Los hijos de San Juan
Texto: Raúl Vera
Editora: Herminia Hernández.
“Somos los hijos de San Juan que venimos a tierra caliente a ver al gobierno que no nos ha dado lo que nos corresponde, el dinero de la artesanía y las obras que se jodieron los del verde. Somos los Chamula, no somos cualquier indio, somos los chamula, con nosotros no se juega y que muera el verde.”
En un frente alrededor de 1100 indígenas, hombres de San Juan, del otro 700 policías, morenos, seguramente también pertenecientes a alguna etnia. El sol de tierra caliente les quema y les hace hervir la sangre. Los hombres de San Juan, arrancan los fantasmas y señalamientos de la llamada autppista a Tuxtla-San Cristobal, retan a los uniformados, en ambos grupos se espera la señal de desalojo, los cuerpos de seguridad aparentan calma, los hombres mono (max) aparentan valor.
Como a la usanza del carnaval chamula, se han ataviado de una indumentaria que solo se permiten usar para la fiesta o para la guerra. Están dispuestos a dejar en evidencia la vulnerabilidad del palacio del soberbio bolom, del rubio gobernador.
El sol, totik padre, transfigura los reflejos en los lentes de un max punketo, en esas imágenes se ven pasar los relatos del mito fundacional del Popol Vuh. Monos traviesos que manchan la bellísima piel solar del dios bolom con frutos de tienta indeleble; lo hacen rabiar con sus travesuras que se convierten en verdaderas osadías y que rayan en la irreverencia.
Su irreverencia llega a tal grado que cuando San Juan les retarda un favor, en airado reclamo le dan la espalda, puede vérseles profiriendo maldiciones. “A ver, cómo es que se secó mi cosecha, ¿Y la vela que te puse?, ¿Y el trago? ¿Y la gallina negra? ¿Para qué los recibís si luego no vas a cumplir?
Hoy, dedicados a todo tipo de negocios, hacen evidente su naciente riqueza con nuevos estilos arquitectónicos, totalmente eclécticos, pero ostentosos, en la puerta de estas nuevas mansiones se pueden ver modelos caros de carros y camionetas. Se autoafirman su hombría llevando a su territorio al al Komander, el cual ha sido vetado en el estado pero no en Chamula en donde es ídolo.
Los fotones de la luz solar rebotan en el asfalto y hacer sudar al Max Punketos, con estoperoles, lentes de motociclistas, tatuados, que se toman selfies en actitud de desafío a los policías también de piel morena. En ambos bandos jóvenes pobres, jóvenes que el sistema de derecho no fue suficiente para tener más que la de jugarse la vida en lo que se pueda.
Hace unos días se organizaron, fraguaron su estrategia y se presentaron frente al palacio de gobierno. Demostraron su poder de ser sujetos colectivos, de ser grupo y lanzaron toda clase de objetos sobre los vidrios del edificio que alberga el poder ejecutivo en estado de Chiapas. Con dos o tres promesas regresaron a las montañas de cargadas de nubes en los Altos. Hoy regresan a exigir aquello que consideran un derecho, sus apoyos a cambio de la fidelidad, a cambio del voto colectivo. Regresan por lo que les han prometido por más de 70 años, aquello que el viejo PRI enseño con paciente didáctica. Son hijos los de San Juan y hasta San Juan es priísta. ¿Cómo es que ahora el Verde pretende arrancarles el tricolor tatuaje ancestral?
Los Tzotsiles de Chamula han sido por generaciones el pueblo más belicoso en la historia de Chiapas. Su resistencia pero a la vez su apego al paternalismo gubernamental no es nuevo. Desde Las leyes de Indias de Fray Bartolomé de las Casas, gozan de un halo de protección. En la antropología social chiapaneca, es el pueblo más estudiado, personajes como Juan Pérez Jolote, han marcado los estudios de etnicidad en México. Bajo ese manto de protección se han cobijado diputaciones, cacicazgos, negocios de todo tipo y un poder inimaginable sostenido por la gracia de haber nacido hombre y chamula.
El Pascual viene de Arvenza, viste de rosado, saluda y deja ver el tatuaje que simula la osamenta de sus propias manos. El tatuaje se prolonga por los brazos dibujando espinas. “los del verde nos quitaron el apoyo y ahora el presidente electo no nos quiere entregar la otra parte”. “Y allá hay cuerno de chivo, se va poner caliente” “A si, haya hay de todo, y no lo vamos a dejar gobernar”
Don Guillermo Muñoz, viejo encargado de fincas y nieto de un enganchador, cuenta que los chamula tenían pago extra por su resistencia, por su capacidad de carga y rendimiento. Al igual que en los tiempos de la esclavitud, se elegía a los negros por presentar una corpulencia adecuada para las cargas pesadas, en esta moderna forma de contrato, el chamula era el más apreciado.
El territorio de San Juan Chamula se delimita por sus fronteras geopolíticas bien demarcadas, sin embargo ese límite es y no suficiente. Para ser habitante del territorio de San Juan, hay que ser hijo de San Juan, participar de la ceremonia, ser mayordomo, alférez, ajualil… y votar por el PRI. Cuando se violentan estas reglas, el territorio tiene que ser abandonado, por las buenas o por las malas.
Atrás quedaron las escenas de los coletos bajando de las banquetas a los chamulas, atrás quedaron las atajadoras que les quitaban sus mercancías. Ahora los mercados de San Cristóbal los controlan los indígenas, controlan el transporte foráneo, la fayuca, las religiones, los comedores y buena parte de las concesiones de taxis están en sus manos.
Domingo Collazo es claro, “venimos por que no nos han cumplido, y no nos vamos a mover, ahora somos pocos, pero sino hay respuesta vamos a traer más, hasta que nos den lo que nos corresponde, lo de las obras y la artesanía.” La cofradía que comanda aguanta el calor y están dispuestos a no dar paso en las carreteras que conducen a San Cristóbal , hasta que el gobierno no les de su paga que el Verde les quito por ser priiista. Muchos de los que están presentes realizan su vida en San Cristóbal, San Juan se ha convertido en un municipio dormitorio. Pero se sienten llamados a defenderlo.
Los Chamulas se reivindican como tal , somos Chamulas, no somos cualquier indio, con nosotros no se juega. Construyen su identidad y orgullo a partir de su capacidad de enfrentarse y resistir. Ser Chamula es ser poderoso, es ser capaz de ir a Tuxtla, vestido de Max-mono y quebrarle los vidrios-piel del cuerpo del palacio del Bolom-gobierno.
Solo quiero decir que realmente me gustó mucho el contenido y la forma en la que fue escrito este artículo. Felicidades!!