Caravana recorre zonas de tolerancia y bares de Chiapas
Anayeli García Martínez
A sabiendas de que las migrantes centroamericanas son blanco fácil de la trata de personas, la tarde de este jueves la X Caravana de Madres Centroamericanas en busca de sus hijos migrantes, hizo un recorrido por la zona de tolerancia del municipio de Huixtla, en el estado de Chiapas, a donde llegaron para entrar a cada bar y mostrar las fotografías de sus familiares.
Minutos antes de las seis de la tarde, el grupo de mujeres acompañado por personal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, recorrieron la zona de tolerancia, famosa por sus cantinas pero también por ser punto de explotación sexual comercial de mexicanas y mujeres provenientes de otros países que migran con el objetivo de llegar a Estados Unidos.
Las hondureñas Gladys López y María Clementina Vázquez Hernández, la nicaragüense Suyapa del Socorro Muñoz y la salvadoreña Liliam Morales Jovel, fueron algunas de las mujeres de esta caravana que recorrieron el lugar buscando a sus hijas o hermanas, ahí, en los bares que a esa hora lucían semivacíos pues la hora de apertura es pasadas las siete de la noche.
Mujeres, jóvenes y cantineros, salieron a la calle a ver la bulla de madres, muchos, molestos por la presencia de cámaras de medios de comunicación; otros, indiferentes; algunas mujeres se detuvieron a ver las fotografías mientras que otras prefirieron quedar adentro de los locales y apagar la música ranchera que ya empezaba a sonar.
Gladys López buscaba a su hija Brenda Suyapa Zúñiga, quien salió de Honduras el 16 de marzo de 2003; Suyapa del Socorro Muñoz busca a su hermana Diana Maribel Muñoz Ribera que salió de Nicaragua hace 10 años; Liliam Morales Jovel busca a su hermana Jackeline Morales Jovel que salió de El Salvador el 7 de mayo de 2007; y María Clementina Vázquez Hernández busca a su hija María Inés Hernández que abandonó Honduras el 7 de noviembre de 2000.
Ante la mirada de policías locales que escoltaron a la caravana, las mujeres pasaban de local en local preguntando “¿la ha visto?”. La mayoría recibió un “no” por respuesta, a otras les decían que era difícil responder porque son muchas las jóvenes que llegan y luego se van.
INDIGNACIÓN
Una de las madres que acompañó el recorrido fue la nicaragüense Santos Rojas, quien el año pasado encontró a su hijo Jorge Alberto Reyes Rojas en Tapachula, Chiapas, y ahora continúa acompañando a las caravanas porque dice “que en este país aún hay muchos nicaragüenses que encontrar”. En esta ocasión ella viene buscando a una de sus vecinas de nombre Erika y a su sobrino René quien desapareció desde hace ocho años.
En su paso por uno de los bares, Santos encontró lo que pareciera ser una pista; al entrar, alguien le dijo que había visto a la mujer de la fotografía en otro bar, ubicado como a una hora de distancia de donde se encontraban, según narró. La nicaragüense está contenta porque al parecer ya hay un indicio de que Erika está viva, lo que dice, alegrará a su vecina, una mujer adulta que se encuentra muy enferma y que no pudo venir a esta caravana a buscar a su hija.
Pero su felicidad pronto se transformó en indignación, cuando en el recorrido por la zona de tolerancia pudo ver a las jóvenes en condiciones de explotación sexual comercial.
Esa misma indignación la sintió en días pasados cuando la caravana recorrió Juchitán, Oaxaca, y vio un cementerio de fosas comunes en medio de un basurero, donde la única referencia de las personas ahí enterradas eran fechas pintadas en una pared.
“Quizás esos muertos sean migrantes centroamericanos que perdieron la vida en el tren o tal vez podrían ser personas que son asesinadas en su travesía hacia Estados Unidos” dice con enojo y agrega que esto refleja el desinterés del gobierno mexicano por el tema migratorio y por aquellas personas que cruzan el país sin documentos de estancia legal.
“Entre todos los presidentes malos, éste es el que gana el primer lugar -dice refiriéndose al titular del Ejecutivo mexicano Enrique Peña Nieto- porque por lo menos en mi país un muerto es sagrado, se le entierra donde se le tiene que enterrar, se le mete a las morgues para buscar a sus familiares cuando no es identificado y lo que miré aquí (en el cementerio ubicado en medio del basurero) es que se les tira como animalitos”, sentencia.
Santos sabe de lo que habla, en su recorrido por las vías del tren de Huixtla, en este mismo estado, escuchó narrar a las personas del poblado, cómo hace un par de días un joven guatemalteco murió al caer del tren. Al mirar la veladora en honor del difunto, la mujer afirmó que si no fuera por la solidaridad de la gente el cuerpo de este joven sería uno más destinado a la fosa común.
Santos no titubea al decir que hay que exigirle al gobierno mexicano que respete los Derechos Humanos de las personas que migran porque debe entender (el gobierno) «que nuestros hijos sólo van de paso acá y si él resolviera la problemática de los migrantes, que hubiera un paso libre, se ahorraría trabajo él y nos ahorraría trabajo a nosotras las madres que venimos de tan lejos”.
La caravana está a punto de concluir, por eso es que la búsqueda se intensifica en Chiapas, y no es para menos, ya que de acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones, aunque no existen cifras oficiales se estima que anualmente ingresan de manera irregular por la frontera sur de México, unas 150 mil personas migrantes que tienen la intención de llegar a Estados Unidos.
Con el apoyo del colectivo Brigada Callejera, las mujeres con hijas o hermanas desaparecidas, buscarán reunirse con mujeres en condición de explotación sexual. Este fin de semana visitarán más cárceles y harán recorridos por los poblados de tránsito de migrantes, todo ello antes del 7 de diciembre, cuando finalizará la caravana.
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