idioma, pero insistía en quererme regresar a Siria.
—¿Qué fue lo más triste dejar Líbano?
—Mi novia, ella la sentí siempre conmigo, estuvo conmigo en Líbano, nos separamos porque nos venimos para acá. La extraño siempre, ahora está casada, ya tiene el anillo. Para el mundo árabe decir que tu novia está casada es una cosa muy difícil, es muy pesado escucharlo. La pasé muy mal cuando la dejé a ella y me vine.
Fátima, la otra voz del destierro
Con una voz dulce, de ojos transparentes, lentes oscuros por encima de su yihad multicolor, nariz respingada y una sonrisa pequeña, Fátima con 24 años de edad, es una de las hermanas mayores de la familia Ashebli, su historia fue diferente al haberse quedado en Líbano y no llegar junto con su familia a Uruguay. Pese a la dureza que llegó a tener al momento de verla directamente a los ojos al principio de la entrevista, hubo momentos en que Fátima hacía pausas, evadía la mirada y quedaba pensativa hacia el cielo para explicar la situación de su país.
—¿Cómo era tu vida antes de la Guerra?
—Los más chicos iban a la escuela, otros paseábamos con nuestros abuelos. Nuestro padre trabajaba en Jordania. La casa era muy bonita, estaba divida en dos partes, la mitad era de cuartos y una cocina, la otra era un patio donde teníamos animales de granja. Cuando nosotros sabíamos que se avecinaba la guerra en Siria, rentábamos un vehículo y nos fuimos a Líbano. Trabajábamos en el campo, pero la vida es muy fácil allá. Al principio mi padre no quería viajar, yo tampoco, es difícil hacer una vida nueva por la cuestión del idioma o la gente.
—¿Qué fue lo más difícil de dejar Siria?
—Con una mirada firme, contesta— Mi casa. Allá había un cuarto dónde dormíamos todos juntos, comíamos todos en un solo plato. Va a ser difícil volver a ver a la familia tan unida como lo era allá. Cuándo nos fuimos a Líbano los niños no iban a la escuela porque era muy cara la educación, pensamos más en irnos por los niños.
—¿Crees que fue una buena decisión dejar Líbano?
—Sí, para los niños. Yo me quedé en Líbano, pero mis padres me extrañaban mucho y mediante una carta dirigida a la ACNUR me vine sola desde Líbano. Mi padre quería tierras para poder tener animales: pero el programa de ACNUR no donaba tierras. Vinimos por acá, después arreglamos unas cosas y nos dieron una chacra (casa), pero no tenía tractor para hacer un trabajo. Los cuatro hermanos mayores tuvimos que hacer un currículum para conseguir trabajo, pero en ninguno nos aceptaron. El gobierno uruguayo nos apoya con 35 mil pesos uruguayos, ¿cómo van a vivir con eso 15 personas?, por eso hoy estamos aquí —dirige su mano hacia la Plaza Independencia en el centro de Montevideo— para salir del país por la situación económica.
—¿Por qué se quieren ir de Uruguay?
—Porque la vida es cara, muy cara. Tener que comprar un simple pan nos salía tres dólares. Los niños estudiaban en Salt) pero se encontraba lejos, se tenía que pagar ómnibus. Los más grandes no podíamos estudiar por eso teníamos que encontrar trabajo, pero no nos lo daban.
Solo silencio, tan difícil y duro silencio, así fueron los últimos momentos de la entrevista, debido al sentimiento de impotencia que tenía Fátima al momento de tocar el tema del ataque con armas químicas hacia sus compatriotas y su opinión respecto a ello.
—¿Qué sentimiento tienes hacia tus compatriotas?
—Te quiero mostrar una foto de cómo mueren los niños en Siria, para decir algo, de cómo mis hermanos son atacados con bombas. Cuando abres tu corazón salen cosas tristes, no solo le podemos pedir todo a Dios. Nadie va ayudar a Siria, van a morir todos los sirios
—¿Cómo imaginas el regreso a tu casa en Siria?
