Moisés Sánchez: la historia que el periodismo no quería contar
Israel Hernández/LadoB
Una voz en Medellín ha sido callada. Cientos de amigos, familiares, compañeros taxistas y reporteros, despidieron a Moisés Sánchez Cerezo, “un ejemplo de vida para los medellinenses”.
Esta es la historia que los periodistas de Veracruz no queríamos escribir: la del onceavo colega asesinado en los últimos 4 años. La de Moisés Sánchez Cerezo, el reportero, taxista, activista, buen hombre, que cumplió con su propósito de vida hasta los últimos momentos en que permaneció en la tierra: unir a un pueblo entero que hoy se autoproclama de luto por la muerte de un tipo apasionado.
Tras los resultados proporcionados por la Procuraduría General de la República durante el mediodía del jueves 5 de febrero que confirmaron la identidad de cadáver en manos de la Fiscalía General de Justicia del Estado, Jorge Sánchez Ordoñez, hijo del director de La Unión, viajó a Xalapa para hacer los trámites necesarios.
Llegada la noche, el cadáver encontrado el 23 de enero en un terreno del municipio vecino de Manlio Fabio Altamirano, fue subido a la carroza que lo llevaría a El Tejar, la comunidad más poblada de Medellín, en la zona metropolitana de Veracruz.
A las 10 de la noche con 15 minutos, la unidad con el cuerpo de Sánchez Cerezó regresó a casa. Contrario a lo que esperábamos desde su desaparición el 2 de enero, Moisés no volvió de pie.
Aunque el silencio se apoderó de la escena, el viento del frente frío alborotó las hojas de los árboles que rodean a la colonia Gutiérrez Rosas, que en las últimas semanas ha sufrido una ola de violencia sin precedentes.
Las decenas de corazones de sus acompañantes se estremecieron. El patio de la humilde vivienda se abarrotó y hubo necesidad de poner sillas sobre la calle de terracería.
El velorio en El Tejar unió a familiares, vecinos que recorrían junto con él las calles de la colonia y reporteros que recibían fotos y referencias sobre lo que pasaba en la zona.
Los integrantes de las guardias nocturnas -que anteriormente eran encabezadas por ‘Moi’- se cooperaron para hacer té, cafe y preparar los tamales que repartieron a los solidarios amigos durante la madrugada.
“Gracias Moisés por tu pasión periodística, no callaremos”, decía una corona de flores enviada por un grupo de colegas de Veracruz que fue puesta al lado de las fotografías del periodista que en las calles de Medellín reportaba desde los múltiples baches, hasta los frecuentes asaltos a comerciantes.
EL ÚLTIMO ADIÓS
Cerca de las 2 y media de la tarde del viernes 6 de febrero, los restos de Sánchez Cerezo salieron de su casa ubicada en la calle Violetas, de la colonia Gutiérez Rosas, para dirigirse al parque central de El Tejar.
En la explanada central, sus compañeros taxistas, integrantes de Radio Taxi Moreno, rindieron un merecido homenaje al ruletero que siempre cargaba su cámara para documentar las múltiples necesidades y problemas que pasaban en la región.
“Sólo queremos darle gracias porque nos enseñó a perder el miedo, a quitarnos el temor de denunciar las injusticias y hablar de nuestras necesidades”, dijo un taxista que compartió con Moisés innumerables anécdotas e historias en la base de la calle Independencia.
Enfundado con una camisa blanca adornada con el logo de la Confederación de Trabajadores de México, otro de ellos fue certero en su mensaje: “Mi reconocimiento para este hombre que entregó su vida por un ideal”.
Después de la pequeña ceremonia, los vecinos de El Tejar se subieron a dos camiones turísticos para llegar hasta el Panteón Particular del puerto de Veracruz, en donde Sánchez Cerezo descansaría eternamente al lado de su madre.
A las 3 de la tarde con 40 minutos, el cuerpo del reportero culminó su travesía en el cementerio veracruzano. Previo a ser depositado en la fosa, Jorge Sánchez pidió la palabra.
“Quiero hablarles brevemente sobre cómo era mi papá en vida, de cómo siempre vio por sus hermanos, por su esposa María, por mí, por sus nietos y por sus vecinos, incluso por aquella gente que no conocía, él nunca se negaba a dar ayuda”, dijo Jorge, con la voz entrecortada y sobreponiéndose al doloroso momento.
Entonces Jorge habló durante 13 minutos sin quebrarse, relatando algunos pasajes que vivió su padre al lado de sus hermanos y contando cómo fundó “La Unión”, un pequeño medio que primero circulaba como volantes y tiempo después se convirtió en un periódico digital.
“Muchas veces le dijimos que lo que hacía era peligroso, porque denunciar te pone en la mira de los poderosos, publicar te pone en riesgo, le decíamos que unir a la gente incomoda a muchos, pero no le importó.
“Y estoy seguro que hasta en el terrible episodio que vivió, nunca se arrepintió o que por su mente haya pasado decir ‘si me hubiera callado’ o ‘si no hubiera ayudado a tal persona’ (…) No, estoy convencido que estaba dispuesto a pagar el precio”.
Los periodistas en Veracruz y en México, no queremos seguir contando estas historias, donde la noticia sean reporteros agredidos, desaparecidos o asesinados que sólo cumplían la noble tarea de informar.
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