El impulso de la fe, la certeza y la razón
La peregrinación Viacrucis Cuaresmal de católicos y representantes comunitarios de una treintena de municipios de Chiapas convocada por el pueblo creyente de Simojovel adquirió tintes de una Cruzada extraviada en las brumas de la historia, pero sostenida en la dura y explicita realidad de estos tiempos.
Miles de creyentes llegaron a Tuxtla Gutiérrez, capital de Chiapas, con el impulso de la fe y la certeza de la razón y la lógica. Lo hicieron con vítores anticipados, como si la misión fuera recuperar ciertos lugares sacros arrebatados por infieles y profanos.
Fueron a la batalla, enmarcada en cuatro días de peregrinación, a pie y en vehículos. No llevaron corceles, armaduras, lanzas ni espadas para pedir por la paz en sus localidades y el cese la violencia, derivada de las actividades del crimen organizado en diferentes regiones del estado.
Ni siquiera petos, espaldares ni llaves de misóginos cinturones de castidad que dieran indicaran señales de combates.
La movilización, aglutinada en el Ejército de Cruzados reunió bastiones de resistencia-persistencia, templarios posmodernos y ayudantías con blasones y de coros y cantos, no para alabanzas matutinas sino para soportar el angustiante y desmerecedor calor del mediodía.
Los párrocos, sacerdotes y feligreses – ancianos y jóvenes, por igual- salieron el lunes del municipio de Simojovel, en la región norte. Llegaron este jueves, después de la travesía de más de 150 kilómetros.
Los templarios de sandalias, precedidos con hombres de caracolas y sus cruces, imágenes de vírgenes santos a cuestas,atravesaron la ciudad. Profirieron, en señal de combate, sus gritos y arengas surgidos de su proclamada fe:
“ Con Cristo y María todo se puede”; “ Viva Cristo Rey, viva la iglesia católica”; “No tenemos miedo, éste se quita con la fe”, “Queremos obispos a l lado de los pobres”.
Representantes arzobispales, obispales, párrocos, sacerdotes, monjas y seminaristas llegaron y ocuparon su sitio en la plaza principal. Cada quien en su posición de vigía y combatiente, armados con cámaras, celulares, con la hostia y la devoción compartida.
En los cuatro costados del templete, observadores, cabizbajos, acurrucados, con la capuchas cubriéndoles y el cordel de la túnica enjaretado a puño limpio, los monjes templarios aguardaron y consumaron La Cruzada
El Viacrucis Cuaresmal finalizó afuera del Palacio de Gobierno estatal. Una mujer menuda y de frágil apariencia, con la sorprendente potencia de su voz, leyó el pronunciamiento. Lanzó el malestar, la inconformidad y los peligros de la ilegalidad, de la ausencia de Estado de derecho, tutelado por la omisión y la negligencia del gobierno.
“ Concluimos nuestra peregrinación para denunciar la violencia, derivada de la corrupción, la impunidad , de la venta de drogas, tráfico de armas, trata de personas, prostitución y proliferación de cantinas.
“ Cada día que pasa la situación se va empeorando, no permitamos que sucedan casos como Ayotzinapa, Acteal y Pueblo Nuevo por la corrupción de autoridades que han dejado de servir y proteger al pueblo”.
Los feligreses de la arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez y la diócesis de San Cristóbal de las Casas, encabezados por los párrocos Marcelo Pérez, Pedro Arriaga, entre otros, celebraron una misa al aire libre donde pidieron la aparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y justicia para el caso Acteal
Repudiaron las reformas estructurales impulsadas por el gobierno de Enrique Peña Nieto y exigieron un alto a los proyectos de despojo territorial impulsados por la minería y las hidroeléctricas.
Exigieron además la cancelación de órdenes de aprehensión contra dirigentes e integrantes de organizaciones sociales, y libertad de presuntos reos políticos.
La plaza pública, el campo de batalla resumió en palabras e imágenes los combates de la iglesia católica, Escenificó La Cruzada extemporánea contra los infieles que incumplen su deber y obligación de resguardar la ley y contra los profanos que atentan contra los lugares sacros de la paz y la convivencia ciudadana.
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