—Yo pienso que mi casa ya está en la tierra, no hay cuartos, ya sé eso. Voy armarla de vuela. Es mi casa, es mía, no es mi casa Uruguay, el mundo no es mi casa, es Siria.
—¿Qué piensas del Estado Islámico?
—No es islámico, porque ellos mataron a todos. Mataron a laicos, cristianos a turcos. Dicen que es por es el Islam, pero no es así. Es para sacar la plata y la tierra para que lo ganen ellos. Como musulmán, no soy mala ni el Islam.
—¿Qué fue lo peor que te supiste de Siria?
En ese momento me enseño la foto y le pregunté, ¿qué emoción le causaba verla? Fue un silencio redundante con un sentimiento de vacío, Fátima comenzó a ver hacia los automóviles en la calle durante unos 10 segundas, mientras en sus ojos vidriosos se podía percatar el esfuerzo que hacía para no llorar, su boca comenzaba temblar, fue una sensación de silencio doloroso.
La familia Alshebli no era la primera en demostrar su deseo de salir de Uruguay. En 2015 hubo otras familias de refugiados que llegaron a la Plaza de la Independencia en el centro de Montevideo, la mayoría de ellos argumentaban los elevados precios para vivir en el país y no tener acompañamiento de las autoridades para conseguir empleos, así lo argumentaba Ibrahim y su decisión rotunda en nombre de su familia en salir de Uruguay.
—¿Cómo es tu vida actualmente?
—La vida está muy linda, pero tienes que buscar el futuro de los niños. Si no tienes trabajo, es muy difícil. Es muy linda y a la vez muy difícil.
—Estás aquí en Montevideo exigiendo salir del país ¿Qué solución esperas?
—Ya no quiero solución, ya no quiero estar aquí, ya nos han mentido mucho, la vida es muy cara y no hasta ahora no tengo trabajo. Hablamos con alguien de la ACNUR, pero no nos dio una solución clara. Queremos irnos cualquier país mejor que el Uruguay. El suelo no te alcanza, la luz es muy cara; sino la apagas, te cortan. No tengo mucho idioma, no tengo plata para vivir, no tengo estudio. ¿Que voy a hacer? ¿morir?
Trump al ataque
Unos días después de haber concluido las pláticas con la familia Alshebli, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump decidió enviar un ataque a la base militar Al-Shayrat, en la provincia de Homs, la cual fue atacada hacia las 5:00 am del viernes por 59 misiles Tomahawk lanzados desde los buques estadounidenses USS Porter y USS Ross. Según datos obtenidos por el Pentágono este sería el lugar dónde se hacían y se envió el ataque químico hacia la base de los rebeldes el pasado 4 de abril.
Un aliado fundamental para Bashad Al- Ashad es el Presidente de Rusia, Vladimir Putin que catalogó el ataque base aérea siria de Shayrat como “una agresión y que dañaría seriamente sus relaciones ruso-estadunidenses”.
Aunque hasta el día de hoy no se tiene una cifra aproximada de cuantas personas han fallecido durante estos seis años de guerra, según un reciente informe del Think Tank Syrian Center for Policy Research publicado en marzo de 2016, un supuesto de 470 mil personas han perecido a causa del conflicto, aunque el reporte de las Organización de las Naciones Unidas reportaba 250 mil y un total de 5 millones de refugiados en todo el mundo.
Por ahora, como lo ha sido durante estos últimos seis años, la Guerra en Siria continúa siendo una situación determinante para la estabilidad en el mundo, al punto que el antes mencionado ataque de Estados Unidos y la respuesta que tendría Rusia; desencadenó un sinfín de pensamientos como el inicio de una posible tercera guerra mundial. Cada día nos esteramos de nuevas noticias que nos impactan y conmueven para llegar a pedir un cese al conflicto, pero como bien lo dice Ibrahim; “En una Guerra los dos bandos no pueden ganar”.
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