Tuxtla, una ratonera de picos de cemento y piedras
El diálogo con el chofer de la combi continuó. Alentó la conversación la mano corrugada de la anciana sobre mi hombro.
Como diciéndolo sin palabras, ¡anda, dilo, queremos manifestar lo molestos que estamos de vivir en esta como ratonera de tantos filos y picos de cemento y piedras¡
La charla-catarsis siguió bajo el abrazante y bochornoso calor del mediodía tuxtleco.
– Qué le hemos hecho a Manuel Velasco, acaso agredimos a Bayardo Robles para que se desquitaran llenando de peligrosas cuchillas de cemento los bulevares, las calles y avenidas de esta ciudad que es nuestra casa común, una extensión de nuestros hogares.
No quitaron los terreros y los pasos peatonales naturales de los camellones para transformarlos en museos de culto a la personalidad con las V y las M de concreto que recrean e insinúan los apellidos del gobernador chiapaneco.
Estas estructuras de letras antiestéticas están a cada golpe de volante. Desafían los verdores y la vitalidad de la escasa flora y fauna de la capital de Chiapas.
Los adefesios que abrevian los apellidos de Manuel, el mandatario, surgido de la alianza política encabezada por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM, se elevan desafiantes y riesgosos a lo largo de kilómetros.
Surgen en cada quiebre vial. Rígidas, centellantes, como guillotinas. Como si hubieran sido construidas para una trama y trampa contra la población que va en auto pero también a pie.
Las V o MM que sugieren las temidas rutas de la película Los Juegos del Hambre. Vías y pruebas difíciles y complicadas contra el bienestar y la vida misma.
– Ay del compa automovilista que choque contra esos muros. La punta, el filo, la cuchilla de cemento y piedras bastarían para rebanarle el carro, como cuchillo en mantequilla. Si bien le va.
Porque si no la libra y se encaja de cabeza y nuca contra la V o las MM, pues queda decapitado. No tendría salvación. No son muros de contención, como los vallas de puentes y carreteras.
No amortiguan, fulminan. No defienden, agreden y ponen nervioso sólo verlas. Estas construcciones están como diciéndonos si te proyectas contra mí llevas mucho que perder y nada que ganar.
– Manuel tuvo la oportunidad de hacer de Tuxtla Gutiérrez un Macondo chiapaneco.
Bastaba que dejara los camellones de los bulevares, de las avenidas y de las calles libres de cemento. Que solamente les sembrara árboles, arbustos y flores de ornamento para que la naturaleza pusiera la diversidad de pájaros, reptiles, pequeños mamíferos e insectos endémicos.
Pero en los terreros, en la majestuosidad del humus, de las raíces y de los troncos citadinos no está el negocio de las construcciones.
La tierra sola de la ciudad no da para las complicidades de los funcionarios, los políticos y los empresarios- ¿ constructores?que llenan de plastas de cemento y hierro la ciudad y sepultan cualquier vestigio de vida de flora y fauna.
Ahí está el negocio del gobierno de Manuel Velasco Coello y Bayardo Robles Riqué , que como Pancho Pantera, de puntitas, con el pecho erguido y con pasos gatunos-para no caer sobre los desfiladeros de las V o MM- recorre las obras de las ciudad, de acuerdo a como conciben y realizan sus políticas públicas urbanas.
– En esta estación del año, Tuxtla Gutiérrez nos regala flores de primavera, de cupapé y matilisguate para alegrarnos y hacer más agradable y amable la vida, pero Manuel y Bayardo nos asfixian, nos encierran y pretenden sepultarnos con tanto concreto y dinero público federal desparramado.
Con estas palabras la anciana de las manos sarmentosas y arrugadas concluye el diálogo. La combi sigue su ruta en el bulevar con sus guillotinas en formas de V o MM. Guillotinas de cemento y rocas que nadie espera que evolucionen en cruces y capilla viales.
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