Recuerdan a Samuel Ruiz en el cuarto aniversario de su muerte

Recordando a Samuel Ruiz García, el obispo de los pobres. Foto: Emiliano Hernández

Recordando a Samuel Ruiz García, el obispo de los pobres. Foto: Emiliano Hernández

Laicos y religiosos realizaron la mañana del sábado una peregrinación al cumplirse el cuarto aniversario luctuoso del obispo Samuel Ruiz García. En la conmemoración recordaron la lucha del obispo por asentar «el reino de Dios en la tierra«, por lo que se pronunciaron por un alto a la construcción de la autopista San Cristóbal-Tuxtla Gutiérrez, alto a los proyectos de minería que generan muerte y alto a la persecución del sacerdote Marcelo Pérez Pérez.

La ceremonia religiosa fue encabezada por los obispos Felipe Arizmendi Esquivel y Enrique Díaz Díaz, además participaron sacerdotes y religiosas de la zonas pastorales de la diócesis de San Cristóbal.

Durante la peregrinación, que se realizó por las principales calles de la ciudad y concluyó con una misa en la Plaza Catedral, estuvo presente un grupo de indígenas denominados “los principales”, provenientes del municipio de Tenejapa, que con música tradicional y quemando incienso, realizaron una oración a los cuatro puntos cardinales para pedir por la madre tierra y por la paz.

“En este día en que celebramos el IV Aniversario de la Pascua de jTatik Samuel, y peregrinamos para expresarle a Dios y a la sociedad nuestros anhelos de una vida justa y digna, así como para manifestar inconformidad contra aquellos proyectos que pueden traer muerte, hemos escuchado unas lecturas de la Palabra de Dios que parecen no tener relación con el motivo de nuestra celebración. Son las mismas lecturas que se proclaman en todo el mundo, pues no hemos querido escoger otras más de acuerdo a nuestras ideas. Dejemos, que esta palabra de Dios nos ilumine y nos cuestione”, dijo Arizmendi.

Felipe Arizmendi destacó que “en las cortas frases del Evangelio de hoy (Mc 3, 20-21), se nos dice que los parientes de Jesús, al ver tanta gente que lo seguía y que no lo dejaban ni comer, decían que se había vuelto loco, y querían que se volviera a casa, a vivir tranquilo en Nazaret y no armar alborotos ni juntar a tanta gente. Sus propios familiares lo juzgaban y lo condenaban como un loco”.

Aclaró que la peregrinación “no es un camino de violencia, de destrucción, de saqueos a tiendas y comercios, de daños a la población, sino un sacrificio que le ofrecemos al Señor, como una oración y una ofrenda, para que nos veamos libres de las obras que conducen a la muerte. Levantarse temprano, venir desde muy lejos, caminar y gastar lo poco que tenemos, privarse de alimentos, es un sacrificio, es una ofrenda. Y si nos unimos a Jesús, tenemos esperanza de que esta peregrinación dará sus frutos a su tiempo”, dijo el religioso durante la celebración que duró como cuatro horas.

“Nuestra peregrinación no es una marcha, un mitin, una manifestación política, sino una oración, una plegaria, que tiene su punto más importante en esta Misa, en que Jesús renueva su sacrificio inmaculado a Dios, para purificar nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte. “Denunciamos lo que pueden ser obras de muerte, como algunos proyectos que contaminan y destrozan, pero hemos de purificar ante todo nuestras propias conciencias, para que nosotros mismos no caigamos en obras que conducen a la muerte, en nuestras familias y comunidades. El mal no sólo está en el sistema político y económico, sino puede estar dentro de nuestra propia conciencia”, concluyó.

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