Chenalhó, fuerte división social y uso de armas sin control, denuncian obispos
La Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, denunció la situación grave de división social que se vive en el municipio de Chenalhó y el uso de armas sin control que pueden desembocar en un suceso aún más violento en ese municipio.
En una carta firmada por Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de San Cristóbal de Las Casas, Enrique Díaz Díaz, Obispo Coadjutor y Fray Gonzalo Ituarte Verdusco, Vicario de Justicia y Paz, condenaron el hecho de que un grupo violento encapuchado violento no hay respetado el recinto sagrado religioso donde irrumpió el miércoles pasado.
Explicaron que por los problemas políticos y sociales que surgieron en Chenalhó, por las inconformidades de algunas personas contra la Presidenta Municipal, por el peligroso clima de violencia que se presentaba, un grupo de ciudadanos solicitaron a la diócesis el servicio de mediación, para que hubiera diálogos entre ellos y las autoridades del Congreso y del gobierno estatal. Y que sin dudar, aceptaron dar este servicio como una colaboración para encontrar la paz, la justicia y la reconciliación.
“Hubo un primer encuentro en la Curia Diocesana entre ese grupo y los legisladores, se agendó un segundo para el lunes 23 de mayo, que no se pudo realizar por los problemas suscitados en Tuxtla con los maestros, se estaba llevando a cabo ese segundo encuentro el miércoles 25, en nuestras oficinas, los legisladores estaban proponiendo un diálogo entre el grupo inconforme y la entonces Presidenta Municipal, para buscar soluciones de acuerdo a la justicia, a la verdad y a la ley”, dice la carta.
Señala que en el marco del diálogo no se veían elementos jurídicos para hacer renunciar a dicha Presidenta, “fue entonces que, avisados por alguien -no sabemos quién haya sido, de dentro o de fuera-, entraron a la Curia diocesana muchos hombres, con palos, piedras y tabiques, y sacaron a la fuerza al Lic. Eduardo Ramírez, Presidente del Congreso Estatal, con otro diputado, y se los llevaron a la plaza pública de Chenalhó”.
Y que el resultado de este secuestro es ya conocido: Se obligó a la Presidenta a renunciar y se tuvo que aceptar como nuevas autoridades municipales a quienes el grupo inconforme exigió, la violencia se desató, sobre todo en el Ejido Puebla, como una reacción de los seguidores de la Presidenta, con saldo de dos muertos, varios heridos y bastantes familias desplazadas.
Ante estos hechos, la Diócesis lamentó que no haya sido el diálogo, sino la violencia y el secuestro, el camino por el que autores intelectuales y materiales optaron para enfrentar este caso y que les duele que no se hayan respetado las instalaciones de la Curia Diocesana, como un recinto de búsqueda de paz y de justicia, ni en los años 94-95 hubo esas faltas de respeto.
“Nos preocupan las reacciones de violencia entre los grupos opositores dentro del mismo municipio, que pueden seguirse desatando, pues desde 1997 hay rencores y divisiones no superados, y existen armas sin control. Hacemos un atento llamado a los grupos contrarios a respetarse como hermanos, a no quemar casas ni utilizar armas y otros objetos para dañar a los demás. La mayoría son creyentes en la Palabra de Dios, que nos invita al perdón y al amor mutuo. Somos diferentes, pero todos hijas e hijos del mismo Padre Dios”, dice la carta.
Los obispos u el Vicario manifestaron su disposición como diócesis para trabajar siempre a favor de la paz y coadyuvar en todos los diálogos que conduzcan a ella. Y que están analizando si pueden seguir ofreciendo sus instalaciones para estos diálogos, pues no cuentan con personal y medios para evitar que sucedan hechos violentos como el pasado.
Exhortaron a las autoridades y a los legisladores a atender con prontitud las inconformidades justas que se presentan en los pueblos, para no desencadenar la irritación social, difícil de controlar y encausar.
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